06 | Hatstall

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06 | HATSTALL

* Pequeña aclaración: Ya sé que por abecedario Danielle va primero que Harry, pero ignoremos ese detalle.

Todos los de primer año seguimos a Hagrid por un estrecho sendero cuando gritó por nosotros. Estaba todo tan oscuro fuera del tren que varias veces tropecé con pies ajenos, por lo que no me despegué de mi hermano en busca de estabilidad.

—En un segundo, tendrán la primera visión de Hogwarts —exclamó Hagrid por encina de su hombro—, justo al doblar esta curva.

Se produjo un fuerte «¡Ooooooh!». El sendero se abrió al borde de un graaan lago negro. Y en la punta de una alta montaña se apreció un gigante castillo con muchísimas torres y torrecillas, las ventanas brillaban por la luz del cielo estrellado. Era tan impresionante que olvidé cerrar la boca.

—¡No más de cuatro por bote!

Harry caminó hacia uno de los botes, a la par de Ron. Le hice una seña a Hermione y los cuatro nos metimos al botecillo que se tambaleó ligeramente.

—¿Todos han subido? ¡Venga! ¡ADELANTE!

De repente todos los botes se movieron al mismo tiempo, deslizándose por el lago que se veía tan liso como en cristal. Saqué una mano para pasar el dedo por el lago, el agua era fría y mi dedo creó una estela de luz plateada que se combinó con el oscuro azul del lago.

—Es precioso —le dije a Hermione. Ella metió mi mano de regreso al bote.

—Sí, lo es, pero debes tener cuidado. ¿Sabías que el lago...?

Y se puso a hablar sobre los animales acuáticos que habitaban el lago del castillo. La escuché interesada, pero después de un rato ella misma se calló cuando nos acercamos más al risco de donde se erguía. Bajamos las cabezas al alcanzar el peñasco, pasamos por una cortina de hiedra húmeda y toqué tanto como pude mientras Hermione me recogía las manos con expresión frustrada.

Fuimos por el túnel que parecía conducirnos por debajo del castillo hasta llegar a una especie de muelle subterráneo, donde empezamos a bajarnos. Volví a tropezar cuando algo pequeño se escabulló entre mis pies, me sostuve de Ron que estaba más cerca y dislumbré un sapo brincando en todas las direcciones.

—¡Eh, Neville, allá está tu sapo!

—¡Trevor!

Lo pescó cuando trató de escapar. Ya listos, subimos por un pasadizo en la roca saliendo finalmente a un césped suave y húmedo a la sombra del castillo. Mis manos temblaban sin control, las pasé por mi cabello mil veces pero el nerviosismo no se acababa. Subimos los escalones de piedra y nos reunimos ante la gran puerta de roble. Incluso Hermione, que siempre tenía algo en lo cual vertir su conocimiento, se quedó completamente callada mirando anonadada el castillo.

Entonces, Hagrid levantó uno de sus gigantescos puños y llamó tres veces a la puerta, la cual se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba ahí. Tenía el rostro severo, dando la impresión de que era mejor no tener problemas con ella.

Entrelacé mi mano con la de Harry, como un instinto. Aunque la emoción era mayor, el miedo seguía aquí y solo mi mellizo podía calmarlo con su presencia.

—Los de primer año, profesora McGonagall —dijo Hagrid.

—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.

La profesora McGonagall abrió bien la puerta y nos hizo seguirla por el vestíbulo, que era súper enorme, con antorchas y un techo tan alto que no se distinguía el comienzo y el final. Conforme nos acercamos, se escuchó el sonido de cientos de voces que salían de una puerta, donde suponía que debía estar el resto del colegio. La profesora nos dejó en una habitación vacía, fuera del vestíbulo.

Mellizos Potter y la Piedra Filosofal | HP [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora