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El día de nuestra ida de esa residencia llego

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El día de nuestra ida de esa residencia llego.

Las jóvenes de la casa se encontraban ya preparadas para nuestra salida en las carretas jaladas por caballos.

— Muchas gracias por asistir — menciono el señor Matsubara hacia mi persona, ambos hablábamos como si nunca hubiera pasado lo de anoche. Aunque me mantenía en alerta por precaución —. Deseo que su viaje no tenga ninguna dificultad, como usted lo sabe la noche puede ser demasiado peligrosa para las damas. ¿Segura que no prefieren esperar para la mañana? no hay inconveniente en que vuelvan a quedarse, sería un placer para mí.

— Gracias, pero lamentablemente nuestra Oiran tiene una enfermedad de la piel al contacto del sol, así que es necesario irnos cuando el sol se esconde — mencione en forma seria despidiéndome haciendo una reverencia para comenzar a caminar hacia el carruaje. 

El grito de uno de los guardias que nos acompañaban dio aviso el andar de las carretas.

Mientras avanzábamos mire por una última vez aquella casa, intentaría olvidar lo que sucedió en esa noche.

Los empleados de la casa nos despedían a fuera de la residencia y el señor Matsubaru enfrente de ellos a unos pasos de distancia observando en la dirección donde me encontraba, podría apostar que incluso me hablo con la sonrisa de maldad que me mostro esa noche, pero quizás había sido yo misma provocándome una alucinación por la oscuridad de la noche y el cansancio.

Llevábamos 6 horas de viaje, mis piernas entumecidas por estar sentada en la misma posición me estaban matando, necesitaba estirarme por lo menos un momento, pero era imposible; podría asegurar que era casi la medianoche.

Pero como si mi lamento fuera escuchado por los dioses la carreta se detuvo.

Confundida pregunte —. ¿Qué sucede?

Las conversaciones entre los guardias impidieron escuchar a mi pregunta.

Intentaba mirar por los pequeños cuadros de la malla de protección de la ventana, pero la oscuridad de la noche me impedía visualizar algo del exterior.

Los gritos desconocidos exigentes y los recientes llantos de las jóvenes me sobresaltaron. El sonido de la puerta abriéndose con rudeza hizo que diera un leve grito. Un hombre de no más 40 años de edad me miro sonriendo para después sujetarme del brazo y sacarme de mi lugar con brusquedad.

—¡Aquí esta otra mujer! — grito el hombre.

Los guardias que nos cuidarían se encontraban retorciéndose en el suelo mientras otros eran apuntados con armas blancas. Un aproximado de 15 hombre nos rodeaban amenazantemente.

—¡No te atrevas a levantarte si no quieres morir mujer!

Mi impacto al suelo brusco por fortuna no fue suficiente para ocasionarme alguna herida. Warabihime y las otras se encontraban en el suelo a mi lado, los sollozos por causa del miedo del momento eran entendible, después de todo yo estaba asustada igual que ellas, pero siendo la que lideraba en ese momento no podía mostrarme débil, debía mantenerme en un estado de sangre fría. Nunca mostrar debilidad.

𝔻𝔼𝕊𝕋𝕀ℕ𝔸𝔻𝕆𝕊 || 𝐆𝐲𝐮𝐭𝐚𝐫𝐨 𝐲 𝐓ú || 𝐊𝐍𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora