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Soledad. Era lo que las paredes de esa gran casa me transmitían.
Al ser la única hija y heredera de los dueños de la casa Kyogoku, una de las casas más prestigiosas del distrito rojo, según a palabras de mis padres sin olvidar sus conocidos me volvía a mi alguien importante y a los rumores de los demás habitantes del distrito mi "belleza" ayudaría a atraer más clientela, algo bueno según mis padres. Después de todo heredaría el negocio familiar.
Desde mi niñez mi vida se volvió monótona. Estudios en negocios para en mi futuro ser una buena heredera y las clases de etiqueta, vestimenta, música, para ser una buena dama y esposa.
El estrés de tener que ser la hija perfecta era demasiado. Adoraba a mis padres después de todo ellos son los seres que me dieron la vida, pero el siempre estar sola, el nunca tener alguien, una amiga un amigo con quien hablar con honestidad de tus problemas me ponía triste.
Saludos con respecto y miradas de celos era lo único que obtenía de las jóvenes de la casa, a excepción de las más pequeñas, ellas eran las únicas que me hablaban como si fuera su madre.
Fue hasta esa noche nevada de invierno que mi vida volvió a retomar un nuevo camino.
Cansada de estudiar mis lecciones cotidianas decidí escaparme a escondidas para caminar en la oscuridad del bosque mientras que la blanca y fría nieve comenzaba a caer.
De ser una caminata tranquila se convirtió en una carrera por sobrevivir, el ser hija de los dueños de la casa Kyogoku me convertía en un blanco fácil para ganar dinero a los diferentes bandidos y hombres que querían mi mano, lo cual harían cualquier cosa solo para desposarme.
El miedo y la desesperación se apoderaron de mi al tener aquel hombre enfrente con su sonrisa burlona sujetándome con fuerza sin darme ninguna oportunidad de escape.
—Así que los rumores eran ciertos, eres más hermosa de lo que imaginaba —hablo burlesco el hombre mientras acercaba su rostro al mío—. Espero que sepas complacerme querida esposa, después de todo lo tuyo es mío.
Mi vista borrosa por mis lágrimas y las diversas escenas desagradables que transcurrían por mi mente eran aterradoras.
Sorpresa fue lo siguiente que sentí, el hombre que estaba frente a mi hace unos minutos ahora se encontraba a unos metros de distancia en el suelo mientras gritaba aterrorizado pidiendo alguna ayuda.
Un hombre alto de tez gris pálida me daba la espalda, su cabello negro daba un degradado a verde a sus puntas.
Los gritos aterrorizados y de agonía era lo único a escuchar mientras que aquel par de guadañas de sangre desgarraban el cuerpo en la fría nieve blanca ahora roja.
Mi ángel de la guardia había resultado ser un mismísimo demonio.
El naranja brillante junto al verde y rojo de tú mirada me hipnotizo. Una hermosa combinación que nunca llegue a imaginar.
Tú mirada analizándome a la distancia no me asustaba, al contrario, me intrigaba.
Y si mi vida seria arrebatada por el demonio que me salvo de ser una esclava por el resto de mi vida lo aceptaría con honor. Pero no fue así, solo dejaste de verme y comenzaste a dirigirte en la oscuridad del bosque.
—Espera... — mi voz en un leve susurro salió provocando que detuvieras tu andar viéndome sobre tu hombro—. Gracias.
En silencio y sin decir palabras comenzaste a retomar tu caminar hasta perderte completamente de mi campo de visión.
Fue la primera vez que te vi, la primera vez que pensé que incluso el infierno podía ser el mismo cielo.
Después de todo un demonio para mí se convirtió en un mismo ángel.
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Hola queridos lectores, espero se encuentren todos bien. Aquí un nuevo proyecto, e visto que no existen tantas historias de Gyutaro asi que quiero dar mi pequeño aporte para que más lectores lo conozcan.
Algo que me gustaría que tuvieran en cuenta en esta historia será proyectada/establecida muchos años antes del arco del distrito rojo actualmente y en esta historia en edades humanas Daki tendrá una apariencia de alguien de 18 años (aunque sabemos que ella fue convertida a los 13 años).
Espero les guste y le den su apoyo a esta idea. Los quiero ♡
