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Tumbado en la cama, SeungHyun sonrió al enviar su respuesta a Ji Yong.

Con la mirada clavada en el techo de la habitación, inhaló profundamente. A pesar de que hacía un buen rato que había salido de aquel antiguo edificio llevándose a su gato como rehén, todavía sentía la agitación en su estómago que se había desatado al verlo. Había imaginado un millón de veces cómo sería ese momento, pero nada le hacía sombra a la punzante realidad. En cuanto tropezó con la calidez de sus ojos, supo que nunca había dejado de quererlo. No podía. Era como si un hilo invisible los hubiese mantenido unidos desde pequeños...

Se dio la vuelta en la cama y miró al gato que ahora se lamía concienzudamente la pata derecha, sentado sobre la enorme alfombra que había en el suelo de su dormitorio.

— ¿Sabes...? Mantequilla es un nombre de mierda — dijo y el felino se giró hacia él cuando escuchó que alguien lo llamaba —.  Creo que debería cambiártelo. Podría llamarte... hum... ¿ qué te parece Elvis? «Elvis Presley, el rey». Mola mucho — asintió, dándose la razón a sí mismo —. Sí, tienes cara de Elvis. Ya no tendrás que volver a avergonzarte cuando alguien te nombre, colega.

SeungHyun estiró los brazos en alto cuando se incorporó en la cama. Alzó la mirada hasta el techo y empezó a contar en silencio, intentando calmarse y olvidar que Ji Yong había admitido odiarlo; «doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete...»

Después, salió de la habitación dejando que el gato terminase de limpiarse a solas como si necesitase intimidad para ello, y bajó las escaleras dispuesto a descubrir si quedaba mermelada de melocotón en la nevera.

Unos minutos más tarde, mientras se entretenía untando una tostada, escuchó el ruido de la puerta de la calle al cerrarse, seguido de las risas de Soo Hyuk y YoungBae.

— Eh, SeungHyun, prepárame otra de esas — pidió YoungBae en cuanto entró en la cocina.

— Háztela tú. Estoy ocupado — contestó y le dio un bocado al pan crujiente mientras daba un paso al frente para regresar a su habitación cuanto antes.

Soo Hyuk lo miró de reojo.

— ¿Ocupado tú? — Alzó una ceja en alto.

SeungHyun tragó con cierta dificultad, sin saborear apenas la mermelada. Había dejado el móvil en el dormitorio y estaba impaciente por ver si Ji Yong le había contestado.

— Sí, tengo infinidad de cosas que hacer. — Fijó la mirada en la pared, pensativo —. Como, por ejemplo, bañarme en la piscina o... bueno, comerme esta tostada. — Señaló, levantando en alto la mano donde la sostenía —. Así que...

Incapaz de pensar en nada más dio media vuelta, pero antes de que lograse escapar de la cocina, Soo Hyuk lo retuvo sujetándolo del hombro con firmeza.

— Dime qué demonios has hecho ahora. — Si se esforzaba, SeungHyun podía escuchar el rechinar de sus dientes. Era sorprendente que lo conociese tan bien —. Me prometiste que no te meterías en nada relacionado con Ji Yong. Y esa promesa sigue en pie, ¿cierto?

YoungBae dejó sobre la repisa de la cocina el tarro de la mermelada y los miró a ambos antes de inmiscuirse en la conversación.

— No se te habrá ocurrido ponerte en contacto con él, ¿no? — Ante el silencio, YoungBae lo asesinó con la mirada —. ¡No jodas, SeungHyun! ¡Se suponía que teníamos un acuerdo! Soo Hyuk es el único que puede conseguir que vuelva. ¡¿Qué parte del plan no entendiste?!

SeunHyun dio un paso hacia atrás y bajó la mirada al suelo sintiéndose un poco, solo un poco, culpable. Se revolvió el cabello con nerviosismo.

『다시 만나야 할 33 가지 이유 』 » GTOPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora