41

2.5K 279 48
                                    




—Eres tú...

Tenía miedo de cerrar los ojos y que desapareciera.

En realidad era él... había venido desde tan lejos solo por mi. Acariciaba con timidez su rostro, su piel fría pero a la vez cálida, su mirada hipnótica que tanto me gustaba me observaba con una gran cantidad de emociones que serían difíciles para su ser describirlas, pero no para mi.

El resonar de unos aplausos hizo que volteáramos a la dirección del sonido.

La sonrisa no abandonaba su rostro. Pareciera que su piel se rompería a causa de la misma, sin embargo sus dos compañeros se encontraban a sus espaldas. Pendientes de cualquier ataque del recién llegado.

—Fue una entrada bastante dramática compañero. Aunque lo agradezco —Carcajeo—. Conseguiste rescatar mi joya, y exterminar al traidor —menciono mirando al cuerpo aplastado del que alguna vez fue su compañero en el suelo—. Odio dejar cuentas sueltas por eso mismo te dejaré que me pidas lo que quieras, pero antes... linda, ve por ella.

Gyutaro al ver las intenciones de la demonio gruñó molesto logrando que se detuviera.

—Ni te acerques.

—Al parecer no soy el único en querer a mi joya. Así que el olor a demonio que desprendías era porque tenías comunicación con uno. Y no uno cualquiera sino con la mismísima Sexta Luna —habló dramáticamente—. Me halaga que esté interesado en la humana, pero por desgracia ella tiene dueño.

—Ella no es un objeto para pertenecer.

—Te equivocas. Creo que es bastante claro que es de mi propiedad, si no fuera así no me tomaría tantas molestias en marcar su linda piel.

Los gruñidos de Gyutaro cada vez se escuchaban más fuertes. Sentía sus manos temblar por el enojo. Sabía que se estaba conteniendo, aunque no sería por mucho.

Que el líder siguiera hablando de mis heridas no ayudaba. Sentía un revoltijo en mi estómago al recordar el nacimiento de mis marcas.

Las principales; el hambre y la diversión.

En un intento de olvidar donde me encontraba escondí mi cabeza en su pecho, me era fácil ya que aun me mantenía sujeta en sus brazos.

—¿Quiero irme? Por favor... vámonos.

Para el oído humano mis palabras no eran audibles. Pero para el de un demonio no era un problema, por lo que era consciente que los tres restantes me habían escuchado claramente.

El agarre de Gyutaro se hizo un poco más fuerte pero no llegando a lastimarme.

—¡Mátenlos!




















































Creo que nunca en mi corta vida había experimentado tanta adrenalina. Lo abrazaba con fuerza para no caerme ante lo rápido que íbamos.

Corriendo y saltando se encargaba de esquivar los diversos ataques que eran dirigidos hacia nosotros por el inmenso bosque. Gyutaro era veloz a comparación de nuestros perseguidores, a excepción de Inori que estuvo a punto de atraparnos. Milagrosamente Gyutaro fue capaz de contratacar su ataque mandándola lejos con una patada.

Confundida lo mire al detenernos. Al igual que él miraba a nuestro alrededor por si había algo extraño. No obstante, seria imposible para mis sentidos el lograr sentirlos llegar.

—Escucha con atención, no muy lejos de aquí al otro lado de la montaña se encuentra un pueblo. Iras a pedir ayuda y mantenerte a salvo.

—¡¿Y tú?! ¡No solo me buscan a mi, si no a ti también por mi culpa! ¡Tal vez si pensamos en algo para poder huir juntos podrimos...

𝔻𝔼𝕊𝕋𝕀ℕ𝔸𝔻𝕆𝕊 || 𝐆𝐲𝐮𝐭𝐚𝐫𝐨 𝐲 𝐓ú || 𝐊𝐍𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora