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Año 2010


Ji Yong se acomodó entre los cojines del sofá mientras presionaba con insistencia el botón de «siguiente» del mando a distancia, tratando de encontrar algún programa decente que amenizase aquel aburrido jueves.

Su padre acababa de marcharse a la ciudad, donde trabajaba como vigilante nocturno en un edificio de oficinas, después de haber cenado juntos una pizza. Estaba palmeándose el estómago con gesto ausente, cuando llamaron al timbre. Algo sorprendido, dado que ya había anochecido, se puso en pie y se calzó las zapatillas.

En cuanto abrió la puerta, emitió un gemido ahogado al encontrarse con el rostro magullado y ensangrentado de SeungHyun.

— ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios! SeungHyun, ¿estás bien? — Se hizo a un lado para dejarlo pasar —. SeungHyun, ¡di algo, por favor!

SeungHyun dio un paso al frente con la mirada clavada en el suelo de madera. La puerta se cerró a su espalda con un golpe seco que retumbó en el silencio de la noche. Todavía sin mirarlo, extendió los brazos buscando el calor de su cuerpo y lo estrechó con desesperación contra su pecho.

— Estoy bien — le susurró al oído —. Tranquilo...

Se hubiese quedado así para siempre; pegado a Ji Yong, unidos en cierto modo, sin decir nada, sin más preguntas ni más respuestas. Solo silencio... y la calidez y el agradable aroma a vainilla que Ji Yong emanaba.

Suspiró hondo cuando Ji Yong se apartó para evaluar su rostro con atención. Y de inmediato sintió el peso de la culpabilidad al ver que se enjugaba una lágrima con el dorso de la mano. No tendría que haber ido allí. Justo ahora.

— Siento haber venido...

— SeungHyun, ¡deja de decir tonterías! Ven, siéntate en el sofá. — Tomo su brazo y lo acompañó hasta el comedor —. Quédate aquí, ¿de acuerdo? Voy a por algunas cosas para curarte. No te muevas. 

— No me muevo.

Regresó del baño llevando un cuenco con agua, gasas, desinfectante y un antiséptico. Tras dejar todos aquellos utensilios sobre la mesita, se sentó junto a SeungHyun en el sofá. Temblaba cuando se inclinó sobre su rostro para inspeccionarlo.

Tenía un corte en el labio inferior y la sangre, ya seca, formaba un reguero rojizo que se perdía bajo su barbilla. Por lo demás, se entreveían algunos rasguños superficiales en la mejilla derecha y la piel que cubría el pómulo izquierdo empezaba a mostrar un color amarillento.

— ¿Cómo puede hacerte esto? — preguntó.

SeungHyun no respondió. Ji Yong sintió las lágrimas agolparse de nuevo en los párpados y su mirada se tornó borrosa. Respiró hondo, tratando de contener la angustia.

— No te preocupes. — Pasó la mano por su frente con ternura, apartándole el cabello castaño hacia atrás. SeungHyun se estremeció ante el contacto —. Yo cuidaré de ti.

Después, todavía trémulo, se apresuró a tomar el trapo, meterlo en el cuenco y escurrir el agua sobrante. Lo deslizó con cuidado por su barbilla, las mejillas, los labios... Limpió todas las heridas; las que podían verse y las que SeungHyun se callaba. Cuando terminó, aplicó el desinfectante y antes de tomar el antiséptico, rompió aquel prolongado silencio.

— ¿Qué ha pasado?

SeungHyun rehuyó su mirada. Odiaba mentirle, y esa noche tenía que hacerlo.

— Lo de siempre.

— ¿Y qué es exactamente «lo de siempre»? — Presionó la herida de la mejilla con un algodón y SeungHyun gruñó, molesto por el escozor —. ¿Por qué tienes que defenderla? ¡Ella quiere seguir con ese monstruo, es su decisión! — exclamó consternado —. ¿Por qué dejas que te hagan esto? ¡Bong-am ni siquiera es tu padre...! ¡No deberías...! ¡No tienes que aguantarlo más! — gritó, e hizo una pausa para inspirar hondo porque le faltaba el aire y su voz sonaba entrecortada.

『다시 만나야 할 33 가지 이유 』 » GTOPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora