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Año 2004


SeungHyun tomo una pila de discos de vinilo y los transportó con cuidado hasta la mesa del escritorio donde el padre de Ji Yong estudiaba con interés unos ejemplares nuevos que había encargado la semana anterior.

El señor Kwon Young Hwan era un amante de los clásicos del rock, tenía ediciones muy valiosas y peculiares, y SeungHyun se ofrecía para ayudarlo cada vez que hacía un nuevo inventario y organizaba las estanterías donde guardaba los discos. Cualquier excusa era buena para pasar menos tiempo en su casa y todavía más si podía estar con el señor Kwon, el tipo de hombre que hubiese deseado tener como padre. No tenía nada que ver con su padrastro Bong-am ; eran polos opuestos.

El señor Young Hwan le había abierto las puertas de su hogar de par en par años atrás, poco después de que retase a su hijo a golpear aquella pelota de béisbol.

Le enseñó todo lo que sabía sobre música, a distinguir un acorde de otro y a apreciar la magia de cada melodía. Habían pasado muchas horas dentro de las cuatro paredes de su estudio. A veces, también los acompañaban YoungBae y Soo Hyuk. Y Ji Yong solía entrar con sigilo cuando ya llevaban allí un buen rato, siempre con un libro en la mano, para dejarse caer sobre la alfombra que había en el centro de la estancia y seguir con la lectura.

— Deberíamos repasar de nuevo los de la letra efe. Aquí se nos ha colado uno. — Young Hwan le tendió con delicadeza el disco y SeungHyun lo miró con interés antes de depositarlo en la estantería correspondiente.

— Vale. Ahora los miro — dijo —. ¿Ponemos música mientras tanto?

— Claro. — Young Hwan le sonrió; unas arrugas amables aparecían en las comisuras de sus ojos claros cuando lo hacía —. Elige tú, chico.

— ¿Pink Floyd?

— Siempre Pink Floyd... — El señor Young Hwan negó con la cabeza y lo miró divertido. De todos los grupos que coleccionaba y veneraba, aquel no era precisamente su preferido, aunque le gustaba escucharlo de vez en cuando —. ¿Se puede saber por qué te gusta tanto?

— No lo sé. — SeungHyun se encogió de hombros y colocó sobre la enorme pila de discos otro más —. Puede que sea porque... está roto. Todo está roto.

Young Hwan frunció el ceño y no llegó a responder porque Ji Yong abrió la puerta en ese momento y entró. Se cruzó de brazos frente a ellos.

— ¿Saben acaso qué hora es? ¡Me muero de hambre!

SeungHhyun arqueó una ceja y lo miró divertido.

— Llevas chocolate en la mejilla, Yongie.

— ¡Por culpa suya! — Se limpió con brusquedad. Lo habían atrapado —. Aun así sigo teniendo hambre. Y deja de llamarme Yongie.

Young Hwan prorrumpió en una de esas carcajadas que parecían aletear por la habitación tiempo después, como si su risa fuese más vigorosa que la de los demás.

— Está bien. Seguiremos luego, ¿de acuerdo, chico? Es sábado, tenemos toda la tarde. — SeungHyun asintió con la cabeza —. Veamos qué podemos hacer para comer...

『다시 만나야 할 33 가지 이유 』 » GTOPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora