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Este capítulo tendrá escenas subidas de tono más +18🔥 Si eres una persona sensible a estas escenas eres libre de no leerlo.












Las ventiscas heladas estaban de regreso. El invierno ya daba aviso de su próxima llegada.

Más de un mes había transcurrido desde las desgracias de esas noches.

Gracias a los dioses que cuando llegue al pueblo de las montañas el sol había salido y los pocos pueblerinos ya despiertos rápidamente se acercaron a mi ayuda.

Las mujeres rápidamente me acobijaron en sus hogares y cuidaron de mí, mientras tanto los hombres con sus armas fueron a comprobar la veracidad de mis palabras de todo lo que les había contado.

Los tres días que estuve de protegida en el pueblo solo escuchaba las lamentaciones y terribles escenas que habían quedado en la residencia.

Para mí segundo día en el pueblo me encontraba vestida con Kimono negro rodeada de personas que me observaban con lastima mientras me encontraba enfrente de una residencia ahora en llamas. El sacerdote del pueblo decidió que era importante realizar una ceremonia para que todos los difuntos de mi familia pudieran trascender al plano espiritual y descansar.

Tres horas de ceremonia en que solo repetía las oraciones y los cantos, perdidamente hipnotizada en las llamas del fuego incinerando los restos del triste lugar.

De mi familia.

Al regresar al distrito rojo mis padres me recibieron llorando. Agradeciendo a gritos a los dioses por mí. Por haberme protegido. Los días siguientes me encontraba en reposo. Ni siquiera me permitían salir al jardín, temían que ese monstruo del que mis padres ya sabían de su existencia estuviera vagando por ahí y quisiera regresar por mí.

Sabía que él no regresaría.
La primera noche en el distrito, Gyutaro me había dicho que Antantaru estaba muerto.
Esa noche dormí abrazada a él. Ante su protección y sin olvidar ante la protección de Daki que no quería separase de mí desde el momento en que me vio repleta de vendas y moretones.

Agradecía su gesto. Daki se molestó por un corto tiempo con Gyutaro, porque creía que si ella lo hubiera acompañado yo estaría sanamente.

Algo que me sorprendió es que Daki me revelo que habían contratado a una nueva chica en el tiempo en que no me encontraba. Nora era una chica agradable y no tuve problemas en conocerla. Mis padres la habían puesto a mi cargo por si necesitaba algo.

Ella se convirtió en mis oídos del mundo exterior. Me contaba todo los chismes que habían creado en el distrito rojo acerca de mi familia y supuesto apellido maldito.

Las gemelas ya me habían hecho un comentario de que las personas eran malas conmigo y mi familia, pero cuando yo preguntaba las razones ellas simplemente decían que no querían decirlo porque me pondría triste.

Los chismes que alguien es capaz de hacer solo para su entretenimiento.































































—¿Qué tal este?

—Bastante feo.

—Bien. ¿Qué piensas de estos dos?

—Feos. Los colores son demasiado brillantes, no, no, no. ¿Por qué te han regalado vestidos tan espantosos?

—No seas mala, los mandaron las mujeres del pueblo de las montañas por agradecimiento por el dinero que mis padres les regalaron por cuidar de mí.

𝔻𝔼𝕊𝕋𝕀ℕ𝔸𝔻𝕆𝕊 || 𝐆𝐲𝐮𝐭𝐚𝐫𝐨 𝐲 𝐓ú || 𝐊𝐍𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora