10 | Partido de quidditch

630 45 8
                                    

10 | PARTIDO DE QUIDDITCH

El clima se volvió muy frío desde que inició noviembre. Cada vez que me asomaba al patio veía las montañas grises y el lago congelado, como pista de patinaje. Hagrid tenía que estar descongelando las escobas de quidditch, enfundado en un enorme abrigo de piel de topo, guantes de pelo de conejo y grandes botas de piel de castor.

Demasiado animal para mi gusto.

Este era mi clima favorito. Me gustaba la nieve; mi hermano y yo solíamos salir a escondidas a jugar en el patio, lo que nos provocaba un resfriado, pero valía la pena. Si teníamos suerte, robábamos un poco de chocolate caliente antes de Dudley se lo tomara todo. Además, nieve significaba navidad. Amaba la navidad.

—Vas a congelarte la nariz —dijo Blaise. Me separé de la ventana de nuestra sala común para sacarle la lengua. Estábamos reunidos en nuestra torre, los de otras casas podían venir siempre y cuando fuera en el descanso entre clases, porque luego no se nos permitía el paso si no pertenecíamos. Los gemelos nos dijeron que a partir de cuarto año podíamos entrar a las fiestas de grandes, había una cada mes en diferente casa.

—El próximo sábado hay un partido de quidditch —comentó Fay desde su silla. Estaba puliendo su varita, con las piernas sobre otra silla—. Contra Slytherin. Si ganamos, pasaremos a ser segundos en el campeonato de las casas.

—No van a ganar —se defendió Blaise con una sonrisa arrogante—. Tenemos un buen equipo.

—Un equipo tramposo, querrás decir —intervino Ingrid, una Ravenclaw que un día se acercó a nosotros en la biblioteca y desde entonces éramos amigas, al igual que Flynn de Hufflepuff.

No sabía en qué momento había formado mi propio grupo, sin Harry, Ron o Hermione, pero me gustaba. 

—¡No hacemos trampa!

—A que sí —la apoyó Flynn, sumergido en su lectura del día. Era como Hermione versión niño—. Todo el colegio lo sabe.

—¡Que no! Danielle, ¿crees que hacemos trampa?

Me encogí de hombros. Nunca los había visto jugar, de hecho jamás había visto un juego de quidditch, y tampoco conocía la trayectoria del equipo de Slytherin. Lo que sí tenía seguro, era que con mi hermano en el equipo siendo la carta bajo la mesa de Gryffindor, lo tendrían muy difícil. Había estado entrenando mucho para ganar.

—Lo sabré el sábado. Pero con mi hermano en el equipo, no tengan muchas esperanzas de ganar.

Fay sonrió sin mirar a nadie cuando Blaise bufó, pero Flynn asintió e Ingrid se ruborizó ante la mención de Harry.

La verdad era que Harry estaba a un paso de desplomarse por los nervios. De alguna manera la noticia de su integración al equipo se filtró y ahora tenía a la escuela diciéndole que lo haría muy bien o que sería un desastre. Hermione le había prestado un libro de Quidditch a través del tiempo y yo lo ayudaba con sus deberes, por lo que no había perdido completamente la cabeza.

Hablando de Hermione, tuve la razón al pensar que la situación con el troll los había unido. Era más flexible en lo que se refería a romper las reglas, lo que la hizo más agradable para Harry y Ron. Esto me sonaba al inicio de una larga amistad de cuatro.

Me pasé el resto del descanso con mis amigos hasta que el tiempo se agotó y yo extrañé mi mellizo, por lo que fui en su búsqueda. En el camino me topé con Cedric, rodeado de sus amigos. Me saludó alegremente con la mano cuando me vio, causando que sus amigos también me miraran, me saludaran y comenzaran a cuchichear entre ellos. Cedric y Flynn eran Hufflepuffs amables y simpáticos, pero no todos eran así, de igual manera que no todos los Slytherin eran idiotas malvados o los Gryffindors irresponsables. Los Ravenclaw, en cambio, me parecían todos inteligentes. En el extenso concepto de inteligencia, claro estaba. Ingrid era más creativa y sagaz, por ejemplo.

Mellizos Potter y la Piedra Filosofal | HP [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora