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Pasearon por el puerto y Ji Yong escribió un poco más en el cuaderno, mientras SeungHyun se entretenía observando y contando los barcos, caminando de un lado a otro. Le hubiese gustado seguir leyendo, pero Ji Yong se había empeñado en que lo hiciese a solas, cuando regresasen a casa. Compraron comida para llevar de diversos puestos ambulantes con precios desorbitados para los turistas y, frente al muelle, mientras observaban los delfines, comieron palitos de pescado rebozado y  pollo frito marinado que se pasaban de una mano a otra, para finalizar con el famoso jogaetang.


—Odio el sabor de la almeja — farfulló SeungHyun.

— Pues menos mal — contempló el jogaetang ahora vacío —. ¿Cómo describirías este sabor?

SeungHyun se encogió de hombros.

— ¿Sabor a mar? O a sal. No lo sé. Tengo sed. Espera aquí, voy a comprar agua.

Ji Yong asintió con la cabeza, tiró el envase vacío en un contenedor de basura, sacó su cuaderno y anotó algunas cosas. Se sentó en el borde del muelle, con las piernas cruzadas y la mirada fija en el difuminado horizonte. SeungHyun se acomodó a su lado al regresar y le tendió la botella de agua. Permanecieron en silencio un buen rato.

— ¿Te has preguntado qué quieres hacer con tu vida? — indagó Ji Yong, sin dejar de contemplar el mar.

SeungHyun tardó en contestar.

— A veces solo el hecho de vivir ya me parece suficiente.

— Eso es triste.

— Créeme, hay cosas peores. Vivir tranquilo. Me basta con eso — aseguró y emitió un largo suspiro que Ji Yong no supo interpretar —. ¿Y tú? ¿Qué necesitas?

— Necesitar no es la palabra.

— Bien, quisquilloso. — Sonrió de lado —. ¿Qué quieres?

Ji Yong dudó. Se mordisqueó el labio inferior, arrancando algunas pielecitas.

— Lo que dijiste el otro día que para nosotros sería raro. Eso quiero. Creo. — Ante su ceño fruncido, especificó —: La noche de Halloween.

SeungHyun lo miró atentamente.

— ¿Trabajo, coche, casa, matrimonio, hijos...? — Sus ojos revolotearon nerviosos por su rostro —. ¿Eso?

— Puede ser. Quizás no todo dicho así, pero sí la seguridad, la estabilidad...  — Hizo una pausa —. ¿Por qué te sorprende?

— No me sorprende, es solo que a veces te miro y creo que el Ji Yong que conocía ya no existe..., pero entonces haces o dices algo que me hace dar cuenta de que sigue ahí, en alguna parte, solo que está perdido. Pero está ahí.

— Seung...

— No sé si se puede echar de menos algo que nunca has tenido, pero a veces lo siento así. Echo de menos cosas que no llegamos a vivir, momentos que solo han estado en mi cabeza. Y en casi todos esos momentos estás tú, Ji Yong — susurró y Ji Yong apoyó la cabeza en su hombro sin apartar los ojos del horizonte —. Echo de menos desayunar contigo antes de ir a la universidad e intentar convencerte para saltarnos un par de clases y que tú te resistas. Puedo ver la escena. Puedo verte a ti en el campus con la mochila colgada al hombro. Y echo de menos quedarme contigo en la habitación las tardes de tormenta, y risas y caricias y miradas que no han existido.

— Sé lo que quieres decir. De verdad que lo sé, SeungHyun.

Ninguno de los dos volvió a decir nada. Pasaron allí el resto de la tarde, ignorando las voces de los turistas que había a su alrededor, los niños que corrían y los vendedores ambulantes de comida. El día termino lentamente; empezó a oscurecer y unos nubarrones de color lavanda conquistaron el cielo.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2022 ⏰

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『다시 만나야 할 33 가지 이유 』 » GTOPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora