Capítulo 28

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Después que había retomado mis fuerzas y había convencido a mi madre de que podía hacer las cosas más básicas por mí misma, me sumergí en una rutina de levantarme, salir a caminar por media hora-no podría hacerlo por más tiempo porque las bajas temperaturas de a mediados de otoño, aquí en Nueva Inglaterra me entumecerían-, regresar a casa, ducharme, tomar café y leer. Estaba harta del encierro, aunque podía entrar y salir cuando quería, mi encierro no era en la casa, sino en el pueblo donde mis padres vivían. Habían pasado dos semanas desde que Brianna me había traído a casa de mis padres, pero se sentían como si fueran dos meses. Bri había venido un par de veces después que me trajo por primera vez y una de ellas vino con Mike para así poder traer mi carro. Le había pedido que trajera a Wenni la cual seguía en casa de Dante según lo último que Bri me había informado, pero ella pensó que era mejor dejarla allá, ya que la casa de mis padres pronto sería de los gatos de tantos que había, Bri no estaba segura como sería la relación de un mapache con los gatos. Bri ya no estaba tan encantada con Wenni de todos modos por el hecho de que había crecido bastante y en lugar de parecerle tierna ya le empezaba a lucir aterradora. A pesar de que mi carro había estado ya aquí por más de una semana, no había tenido el deseo de ir a inspeccionarlo y mucho menos la necesidad de usarlo. Hoy por otro lado no estaba dispuesta a seguir la rutina que tenía programada así que decidí tomar el día para inspeccionarlo. Cuando salí de mi habitación, me dirigí de inmediato al garaje tratando de esquivar a uno de los gatos que empezaba a hacer guardia frente a mi habitación. El gato y yo nos miramos brevemente mientras pasaba por su lado. Pasando por la cocina oí a mi madre decir, "Maura, está muy frío afuera y solo traes un abrigo ligero." Sin mirarla y sin detener el paso le dije que no iba hacia afuera, solo al garaje. No tenía que verla para saber que hizo una cara de desaprobación. La puerta de atrás de la cocina conectaba directamente con el garaje, así que técnicamente ni siquiera estaba saliendo, pero la temperatura del garaje era muy diferente a la de la casa. Aquí no había sistema de calefacción y aunque no se sentía como estar afuera, definitivamente el calor de la casa no se sentía tan intenso.

Inmediatamente entré al garaje vi mi carro ahí estacionado. Muchos recuerdos llegaron a mi mente al mismo tiempo, uno de ellos, el que menos deseaba. La última vez que había estado así de cerca de mí carro, fue cuando fuí secuestrada. No quería revivir nada de eso porque apenas podía reprimir la pesadilla que tuve anoche. Que no era precisamente una pesadilla, sino un recuerdo. Sacudí mi cabeza y me dirigí con determinación hacia la puerta del conductor. Cuando la abrí, suspiré y me senté detrás del volante. Estaba frío como era de esperarse. Le di una rápida inspección, todo estaba limpio y organizado, no exactamente como yo lo había dejado. Todo estaba muy limpio y eso me sacó de órbita. Algo no estaba del todo bien. Faltaba algo. Cuando volví a pasar mis ojos por cada detalle del interior de mi carro me di cuenta de lo que era. Definitivamente faltaba algo, los diamantes que Dante había puesto en el espejo retrovisor cuando lo llevó a reparar tiempo atrás. Por alguna razón eso me hizo sentir intranquila. Por qué Dante los removería? Mi cabeza, que había estado solo enfocada en pesadillas, malos recuerdos y como evadirlos, se puso en función teniendo algo mejor en lo que pensar. Había recordado que la vez que habíamos hablado de los diamantes él se había puesto un poco intenso, pero no tenía la menor idea de que iba eso. Estaba por creer que los diamantes eran de hecho reales. Salí del carro y empecé a caminar dentro del garaje mientras pensaba. El único que podría saber que esos diamantes eran reales era Dante, por tal razón el seguro los había removido. A menos que, alguien le haya sacado esa información a la fuerza, lo cual era poco probable, pero no imposible. A lo mejor necesitaba dinero extra? No, no creo. La última y única vez que estuve en su bóveda me di cuenta de que dinero era lo que menos Dante Rackozy tenía de que preocuparse. De cualquiera manera, la ausencia de los diamantes significaba una sola cosa, alguien había estado en mi carro y eso me ponía intranquila. En ese momento la idea de algo peor me cayó como un balde de agua fría. Qué tal si estos eran los dichosos diamantes perdidos que esos tipos tanto querían? De repente paré de caminar de lado a lado y analicé esta teoría más detalladamente. Todo encajaba perfecto. Dante estaba lidiando con personas peligrosas, él me había dicho una vez que las cosas no estaban bien con sus socios por algo que él había hecho. Sería que el tomó estos diamantes de alguna bóveda de sus socios, los escondió en mi carro, sería el último lugar donde ellos buscarían, asumo. Otra realización me cayó de repente; Dante puso las rocas más buscadas por sus socios peligrosos en mi carro. En mi carro. Poniéndome a en peligro! Mi sangre empezó a hervir. Mi enojo no tenía comparación. Brianna tenía toda la razón Dante es peligroso, no solo las personas que lo rodean. Él es peligroso. Me había expuesto como nadie después de su supuesta preocupación por mi seguridad y él me había puesto en peligro en primer lugar. Quería salir corriendo a buscarlo y tirarle todo lo que encontrara en mi camino.

"Maura?" mi padre se encontraba en la puerta del garaje mirándome con preocupación.

Su voz me sacó del trance en el que estaba asustándome a muerte.

"Qué pasa?" pregunté después de que me recuperé del susto de oírlo y verlo ahí parado.

"Te he llamado varias veces y cuando entré al garaje te vi ahí parada atónita, pensé que estabas teniendo algún tipo de ataque de ansiedad." Dijo mientras se dirigía hacia mí.

"Ataque de ansiedad?" dije levantando una ceja.

"Pues sí. Tu madre y yo estamos preocupados de que no estés bien emocionalmente después del accidente." Él puso su codo izquierdo encima de mi carro y me siguió mirando preocupado. "Quedó bastante bien no? Digo para haberte accidentado de la manera que estabas, tu carro lo repararon de inmediato. Qué seguro de carros tienes en Boston?"

Mi padre siguió hablando pero yo ya no lo escuchaba. Primero porque no quería seguir con esta conversación porque significaba que tenía que mentirle y segundo porque mi cabeza volvió a saltar a Dante Rackozy. Tenía que verlo, tenía que gritarle en la cara, golpearlo o robar su bóveda. Lo que fuera que le doliera más. Mi encierro en este pueblo ya estaba por llegar a su fin. Y el señor Rackozy y yo nos veríamos las caras aunque sea lo último que haga.

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