Todo bien?" Dante introdujo solo su cabeza por la puerta de el estudio.
Me había dejado sola por unas horas para que me acomodara y trabajara en paz por un rato. Muy considerado de su parte. Al parecer mi cara de horror cuando me dijo que estaremos encerrados juntos la mayor parte del tiempo me delató.
No es que estaba tan horrorizada de tenerlo todo el día cerca de mí, mi temor era que acabara más embobada por él. Que me enamorara de él de verdad. Aunque podría ser todo lo contrario, que tenerlo tanto tiempo cerca haga que lo aborrezca, y eso también me espanta un poco.
"Sí." Dije subiendo la mirada de mí material de trabajo. Él estaba preparado y me mostró todo lo que había comprado para yo poder trabajar, eso le dio puntos extras. Sí, más puntos extras.
Entró con Wenni en sus brazos. Me extrañó que lo llevaba pegado a su pecho, la última vez que lo agarró casi lo tiró al piso.
"Cómo está mi mascota?" Levanté mis brazos por encima del escritorio para que él lo depositara en mis brazos.
"Vacunado, limpio y saludable."
Lo arrullé inmediatamente lo tuve conmigo.
"Ah, y es hembra."
Abrí mis ojos enormes, vi a Dante a ver si había algún rastro de broma en su rostro y al registrar ningún signo de estar tomándome el pelo, bajé mi mirada a Wenni.
"Oh." Le acaricié la cabecita. "Por suerte le puse un nombre unisex."
"Aquí está la lista de cosas que puede y no puede comer si lo vas a mantener contigo." Posó una lista encima del escritorio. "Compré la lista completa, está abajo. Te la doy para que ni se te ocurra darle algo que no debe comer."
Estaba realmente impresionada. Dante necesitaba parar.
Se encaminó hasta la puerta, la abrió y se giró para mirarme. "Vamos a comer, Hulk nos trajo el almuerzo."
Oh buen Dios, este trabajo era demasiado fácil, no puedo creer que me vayan a pagar por pasar el día con el tipo que me trae loca, haciendo lo que me gusta y para coronar todo eso, no tengo que ni siquiera ordenar comida china.
Salimos del estudio con rumbo al comedor y por supuesto yo iba a paso de tortuga cuando tuve que usar las escaleras, realmente lucían como si estuvieran suspendidas en el aire, terrorífico. Dante miró por encima de su hombro y lo vi tratando de ocultar su risa. "Qué haces?" Dijo como si sus ojos no podrían creer que iba casi gateando escaleras abajo.
"Tratando de bajar tus escaleras asesinas. Cómo usas estas cosas todos los días?" Bajé el último escalón dándole gracias a Dios por llegar completa al primer piso.
"Son seguras." Retomó su camino. "Prefiero las escaleras." Dijo lo último casi imperceptible.
Deposité a Wenni en su nueva cama y la lleve cerca de mi silla en el comedor para mantener un ojo en ella. Almorzamos en un silencio cómodo, Tomándonos nuestro tiempo. Cuando terminamos Dante hizo café, el mío me lo dio sin azúcar y asumo que él suyo estaba como almíbar.
Proseguí mi trabajo mientras Dante hacía no se qué fuera de su estudio, imagino que era para que me adaptara y relajara, ya que mañana nos tocará estar encerrados juntos. Tremenda tortura.
Para Wenni ser un mapache salvaje se sabía comportar, la dejé conmigo todo el rato en el estudio, mientras meticulosamente ponía piezas juntas y trabajaba arduamente haciendo que todo el desorden de piedras y materiales hicieran sentido.
Estaba muy concentrada en lo mío cuando el toque en la puerta hizo que se me resbalara de las manos un pequeño diamante.
"Adelante." Dije mientras me tiraba al piso a buscar la piedrecita.
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El Diamante
RomanceLa vida de Maura Prym no tenía muchas emociones, hasta que conoce al traficante de piedras preciosas más buscado, haciendo que todo diera un giro para ella.