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—Delicioso. No hay nada mejor que una taza de té al mediodía. ¿No piensas lo mismo?

—Por supuesto madre.

La casa del Té era un lugar recurrente por las mujeres de alto nivel adquisitivo del distrito rojo, por lo que no era de extrañarse que siempre estuvieran ocupadas las reservaciones.

—Me agrada esto mi niña. Una madre y una hija conviviendo tranquilamente. Discúlpame.

—¿Disculparte? ¿Por qué debería?

—Por mi descuido viviste algo horrendo. Estas últimas noches me es difícil conciliara el sueño, no he dejado de pensar en que tal vez si no me hubiera marchado no hubiera sucedido tal desgracia —suspiro—. Mi preciosa hija, cuanto lo siento, yo debí protegerte mi niña... debí estar contigo, los dioses me castigaron al lastimarte a ti al no ser una buena madre todos estos años... cuanto lo siento. Si yo te hubiera criado de otra forma tal vez los dioses no te hubieran hecho pasar por tales desgracias... mi deber es protegerte de todo lo malo y no lo cumplí. Soy una pésima madre...

Nunca había visto a mi madre tan débil. Su aura fuerte desapareció por completo mostrando a una mujer que intentaba silenciar su llanto. No espere ni un minuto en sujetar sus manos sintiendo un leve temblor en ellas.

—No debes por que disculparte de nada madre. Tú, ni nadie sabía lo que ocurriría, por lo cual no te guardo rencor. Deja de atormentarte mamá, además, recuerda que una mujer Mochizuki nunca debe bajar la cabeza. Tú me enseñaste y criaste correctamente, y les estoy agradecida a los dioses por permitirme ser tu hija. Por ser la mujer que soy gracias a ti.

—Mi querida hija... —contesto mi madre al fin viéndome con sus ojos enrojecidos—. Cuanto has crecido mi niña.

—¿Acaso querías que siguiera siendo una niña? —pregunte sonriendo.

—Sin duda sacaste el mal sentido del humor de tu padre.

—Por lo menos las bromas de papá de lo malas que son nos hacen reír.

—Quizás por eso tu abuelo se llevaba tan bien con tu padre —sonrió—, ambos compartían el mismo sentido del humor.

—Debió ser un caos para la abuela.

—Sin duda alguna y aún más cuando tu abuelo se iba de pesca todo el día y se llevaba a tu padre. Tú abuela se volvía loca, podría jurar que le salía humo de sus orejas —carcajeo.

—¿Y qué hacías con la abuela en ese estado furioso?

—Evitaba encontrármela por los pasillos, y si me la encontraba siempre estaba el plan B. Las chicas de ese tiempo sabían que si mi madre se enfurecía debíamos de hacer actividades o por lo menos fingir que las realizábamos de esa forma nos evitábamos castigos forzados.

—La abuela sí que era especial.

—Tú abuela era increíble. Ella sin duda hubiera evitado que los chismosos del distrito siguieran hablando de nosotros —suspiro—. Es por estas situaciones que debemos recordar la regla número uno de los Mochizuki.

—Siempre orgullosos y fuertes ante cualquier adversidad —sonreí.

—Siempre. ¡No puedo esperar a que le enseñes todas nuestras tradiciones y enseñanzas a tus futuras hijas, no debemos olvidar a tus hijos si nacen varones. Crecerán y serán unos excelentes caballeros! —dijo emocionada—. Es por eso que debemos empezar a retomar todas tus clases de novia, específicamente debes recordar tus lecciones de la noche de bodas en la que finalmente concluirán el matrimonio, si ini... ¡(T/N)!

Escuchar las palabras de mi madre solo provocó que recordara lo de la noche anterior. Sentía el calor en mi rostro por el sonrojo y mi garganta dolía por el té caliente que no bebí correctamente. Al terminar de toser limpie mis labios y parte de mi barbilla por el derrame del líquido que provoque.

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⏰ Última actualización: Aug 03 ⏰

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𝔻𝔼𝕊𝕋𝕀ℕ𝔸𝔻𝕆𝕊 || 𝐆𝐲𝐮𝐭𝐚𝐫𝐨 𝐲 𝐓ú || 𝐊𝐍𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora