Capítulo 18.

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Un fuerte dolor de cabeza azota nuevamente sus aturdidos sentidos mientras siente la luz clavarse en su visión

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Un fuerte dolor de cabeza azota nuevamente sus aturdidos sentidos mientras siente la luz clavarse en su visión. Lo último que recuerda es ver la sonrisa de cierta mujer y sus frías palabras como si una gran venda fuese desenfundaba de los ojos.

La alerta de su cuerpo, aun entumecido por cualquier sustancia que la repostera hubiese colocado en los postres apenas le permite mantenerse consciente sin sentir la mayoría de sus extremidades.

– Veo que ha despertado detective. – la fría voz eriza su piel, pero contrario al efecto con el que solía reaccionar, NamJoon intenta buscar a la mujer en esa clase de habitación con iluminación roja.

Parecía ser un taller, la frialdad del lugar le hace notar su propio aliento por el descenso de temperatura, está en una bodega de refrigeración.

– ¿Sabe?. – la voz se escucha cada vez más cerca mientras los pasos le informan que  esta atrás de él.

– Es una pena que las cosas tengan que concluir de esta manera. – la mujer suspira.

– No sabe cómo lamento esta situación ... – el hombre se tensa al sentir el tacto de la chica.

La mordaza en su boca le limita a exigir una explicación.

–... Realmente me agradaba detective. – palmeó sobre sus hombros. – No debió involucrarse en asuntos que claramente no le competen. –

Ese mismo sentimiento de "deber" y entusiasmo por justicia son los que han firmado la sentencia de muerte de un hombre audaz pero demasiado idealista como el detective Kim.

– Iba tan bien en su investigación, ¿por qué tuvo que arruinarlo? –

Faltaba poco para saber la verdad sobre Monie, la estúpida anciana quien creyó que su amabilidad era por estima. Lisa nunca tuvo alguna clase de sentimiento hacia la mujer porque quería de la mayor una sola cosa, y esa noche la consiguió de la manera más sencilla.

 Una vez lo ha obtenido, ya no tenía que fingir con la anciana. 

Algunos matan por amor, algunos se suicidan por la presión social. Sin embargo, hay personas como Lalisa quienes descubren un hermoso arte en los alimentos para conseguir y deshacerse de lo que ya no les sirve.

A ella le gusta llamarlo el arte del engaño.

Nadie sospecharía de la oveja cuando hay una serie de lobos merodeando cerca. Nadie reconocería su verdadero ser y de la chica ilusa y tímida mientras las apariencias del cliché conocido como "peligro" estuviesen junto a ella porque la sociedad haría el resto del trabajo encubriendo al verdadero culpable. Al final, la moral siempre tiene fines estéticos.

– No soy una samaritana ni una santa detective. – Lisab rodeó la silla tomando asiento justamente delante de él.

– Yo soy la culpable de la muerte de esa anciana. – reconoció

So Sweet | LIZKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora