Es el quinto conjunto de lencería roja que se prueba, algo por lo cual está agradecida es su naturaleza deslumbrante.
Heredó la belleza natural de su progenitora, solo mirarse al espejo le basta para comprobar que ha sido dotada en gracia; con curvas en los lugares correctos y con una tersa piel que oculta un dócil encanto bajo la luz de luna.
El arma de una mujer mansa de veintitrés años siempre será su cuerpo. Pues ha sido este mismo el que le ha otorgado seguir con vida hasta ese momento de su relación y tener cierta ventaja por las fantasías del hombre que duerme en su cama. Tal como una bestia a quien mantiene drogada.
– ¿Qué tal luzco?. – las cortinas corrieron para dejar ver la pálida piel cuyas piernas largas y esbelta brillan por debajo de los reflectores.
La mujer tiene puesto un conjunto de dos piezas que realza su figura y lo estrecha de su cintura.
El hombre lo sabe, sabe que una belleza de esa magnitud es peligrosa, pues debajo de esa delgada tela el deseo de sentirla se intensifica, cediéndole el único momento donde puede bajar la guardia y tenerla a su merced, durante el sexo.
– ¿Realza mi trasero? –
Los orbes avellana recorren el cuerpo, y el hombre solo puede pensar lo perfecta que es.
Lisa mueve sus caderas sensualmente mientras la conexión de ojos que mantiene con el pelinegro le provoca sonreír de medio lado, Jeon conoce ese lado descarado que lo excita e incita con tal facilidad hasta el punto de hacerlo caer.
– Mierda. – susurra para sí mismo.
Lisa parece entender su propia mente y ofrecerle lo único que podría importar en esa situación, pero la burbuja en la que ambos se han contenido explota al escuchar tres toquidos sobre la puerta.
Sabe quiénes son, exigir una respuesta inmediata se vuelve parte de la balanza donde la lealtad es la que más peso otorga, la decisión ha sido tomada.
– Adelante. – dice
Lisa cubre su cuerpo con una bata de seda mientras ve a tres hombres entrar en la habitación; Damian, Julio y la mano derecha de su amor. Los tres hombres se mantienen rígidos, puede detectar la aflicción en cada uno de ellos, pues a pesar de ser grandes y leales seguidores de Jeon, no están exentos a juicio.
Los tres hombres se posicionan delante del pelinegro mientras la pálida femenina aprovecha el momento para tomar asiento sobre las piernas del jefe tratando de relajarlo.
– Ni siquiera gastaré mis palabras pidiendo explicaciones mediocres. – los mira mientras acaricia la pierna desnuda de la mujer.
– ¿Quién fue el idiota que me traicionó creyendo que no descubriría sus mentiras? – fue directo. – No quedaré como un imbécil, de nuevo. –
Demian y Julio se miran entre ellos, están en desventaja porque no saben exactamente a lo que se refiere el jefe, Taehyung solo les ha dicho que Jeon requería de su presencia. Ir a la guerra sin ni siquiera saber por qué, los deja expuestos.
El pelinegro mira la actitud de cada uno; La confusión en sus rostros y la neutralidad del castaño, quien parece excesivamente relajado. No es fácil llegar a ese punto donde la muerte de sus hombres que creyó más fieles tiene que acabar.
Al final, ninguno de los presentes es un santo.
Esa situación debe aclararse y servir como un ejemplo de Jeon Jungkook no perdonar faltas en su legado. Aun cuando se trate de sus hombres más cercanos y quienes siempre le han cuidado la espalda.
Educar con el ejemplo, tal como un amo con sus perros.
– Perfecto. – su sonrisa de medio lado y esa ligera negación tensa todo el lugar y hace retener el paso de oxígeno entre sus hombres. Conocen esa mirada, pueden oler la muerte, han pasado años sirviendo fielmente al hombre frente a ellos.
– ¿Podría encargarme de esto, amorcito?. – Lisa se acurruca entre los brazos del hombre mientras su rostro se oculta en el cuenco del cuello para susurrarle buscando aprobación y que los involucrados no se enteren
Jeon la mira con ceja alzada, es la primera vez que Lisa hace este tipo de propuestas que en su mundo simbolizan lealtad. Lisa está dispuesta a matar por él.
No hace falta ni siquiera consultarlo, ella sabe lo que debe hacer y a quien apuntar.
Intenta aprovechar esas lecciones que Jungkook le ha dado, siempre supo que algún día Jeon reclamaría su posición a su lado y buscaría una prueba de amor cuando el sexo no fuese suficiente. Esa prueba era un sacrificio para sí misma.
En un ágil movimiento, Lisa se separa de las piernas del alto para levantarse y tomar el arma entre sus manos quitándole el seguro. La mujer rápidamente se incorpora, todo fue tan rápido que la impresión del momento hizo que los dos hombres dieran un paso atrás con las manos sobre el pecho cuando ella les apunta.
Quizás al tener el arma entre sus manos Lisa pudiese entender por qué Jeong parece ser totalmente otro hombre cuando tiene un arma, ese poder de elección y de control de vida es magnífica, con una media sonrisa la mujer dispara certeramente al primer hombre.
– ¡No, señor, esto debe ser una equivocación! Nosotros no hemos hecho nada en contra de su voluntad – protestó rápidamente Damián, quien seguía negando y apelando por su vida.
– Lo siento. – Lisa habló
Damián cayó muerto con un agujero en medio de su frente.
– Llévate esos cadáveres de aquí. – Jungkook se levanta cuando a decido ser suficiente de ver.
Se acerca a la mujer quien aún mantiene el arma entre sus manos, parece perdida en sus pensamientos mientras el arma se mueve ligeramente en señal de nerviosismo.
– Gatita. – Jeon retira el mechón rosado del hombro de la chica para besar el desnudo cuello de la mujer, quien parece en shock.
– Kim, más te vale no hacerme arrepentir de perdonarte la vida. Es tu primer y último aviso. –
– Gracias, Jefe. – el castaño sale con el primer cuerpo mientras deja a la pareja dentro.
– Gatita, hoy es un día para celebrar. –
La sensación de tranquilidad le recorre al saber que ha sido capaz de someterla completamente.
Lisa es suya y hoy ha vendido algo más que su inocencia a alguien como él.