05 | Tren a Hogwarts

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05 | TREN A HOGWARTS

Aquel espectacular día de compras con Harry y Hagrid continuó rondando en mi cabeza como un sueño lejano

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Aquel espectacular día de compras con Harry y Hagrid continuó rondando en mi cabeza como un sueño lejano. Ya estábamos de regreso en Privet Drive, pero esta vez teníamos dos boletos con destino a Hogwarts.

Esos pequeños billetes y lo que conllevaban eran lo único mismo que nos hizo lograr superar este último mes con los Dursley. No los veremos durante todo un año escolar. Además, algo cambió desde la gran revelación en la cabaña. Mis tíos ni siquiera nos dirigían la palabra, lo que era más acogedor de lo que imaginé. Pasé las semanas empapándome de conocimiento mágico, leyendo tantos libros como pude para quitarme la etiqueta de muggle.

Harry también lo intentó pero se quedó a la mitad de Una historia de la magia. En realidad, dejó de leer cuando se topó con ese nombre que decidió ponerle a su lechuza: Hedwig. Así que cada noche, antes de dormir, mientras nuestras lechuzas se paseaban a su antojo dentro de la habitación y fuera de la ventana, le hacía un resumen de cada capítulo, dramatizando las situaciones para capturar su completo interés. Se había convertido en nuestra pequeña tradición de medianoche.

En este momento me hallaba acostada boca abajo en la cama, leyendo el mismo libro. Recordaba que esa chica de la tienda de Madame Malkin, Hermione Granger, dijo que conocía de nosotros porque nos mencionaban en los libros. No era muy diferente de lo que Hagrid nos contó, pero era adulador ver mi nombre en un libro que todo niño mágico debería leer.

—Andén nueve y tres cuartos... —repitió Harry lo que llevaba murmurando todo el día—. Es en serio, creo que eso no existe.

—Dudo mucho que la plataforma a Hogwarts tenga un letrero por fuera que avise a los magos, James. Yo creo que es una especie de clave de secreta.

—¿Y cómo se supone que la descifremos?

—¿Magia? —él torció la boca. Ninguno de los dos sabía hacer magia todavía—. Ya lo veremos cuando lleguemos ahí. Seguro que nos topamos otra gente en las mismas condiciones. Mi amiga es hija de muggles, si ella tampoco sabe al menos no seremos los únicos.

Harry alzó la cabeza en mi dirección. Estba sentado en la vieja silla de madera que usábamos para el escritorio, el disfuncional reloj plateado que le compré relucía en su mano izquierda como adorno. En el callejón Diagon ofrecí comprarle otro, más nuevo y que sirviera bien, pero él insistió en usar ese. Por otro lado, a mí me regaló una fina cadenita que portaba las iniciales «D.L.P» con cubitos blancos y las letras de diferentes colores. La amé totalmente.

—¿Tienes una amiga?

—¡Oh, no te conté! La conocí cuando fuimos por las túnicas. Es agradable, ya verás cuando te la presente.

—Yo también conocí a un chico, pero él no era muy agradable —jugueteó con su billete—. Me recordó a Dudley.

—Quizá estaba teniendo un mal día.

Mellizos Potter y la Piedra Filosofal | HP [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora