13 | LOCOMOTOR MORTIS
Durante el resto de las vacaciones, la capa de invisibilidad se mantuvo enterrada al fondo del baúl de Harry, como confiscada. Usarla había acarreado, indirectamente, nuestra primera pelea fuerte, y ninguno de los dos había quedado con ganas de volver a usarla. Al menos no en un tiempo.
Desearía decir que olvidar lo que vimos en el espejo era fácil, pero no lo era en lo absoluto. Volvieron las pesadillas peor de lo que eran antes. La risa siniestra ahora no solo me arrebataba a Harry, sino que también asesinaba a mis padres frente a mí. Tiré por la borda mis avances con respecto a dormir sola y me mudé temporalmente a la habitación de Harry, esta vez avisándole a Ron.
—Dumbledore tenía razón —nos dijo una madrugada donde lo levantamos debido a los gritos de nuestras pesadillas—. Ese espejo los volvió locos.
El colegio volvió a llenarse de estudiantes gradualmente. Mis amigos volvieron en la misma semana, pero Hermione regresó justamente un día antes de que comenzaran las clases. Cuando la pusimos al tanto de todo lo ocurrido, estaba dividida entre el horror de nosotros vagando por el castillo tres noches seguidas, la sorpresa de que Harry y yo nos hubiéramos distanciado por medio día, y la decepción de que no encontráramos nada sobre Nicolás Flamel.
Cedric era otro que había regresado, por supuesto. Me lo encontré cuando salía de la biblioteca, pues estaba devolviendo los libros que tomé prestados de la ardua investigación sobre el señor Flamel. Parecía que solo podíamos vernos ahí.
—Danielle —me saludó con una sonrisa galante, acercándose—. Feliz Navidad. Perdona por no haberme despedido. Quise hacerlo, pero no te encontré.
En esos días estábamos metidos de lleno en la investigación. Era lógico que no me hubiera encontrado.
—No hay problema, Cedric. Feliz Navidad a ti también.
—¿Lo pasaste bien en Hogwarts?
Pensé en todo lo ocurrido y reí.
—Mucho. Definitivamente no me aburrí.
—Me alegro. —Sacó algo de su bolsillo—. Traje algo para ti. Lo vi en una tienda y pensé en que tenía que ser tuyo.
La sorpresa fue notoria en mi rostro. No me esperaba que me regalara algo, mucho menos que hubiera pensado en mí durante sus cortas vacaciones. Cedric me extendió un pequeño regalo envuelto en papel rojo cereza. Lo tomé, todavía pasmada.
—Gracias —murmuré atontada—. Lo siento, yo no tengo nada para ti...
—No hace falta —rio bonito—. No te lo doy para recibir algo a cambio. Simplemente quería obsequiártelo.
—¿Puedo abrirlo ahora?
—Por supuesto.
Con miedo a tan siquiera romper el papel, rasgué lo mínimo posible. Era una caja de cartón, y cuando la abrí casi chillé de lo bonito que era. Se trataba de un caleidoscopio dorado, pequeñito, en forma de telescopio. Cabía en la palma de mi mano así que podía funcionar como llavero. Miré a través de él y un montón de constelaciones me recibieron, bordeadas de estrellas brillantes que formaban figuras geométricas simétricas.
—¡Es precioso!
—Me dijiste que te gustaba mucho la astronomía porque disfrutabas observando el cielo, así que tenía que ser tuyo.
—¡Muchas gracias! —di varios brincos en mi lugar antes de saltar a abrazarlo. Lo tomé desprevenido, porque tropezó hacia atrás y casi nos caímos. Sin embargo, consiguió estabilizarnos y devolverme el abrazo—. Me encanta muchísimo, de verdad. Te lo agradezco bastante.
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Mellizos Potter y la Piedra Filosofal | HP [01]
Fiksi PenggemarDanielle y Harry Potter son un par de huérfanos que viven en el número 4 de Privet Drive, bajo la tutela de sus tíos Vernon y Petunia Dursley. Tras once años de una vida precaria llena de prohibiciones, encierros injustificados, mala alimentación y...