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05:00 am

El sonido de mi celular me hizo mover mi mano derecha en la mesita de noche para tomarlo y con mis ojos casi cerrados ver quién diablos me llamaba a esta hora.

Jack 

Solté un bufido mientras mi celular seguía sonando. Me puse boca arriba para soltar un bostezo mientras contestaba.

— Hola —susurré y escuché la respiración agitada de Jack.

— Hola, nena, buenos días, ¿Cómo dormiste?—saludó un tanto emocionado y a la vez sofocado.

Jack Wilson, mi novio. El chico romántico que todas quieren tener pero me llamarán loca si les digo que casi no lo conozco.

— ¿Qué diablos haces a la cinco de la mañana que estás sofocado?—pregunté y escuché su risa.

— Siempre te olvidas de que salgo a correr y aproveché para llamarte, darte los buenos días y sobre todo, ¿porque no te quedaste conmigo anoche?—preguntó, siempre tan curioso.

¿Qué diablos te vas a inventar, Alice?

— No me quedé porque, porque —pensé unos segundos—. Porque Fernanda tenía cólicos, ya sabes por su periodo y le encanta que yo le mime cuando está así—contesté nerviosa.

— Está bien, ¿podemos comer hoy?, quiero verte —mordí mi labio inferior. Rayos, hoy, no.

— Tengo que cuidar de Fer, salir a desayunar con ella como todas las mañanas, luego irnos al yoga, luego tengo que arreglarme las uñas —dije mirando mis manos para inventarme la excusa que parece real, necesito otro esmalte—. ¿Acaso hoy no tienes mucho trabajo?

— Siempre tengo tiempo para ti, Alice. Mándame un mensaje, besos mi amor.

Colgué la llamada para poner el celular nuevamente en la mesita de noche.

Sentí algo que se metió entre mis piernas y sacó la cabeza entre las sábanas. Estaba despeinado, sus ojos achinados, me brindó una sexy sonrisa mostrando sus hoyuelos coquetos para soltar un bostezo.

Noah Davis, mi ex novio.

¿Se preguntarán qué hago en la cama con mi ex? Pues, más adelante se darán cuenta.

— ¿Quién diablos te llama a la cinco de la mañana?—preguntó y levanté las cejas—. Era tu enamorado, novio, más bien, tu juguete.

— Quería verme pero le inventé un cuento —dije rodeando su cuello con mis manos.

— Como siempre —dijo negando con la cabeza y reímos—. Vamos a darte los buenos días a mi manera.

Me besó salvajemente mientras me dejaba llevar de sus labios, los cuales atacaban los míos sin piedad.

Bajo a mi cuello, repartiendo besos provocando un suspiro de mi parte y que mi piel se erizara por completo.

Me tiene adicta a él.

Quité las sábanas que cubrían nuestros cuerpo para dar vuelta sobre la cama y seguir devorando nuestras bocas, mientras sus manos se paseaban por mi espalda desnuda hasta llegar a mi trasero y masajearlo.

Mientras besaba su cuello, Noah buscó un preservativo debajo de su almohada y se lo puso rápidamente.

Dimos vuelta rápidamente y entró en mi bruscamente haciéndome soltar un gemido, provocando una sonrisa en su rostro.

Se empezó a mover rápidamente desatando todas las sensaciones en mi. Mordí mi labio inferior para clavar mis uñas en su espalda mientras me penetraba.

Se levantó para agarrar mi cintura y embestirme rápidamente.

Sus ojos mieles estaban oscuros y me miraban fijamente. Una ligera capa de sudor se hacía presente en su frente.

— ¡Noah!—gemí y soltó una sonrisa maliciosa para continuar hasta soltar un gruñido que daba paso a su orgasmo.

Terminó con su frente pegada a la mía mientras nuestros pechos subían y bajaban rápidamente.

Sonó un celular y miramos a la mesita de noche rápidamente.

— Es mi alarma —dijo sofocado y salió de mi para apagar su recordatorio de cada mañana—. Tengo que irme a trabajar.

— Quédate un rato más —le pedí poniéndome de rodillas en la cama para acercarme a su cuerpo desnudo.

— Sé que pensaste que era él —mordió mi labio inferior—. Pobre infeliz, él es un santo y tú una diabla.

— Solo tuya —le susurré para empezar a besarlo.

— Tengo que irme a trabajar —dijo despegándose para irse al baño dejándome ver su trasero.

Me tiré en la cama boca arriba y mordí mi labio inferior.

Vaya manera de darme los buenos días, Noah.

Solo tuya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora