Capítulo 29Para que mis planes de irme a Boston no se me arruinaran, decidí esperar a que mis padres se fueran a dormir, lo cual tomó un largo tiempo ya que mi padre estaba viendo un juego de baseball que no quería acabar. Cuando por fin sentí que no había nadie en la sala, decidí aventurarme y salir de mi habitación. Mi nueva misión era no toparme de camino hacia afuera con Benedict, Kevin o Nataniel, tres de los gatos mas maulladores que mis padres tienen, mi plan estaría totalmente arruinado. El hecho que este saliendo como una adolescente de casa de mis padres como si todavía tuviera un toque de queda me hizo pensar que en realidad necesitaba esto, necesitaba alejarme un poco y tomar mis propias decisiones sin tener que preocuparme si mis padres las van a aprobar o no.
Para mi sorpresa llegué al garaje sin encontrarme con ningún gato, en esta casa eso viene siendo como un pequeño milagro. Pensé hacer este viaje breve, solo quería que Dante supiera que lo sabía todo y que viera mi cara que aún no había sanado del todo y algunos de los moretones aun lucían un poco amarillento. Quería ver si era capaz de sentir algún tipo de remordimiento. Aunque tampoco podía mentirme demasiado, moría por verlo, sea cual fuera la razón, tenía que verlo. Solo llevaba mi mochila así que la tiré en el asiento del pasajero inmediatamente entre en mi carro. No lo había encendido en siglos así que por el bienestar del mismo debería esperar que calentara un poco, pero hoy no era el día para eso. Abrí la puerta del garaje con el control remoto e inmediatamente encendí el carro salí a la calle. Eran las doce de la media noche, así que las calles estaban desérticas, aquí después de las nueve no pasaba ni una ardilla trepándose en un árbol. Sabía que a la hora que estuviera cerca de Boston todo iba a ser diferente y eso me daba un poco de paranoia. El viaje era relativamente corto, pero como decidí no calentar el carro antes de salir, la calefacción no estaba funcionando en su máximo esplendor, así que mi decisión de solo usar un par de leggings, una sudadera y una chaqueta, sin guantes, gorro o jeans no era la mejor idea. Era obvio que las temperaturas tan bajas no iban a esperar que el invierno entrara completo. Quise distraer mi mente del frio y encendí la radio. Cada milla mas cerca que estaba de Boston me hacía sentir que esto no era una buena idea.
El tráfico fue super ligero y antes de lo esperado estaba en Boston y en menos tiempo, buscando parqueo en la calle donde el apartamento de Dante estaba. Cuando por fin encontré donde estacionar mi carro, con mis manos un poco sudorosas, abrí la puerta y salí en dirección al edificio de Dante. A pesar de haber llegando faltando quince minutos para la una, había unas cuantas personas en el lobby del edificio, lo cual fue de mucha ayuda, ya que no había previsto esta parte de mi plan. No quería ser vista por el recepcionista y que me impidiera el paso o que avisara a Dante de mi llegada. Escabulléndome entre el grupo de personas que estaban dispersas en el lobby como si estuvieran saliendo de alguna fiesta. Llegué al elevador y sin pensarlo dos veces entré. Sentí que el viaje hasta el piso de Dante se hizo eterno. Estuve a punto de bajarme en cualquiera de los pisos anteriores, pero ya era muy tarde. Cuando las puertas se abrieron, en realidad no sabía que esperar. ¿A Dante recibiéndome con brazos abiertos en el recibidor? ¿A Raúl de brazos cruzados y cara de desaprobación? De cualquier manera, ninguna de las opciones era lo que me esperaba. El silencio y la oscuridad daba a indicar que ambos o no estaban en casa o ya estaban dormidos. Mi plan iba cuesta abajo enormemente. Solo tenía dos opciones, irrumpir en la habitación de Dante o esperar a que despertara o llegara. Entré al apartamento pasando por el recibidor como ninja en una misión. Me pare brevemente en la ventana de la sala con vista hacia la ciudad y suspire. Recordé los días en los que pasé encerrada aquí trabajando en las joyas. Los cuales se habían sentido muchos, pero la realidad es que Dante y yo no habíamos tenido la oportunidad de trabajar tanto juntos. En ese momento deseé que nada malo hubiera pasado y habernos quedado como estábamos. Porque fuera la que fuera la relación que él y yo teníamos, no quería darla por pérdida. Lamentablemente muchas cosas han pasado como para dejarlas pasar. Un ruido alrededor de las escaleras me hizo girar de impulso y mirar en esa dirección. La mirada confusa de Dante se topó con mi mirada sorprendida. Ambos duramos unos segundos para recuperarnos de nuestras respectivas reacciones. Dante fue el primero en reaccionar bajando la escalera de a dos pasos y frenando repentinamente justo a unos pasos de distancia de mí.
"Maura..." dijo, aún confundido.
"Rackozy." Dije secamente.
"No entiendo. ¿Qué haces aquí?" Dante aún seguía confundido, pero también podía notar algo mas en su manera de hablar. Estaba tomado.
No podía esperarme mas para enfrentarlo, aunque nunca me imagine que me tocaría hacerlo con el estando en este estado.
"Lo sé todo, Dante...""Vamos por parte, ¿qué rayos haces aquí?" esta vez sus palabras salieron mas claras, pero era evidente que había tomado bastante.
Rodé los ojos y me crucé de brazos, esta no era la manera en la que quería que las cosas sucedieran. "Sabes qué? ¡Mejor me voy y vuelvo cuando no estés ahogando tus culpas en alcohol!" me acomodé la mochila y empecé a caminar hacia la puerta principal.
"Maura, espera." Dante movió su mano en mi dirección para tratar de detenerme, pero no llego a tocarme. "Olvídalo, es mejor que te vayas."
En ese momento fui yo la que quiso detenerse. No había viajado todo este trayecto para tener que irme y volver para solo decirle sus verdades. "Sabes que Dante Rackozy? ¡Eres un imbécil ambicioso! Maldigo el día en el que te cruzaste en mi camino. ¡Aún no puedo creer que hayas puesto mi vida en peligro solo por unos malditos diamantes!" mis palabras a penas podían salir porque el nudo que tenía en mi garganta para no dejar salir mis lágrimas, no me permitía articular bien.
"Maura," Dante intento acercarse a mí, pero yo di un paso atrás alejándome de él.
"Eres peor de lo que pensaba. Hipócrita. Mientras fingías protegerme, me ponías en riesgo. ¡Eres un mentiroso!" mis esfuerzos por resguardar mis lágrimas habían fallado horriblemente y ahora estas corrían como río por mis mejillas.
Dante lucía vencido, no tenía palabras para defenderse y esto por alguna razón me daba rabia. Me acerqué a él con furia y lo empujé con ambas manos, pero el apenas se movió. "Di algo!"
Él apenas levantó la mirada hacia mí, pero ni podía mirarme a los ojos.
"¡Vamos, defiéndete con uno de tus argumentos hipócrita!" lo volví a empujar, esta vez el impacto lo movió un paso atrás. Se sentía bien poder afectarlo de alguna manera. Así que volví a empujarlo, pero esta vez el agarró mis manos con las suyas y me miró a los ojos.
"Me merezco todo lo peor. Lo sé, de eso estoy consciente. Así que haz lo que quieras de mí." El soltó mis manos y abrió ampliamente sus brazos. "Merezco más que ser empujado, aquí estoy."
"Crees que cualquiera cosa que yo pueda hacerte va a devolver el tiempo y evitar que esos sicarios me secuestraran?!"
Dante apretó la mandíbula y dijo en tono bastante alto, "crees que no lo sé?!"
A pesar de que su voz en ese tono me asustó un poco no iba a permitir ser intimidada, "pues no parece que lo sepas!" dije a todo pulmón.
"Lo siento no va a resolver nada, así que haz lo que tengas que hacer." Dante me sostuvo la mirada, llena de rabia y dolor. Se que estaba arrepentido, pero como ya habíamos establecido, eso no iba a resolver nada.
"Eso es todo. Ya me voy." Me volví a acomodar la mochila, que para este entonces había olvidado que llevaba y empecé a caminar hacia la puerta. Dante volvió su mirada a la ventana por la cual yo estaba mirando antes y luché con todo mi ser por no devolverme e intentar arrojarlo por la misma. Antes de llegar a la puerta principal, Raúl salió de una de las puertas adyacentes a la entrada asustando el alma fuera de mi cuerpo.
"Jesús!" dije, como para mí misma.
"Rackozy, tenemos problemas." Raúl grito antes de llegar a la sala donde Dante aun miraba por la ventana. Sin ni siquiera girarse el preguntó , "Qué pasa?"
"El señor Borges acaba de llamar para informarte que tus socios creen que tienes los diamantes y acaban de enviar a sus hombres para acá. Borges dice que los van a obtener a como de lugar. Si sabes a lo que me refiero."
Dante respiró profundo y cuando exhaló dijo, "mierda!"
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El Diamante
RomanceLa vida de Maura Prym no tenía muchas emociones, hasta que conoce al traficante de piedras preciosas más buscado, haciendo que todo diera un giro para ella.