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1 mes después

— Entonces, nunca encontró mi número porque el muy estúpido, lo anotó mal —dijo Fernanda haciéndome reír.

Había pasado un mes desde que estaba en el hospital, luego me dieron de alta y Jack, me trajo nuevamente para su casa y no pude evitar pensar en el día de nuestra boda. No había pisado esta casa desde ese día.

Fernanda, se ha dedicado a cuidarte en este mes hasta que pudiese hacer todo por mi cuenta, que claramente ya puedo pero me quieren consentir en todo, incluso, Jack llama cada cinco minutos para ver si tengo algún que otro antojo.

Me hubiese gustado visitar la tumba de Noah para decirle, aunque no me escuchara, que no fue su culpa y que el no fue quien disparó el arma, pero tengo que guardar reposo.

— Hola, estoy en casa —dijo Jack entrando a la habitación con unas bolsas.

— Llegó mi relevo —dijo Fer estirándose y levantándose de la cama para acercarse a Jack—. ¿Qué me trajiste?

— A ti no te traje nada —Fer hizo una mueca y reí—. No estás ni herida ni embarazada y mucho menos te antojas de algo.

— Vete al diablo, si —le dijo Fer riéndose.

— Respeta al bebé, si —le dijo en el mismo tono y le saco la lengua.

— Nos vemos mañana —me dijo para besar mi frente—. Me guardas helado.

Fernanda salió de la habitación para irse a su apartamento. Me quedé observando en cómo Jack se quitaba la ropa hasta quedar en bóxer. Se sentó a mi lado en la cama.

— ¿Cómo te sientes?—me preguntó mirándome y se acercó para besar mi vientre un poco notable ya—. Hola bebe de papá.

— Me siento bien, aunque ustedes no me dejan hacer nada —dije poniendo los ojos en blanco.

— El doctor, dijo reposo en absoluto —dijo Jack recalcando cada palabra.

— ¿Cómo estuvo tu día?—le pregunté.

— Bien —dijo mirándome—. Estuve en el cementerio.

— Jack....

— Le puse flores y limpié su tumba como me habías comentado que querías pero sobre todo, le dije que no fue su culpa, que tú fuiste quien disparo el arma —bajé la mirada.

— Jack, no debiste de hacer todo...esto —levantó mi barbilla.

— Lo hago porque te amo y porque vamos a tener un bebé pero quiero hacerte feliz.

— Te hice mucho daño —dije mirándolo.

— Fuimos victimas de Noah. No debes de culparte toda la vida por eso mi amor. Tenemos que retomar nuestras vidas y te amo, Alice —dijo para besarme.

— ¿Qué me trajiste?—pregunté divertida mientras Jack me empezaba a besar el cuello.

— Traje fresas, helado, están en la nevera y unas gomitas que te gustan pero me debes de convencerme para dártelas —dijo besando mi cuello para sonreír.

— No tengo que convencerte porque ya soy sólo tuya —dijo posando encima de mi con delicadeza.

— ¿Solo mía?—preguntó mirándome y sonreí.

— Solo tuya.

Solo tuya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora