Capítulo 22

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"Y tú eres?" Dijo con tono intrigado pero a la vez como si supiera la respuesta. Me había quedado un poco en shock pues no esperaba que esta mujer llegara aquí y mucho menos que entrara como si fuera perro por su casa.

"Usted quién es?" Las palabras salieron de mi boca sin haberlas analizado. Sonaba altanera y como si no le temiera a nada, lo cierto era que ella desprendía tanta seguridad que daba miedo.

Ella dejó salir una risa por lo bajo, como si mi tono de desafío le causara gracia en lugar de asustarla. "Tú debes ser el nuevo juguete de Dante, mucho gusto." dijo a la vez que me pasaba su pálida y sofisticada mano para que la tomara, la miré, dudé, pero al final la sostuve y nos saludamos formalmente. Luego me acordé que me había insultado y algo dentro de mí se encendió como pólvora, sabía que lo mejor era mantenerme callada pero la arrogancia y altanería con la que se manejaba me dejaba sin alternativas.

"Si así le llamas a las socias de Dante, entonces sí, soy su nuevo juguete." Su cara de impresión era tal que hubiera querido tomarle una foto.

"Escúchame bien niña, tú no eres nada para Dante Rackozy, eres de uso desechable para él. El hecho de que tengas algún don con las joyas solo te asegura algunos días más a su alrededor, pero luego de eso, estarás fuera, así de simple." soltó un suspiro de suficiencia y se dirigió a la sala donde depósito su cartera en un sofá y ella se sentó en otro. "Ah y le puedes decir a Rackozy que estoy aquí ya que estás ahí parada."

Quería agarrarla por los cabellos y tirarla por el balcón para así quitarle los aires de grandeza. A todo eso, no me había percatado que ella sabía quien exactamente era yo. Cómo era eso posible?

"Me escuchaste niña, dile a Rackozy que la señora Donoban lo busca."

Me giré hacia ella y la fulminé con la mirada, respiré profundo y hablé lo mas calmada que pude, "Dante no está, si quiere dejarle algún mensaje con gusto lo tomaría." dije reprimiendo mis ganas de estrangularla.

Su cara de impacto fue aún mejor que la anterior, empezó a mirar por todos lados como si creyera que le había mentido. "Dónde está Hulk?"

"Está con Dante." dije en tono cansado. Esto la puso aún peor. Estaba como un poco neurótica debajo de su capa de sofisticación, al parecer que este sola en esta casa no es algo que regularmente pasa, y ahí me acordé lo que él me había dicho, que nadie suele venir a visitarlo e imagino que nadie se queda aquí si él no está.

"Qué estás haciendo con Rackozy niña?!" Preguntó saltando del sofá y casi matándome de un susto. "Dime, también te estas acostando con él?!" A que se refería ella con 'también'. No tuve tiempo de analizar lo que ella quería decir porque segundos después me sostuvo la cara con una de sus manos, que parecían débiles pero estaban llenas de fuerza, esto me tomó tanto por sorpresa que no supe como reaccionar, solo agarré su mano y traté de articular alguna palabra despectiva.

"Te voy a dar dos segundos para..." algo la detuvo a mitad de amenaza y por su cara súper pálida me imagine que era Dante en persona.

Ella me soltó como si de repente le quemara la mano y yo me giré hacia él sosteniéndome donde ella me tenía agarrada.

"Me podrías explicar..." dijo haciendo ademán hacia nosotras dos. " Qué demonios está pasando?"

" Sólo nos estábamos conociendo." dijo de lo mas encantadora poniendo sus manos juntas como niña buena. La reacción de ella ante él me dejó desconcertada, era como si ella le guardara cierto respeto o incluso miedo.

"Sí, seguro." me miró a mi directamente por primera vez desde que entró y su mirada era demasiado sombría, como si tuviera una máscara puesta. "Estás bien?" Me preguntó. Asentí mientras me acariciaba el brazo izquierdo, cierta manía que tenía cuando estaba nerviosa.

"Sofía, vamos a mi oficina." él salió disparado con rumbo a las escaleras y ella fue por su bolso que estaba en el sofá, no sin antes fulminarme con la mirada. Cuando ella estuvo a mitad de escalera, Raúl entró y la vio, luego me miró a mí y volvió a mirarla a ella.

"Todo bien?" Preguntó con bastante preocupación.

"Sí, todo bien. Cómo les fue?"

"Bien."

Me encantaba lo expresivo que podría llegar a ser Raúl algunas veces.
"Voy a ir por mis cosas." le dije y me disparé como bala por las escaleras, tenía pensado ir a escuchar la conversación que tendrían esos dos.

Cuando llegué al pasillo de la oficina de Dante empecé a caminar sobre mis puntillas, era difícil que oyera mis pasos incluso si caminaba normal pero no me quería arriesgar. Cuando estuve frente a su puerta traté de que la sombras de mis pies no se filtraran por abajo, así que me aferré a la pared de al lado, puse mi oreja en la ranura de la puerta y abrí mis sentidos.

" Tienes que entender que era algo de vida o muerte..." Oí la voz de ella en tono de suplica.

"Lo que tú tienes que entender es que yo pongo las reglas aquí." La voz de Dante estaba irreconocible, sonaba todo severo y prepotente.

"No creas que eso se me olvida."

"Lo que si se te olvida es que quiero que dejes de entrar aquí como si algo de lo que hay dentro te perteneciera."

El tono de Dante era claro, él mandaba.

"Te estás acostando con ella." lo dijo como una afirmación.

Pegué mi oreja aún más. Él duró un poco para responder, cuando pensé que ya no diría nada, dijo. "Olvídate de ella, ella no es nada aquí, no le des más importancia de la que no merece."

Mi corazón empezó a latir furioso dentro de mi caja torácica, otra vez me denigraba y me ponía por el suelo. Era obvio que él mandaba en algún modo, por qué decía esas cosas? Era para protegerme o porque en verdad así me veía.

"Pero aún no has respondido a mi pregunta, te la estas llevando a la cama?"

"Quiero que te quede claro Sofia que yo a ti no te doy cuentas de mi vida privada hace mucho."

"Te gusta ella porque es más joven. Sabes perfectamente que lo que hacías conmigo no lo podrás hacer con ella." dijo en tono burlón.

Y ahí, en ese momento ya había tenido suficiente, él me había mentido en muchos sentidos, la confianza a medias que le tenía cada día iba en picada. Me alejé de la puerta, ya no quería oír más, cada palabra dicha ahí dentro ayudo solo a que me desmoronara aún más.

El DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora