Capítulo 5

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This is your heart, it's alive, it's pumping blood..."

La ruidosa canción de NONONO que había puesto de ringtone en mi celular, me martillaba al lado de la cabeza.

Contesté la llamada sin saber quien era, "si?"

"Estás dormida?" La voz de Dante hizo que mis neuronas empezaran a funcionar y me senté de golpe en la cama.

"No lo estoy ahora. Gracias por el favor." Le devolví con sarcasmo.

"No hay de qué." El fue más sarcástico aún. "Prepárate que estoy afuera esperándote, nos vamos de viaje de carretera."

"Disculpa? Creo que acordamos que no nos volveríamos a ver."

"Yo no recuerdo acordar eso, de hecho, te dije que te invitaría a salir de nuevo."

"A lo que yo respondí que no!"

"No, tú me cerraste la puerta en la cara, que, a menos que sea un tipo de lenguaje mudo, no significa que no."

Ese tipo debió haber estudiado abogacía o algo por el estilo, no se podía ganar con él.

Resoplé ruidosamente para que entendiera mi disgusto.

"Bien, tomaré eso como un sí. Te espero en quince minutos." Y luego colgó.

Nadie tenía que decirme que mi vida estaba ensamblada por malas decisiones, yo lo sabía a ciencia cierta. Y esta salida con él, era una de esas decisiones que yo voluntariamente agregaba a la lista.

Me puse mis jeans más cómodos, una camiseta gris con forma de v en el cuello, botas negras a la altura de los tobillos y un cardigan negro. El clima de otoño estaba entrando más pronto de lo previsto y no quería arriesgarme a que la brisa me enfriara los huesos, era muy friolenta.

Salí media hora después, hasta pensé que se había ido, pero no, ahí estaba, todo despreocupado en su celular, sentado en los escalones del porche.

"A dónde vamos?"

El se giró de pronto y me dio una media sonrisa. "Sabía que ibas a salir."

Rodé mis ojos ante su arrogancia.

"Dónde está Raúl?" Pregunté para que no volviera a tocar el tema.

"Hoy es su día libre. Dame las llaves de tu carro." Ordenó.

Lo miré confusa, "para qué?"

El me tendió la mano en forma de petición, "nos vamos en él."

Levanté mis cejas en asombro.

"Qué?" Preguntó curioso.

"No, nada."

"Dime qué es?" Dijo como un niño impaciente.

"En serio quieres subirte a mi pedazo de carro? Seguro estás acostumbrado a otras cosas."

"Lo estoy, ciertamente. Pero no creo que quieras que pase lo de la otra noche, o sí?"

Oh.

"Claro que no!" Inicié camino hacia donde estaba estacionado el carro mientras sacaba las llaves.

Sentí los paso de Dante detrás de mí cuando iba jugueteando con las llaves en mi mano derecha. De un momento a otro, él me cruzó por el lado quitándomelas, tirándolas al aire y atrapándolas con expresión victoriosa.

"Yo conduzco."

Cuando iba a expresar mi descontento, ya él había entrado en el carro.

Acabé de ponerme el cinturón de seguridad y miré a Dante, que estaba como hipnotizado por los diamantes que estaban en el espejo retrovisor.

El DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora