14 | Norberto

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14 | NORBERTO

—Es demasiado pronto para estudiar. ¡Faltan mil años para el próximo examen!

—No mil años —corregí a Blaise—. Diez semanas, faltan diez semanas.

—Es muchísimo tiempo —gimió Fay, dejando caer su cabeza sobre el escritorio—. Diez semanas o dos días antes del examen, da igual. No se me va a quedar nada.

—Normalmente estaría de acuerdo contigo, Danielle, pero Fay y Blaise tienen razón. No hace falta apurarnos.

—¡Cómo no! Se dan cuenta de que necesitamos pasar todos estos exámenes para entrar a segundo año, ¿verdad? ¿Quieren repetir el año, acaso?

—Danie, no exageres —Ingrid rodó los ojos—. Ni siquiera tú eres tan dedicada al estudio, eso déjalo a Hermione. Algo te pasa, ¿verdad? Estás rara.

—Es cierto —añadió Blaise—. ¿Es por lo que pasó con Draco? No ha hecho comentarios sobre ti de nuevo. Creo que lo has asustado.

—No me importa Draco.

—¿Y qué me dices sobre Diggory? —Flynn alzó las cejas con una sonrisita pícara—. El otro día lo escuché hablando de ti en la sala común.

Mis mejillas se encendieron, pero carraspeé y fingí que no estaba tan interesada.

—¿En serio? ¿Qué decía?

—Cositas cursis. Danielle es tan inteligente, Danielle es muy valiente, Danielle también sabe eso y aquello y lo otro. Nos tenía mareados a todos con tu nombre.

Fay se incorporó de golpe, ceñuda.

—¿Cómo que Diggory? ¿Qué tiene que ver con Danielle?

Blaise, Ingrid y Flynn compartieron una mirada y los tres sonrieron con travesura. Intenté callarlos, pero mientras me lanzaba por Slytherin, Ravenclaw y Hufflepuff ya estaban poniendo al tanto a Gryffindor de todo, incluido el regalo de navidad que Cedric me obsequió. Fay desencajó la mandíbula con incredulidad.

—¡¿Por qué yo no sabía este chisme?! Creí que éramos amigas, Potter.

—Ridículos. —Farfullé avergonzada, recogiendo mis libros—. No puedo concentrarme en mis estudios cuando mis compañeros chismean sobre mí. Adiós, me uniré a Hermione.

—¡Que te vaya bien, tortolita! —me gritó Ingrid a lo lejos y mi cara no podía estar más roja que nunca.

Dejando de lado el tema de Cedric Diggory, mis amigos tenían razón. Estaba estudiando con tanta anticipación porque necesitaba mantener mi mente ocupada ahora que solo nos quedaba esperar a que la valentía de Quirrell no se fuera al caño. Lo cual, impresionantemente, no había pasado. Estaba más delgado y pálido, pero parecía que no había sucumbido a las amenazas de Snape, ya que este último lucía más malhumorado que nunca.

Para darle ánimos al profesor Quirrell, solíamos sonreírle amistosamente cuando nos lo topábamos. Era una sonrisa que decía «Vamos, estoy contigo, ¡tú puedes!». Por otro lado, Ron le había dicho a todo el salón que no se rieran de su tartamudeo. El objetivo era que consiguiera juntar más fuerza de voluntad para mantenerse firme en su decisión de no ayudar a Snape. No podíamos permitir que ganara, incluso si solo quería perpetuar su tristeza y soledad.

El universo nos sonrió a Hermione y a mí, porque los profesores comenzaron a dejarnos muchísima tarea incluso durante las vacaciones de Pascua. Lo sabía, teníamos que estudiar con tiempo. Mi amiga y yo llevábamos la ventaja de que leímos múltiples veces, al derecho y al revés, la mayoría de los libros encargados, así que teníamos más conocimiento que ellos.

Mellizos Potter y la Piedra Filosofal | HP [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora