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— ¿Se encuentra bien, señorita?

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— ¿Se encuentra bien, señorita?

La confusión en mi era demasiada. ¿Quién era este hombre? Con un movimiento algo brusco ahora me encontraba separada del desconocido y en todo momento le dirigía una mirada molesta.

— ¿Quién es usted? — pregunte.

Las risas de burla aparecieron por parte del desconocido. Pero quien se creía para reírse de mí.

— ¿He dicho algo gracioso?

Sonrió el masculino —. Para mi si lo dijo. Por lo normal las jóvenes agradecen cuando son salvadas.

— ¿Salvadas? — dije acusadoramente.

— Lo que he escucho. Si no hubiera sido por mi ayuda usted mi bella dama hubiera caído al peligroso suelo e ensuciado su costosa vestimenta — menciono divertido.

— No hubiera tropezado si un completo desconocido me estuviera siguiendo — dije molesta —, y preferiblemente elegiría ensuciar mi vestimenta en vez de su ayuda — finalice comenzando alejarme de él.

— Una doncella con carácter ¿Me podría decir su nombre? — pregunto en voz alta a la distancia.

— No — le respondí de la misma manera.

Rápidamente comencé mi caminar hacia la residencia estaba molesta con ese joven. ¿Quién se creía? Y aun escuchar su llamado a unos metros de distancia de esperar al vernos, muy lamentable por él, pero yo no compartía el mismo pensamiento.

Las luces del distrito comenzaban a iluminarse por todos lados e los clientes habituales — tanto hombres y mujeres — llegaban a cumplir sus más ocultos pecados.

Desde que llegue a la residencia después de ese molesto inconveniente no había tenido ni un solo descanso: he hecho la cena, he ayudado a las jóvenes a vestir, he limpiado, entre muchísimas cosas más.

Al estar ocupada tampoco pude conversar un rato con Daki; mucho menos con Gyutaro. La noche anterior tuvo que irse del distrito, supuestamente quería investigar la cantidad de demonios que existían a los kilómetros.

— Hana ¿Ya has terminado en limpiar la habitación de la Oiran?

Hana, negó —. Justo en este momento iba a la habitación de la Oiran a limpiarla.

— Entonces limpiarla lo más rápido posible, recuerda que en estos momentos la Oiran está haciendo su tradicional caminata por las calles, el tiempo es preciso.

— Si, señorita (T/N).

Los pasillos de la residencia eran bastantes que podrías perderte si no los llegabas a memorizar. Debía estar todo en perfectas condiciones si queríamos que la casa Kyogoku siguiera siendo una de las mejores, bueno, eso según palabras de mis padres.

Mi madre me había pedido que recibiera a los clientes en la entrada de la residencia mientras ella y mi padre iban a unos mandados con la casa vecina.

𝔻𝔼𝕊𝕋𝕀ℕ𝔸𝔻𝕆𝕊 || 𝐆𝐲𝐮𝐭𝐚𝐫𝐨 𝐲 𝐓ú || 𝐊𝐍𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora