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CARTA 2
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"Recién desperté.

De cierta manera puedo decir que descanse.

Hoy no tuve de nuevo las pesadillas solo vi la oscuridad.

Es momento de dar a conocer lo que vivo al ocultarse el sol.

El tener que servir de manera obligatoria a esos demonios.

Estamos a su merced y no es como si tengamos otra opción.

No solo de uno, si no de los cuatro.

Todas las noches cuando las personas, los dueños de esta casa, personas como yo y tú, seres humanos como mi familia. Ellos nos preparan para presentarnos ante los que ellos consideran sus dioses.

Así como lo escribí, dioses. El día en que perdimos nuestra libertad, una de mis familiares en lágrimas pregunto el por qué hacían algo tan cruel e inhumano.

Las palabras de la anciana fueron serias, pero a la vez orgullosas.

—Nuestros dioses deben de alimentarse y no hay mejor forma de encontrar carne de calidad cuando familias de buen ver hacen sus reuniones en esta residencia. Mientras ellos obtienen un techo y alimento gratuito, nosotros, seres humanos débiles y inofensivos ganamos su protección y fortunas donadas por el alimento.

Estamos en el matadero. A sus ojos somos ganado en espera de ser sacrificado.

Es triste y ... ¿gracioso? No sé cómo interpretarlo, pero juraría que en las miradas de algunos de estos irreconocibles humanos muestran la existencia de lastima hacia nosotros.

Humanos entregando en bandeja de plata.

Los humanos siempre buscaran salvarse a sí mismo... buscan su propio bienestar sin importar que tengan que hacer para conseguirlo.

Nunca olvidare tus palabras tan crudas Gyutaro. Esa frase siempre me gustaba recordarla por que sabia que era real, y el estar viviéndola en carne propia están escalofriante.

Ya en el salón nos ordenan por secciones. Cada una se encontraba distribuida en áreas separadas del gran salón formando un perfecto cuadrado.

Menos el grupo cero. Siempre en las escaleras o en sus descansos estaba el grupo cero, ese era nuestro lugar.

Siempre había música. Los mismos trabajadores de la casa eran quienes tocaban los instrumentos y nunca paraban de tocar hasta el amanecer.

Nosotros los humanos debíamos estar antes de que los demonios entraran al salón, incluida la música.

Cuando los demonios llegaban solo era cuestión de tiempo para conocer a los que esa noche sus vidas terminarían.

Los cuatro demonios eran diferentes en todos los aspectos.

Inori, la única mujer siempre estaba corriendo, brincando y saltando por todo el lugar mientras hacia comentarios a sus compañeros.

El demonio de gran altura, Chikara, siempre en silencio, pero contestando con asentamientos a las preguntas del demonio femenina.

Ankoku en todo momento inspeccionando el lugar.

Por último, el líder Antantaru. Siempre serio, pero divirtiéndose orgullosamente por el espectáculo de todas las noches.

Antantaru me convirtió a mi junto a mi prima en sus diamantes y desde ese momento nunca me he separado de él.

Siempre a su lado, obedeciendo y ayudándolo a realizar sus actividades, y cuando digo actividades me refiero a todo sin excepción alguna".

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𝔻𝔼𝕊𝕋𝕀ℕ𝔸𝔻𝕆𝕊 || 𝐆𝐲𝐮𝐭𝐚𝐫𝐨 𝐲 𝐓ú || 𝐊𝐍𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora