Capítulo 17

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Estoy cantando el estribillo de Boys Don't Cry, como una desquiciada. Caden está manejando a una velocidad de locos, pero no me importa. El viento revolviendo mi pelo y el sol sobre mi rostro, se siente demasiado bien.

—¿Cuánto falta para que lleguemos? —quiero saber. Tengo que gritar para que él me pueda escuchar.

—Ya estamos por llegar —asegura.

—Me dijiste eso hace dos horas —exclamo.

Nos levantamos a eso de las cuatro de la mañana y retomamos nuestro rumbo a Miami, Florida. Debo admitir que estoy muy ansiosa por llegar y meterme en el mar. La idea me tiene loca.

—Eres demasiado impaciente, carita-linda —se ríe él —En media hora, estaremos pisando Miami.

Exactamente, treinta minutos después el auto se detiene frente a un lujoso hotel que está ubicado al frente de una hermosa playa. Giro la cabeza para mirar a mi chofer y por su sonrisa, se nota que ya ha venido.

—Deduzco que ya has estado aquí antes —le digo. Tomo mi bolso que está acomodado en los asientos traseros y vuelvo la atención a él.

—Sí, yo me he escapado varias veces —asiente —Miami es un buen lugar para olvidarse del mundo por un rato.

Mientras nos bajamos me pregunto si vino solo o con alguna... compañía femenina. Pero eso no parece ser algo que Caden haría. Él limita a las mujeres a las fiestas y el alcohol. Entonces pienso en la chica de la fiesta del lunes y siento una presión en medio del pecho, y unas terribles ganas de golpearlo me invaden.

Él se ofrece a llevar mi bolso pero le digo que no, de manera brusca. Me mira extrañado pero no me pregunta que me pasa. Pensar en esa perra, que ni siquiera sé su nombre, ha sido una pésima idea.

Ingresamos al lujoso hotel y dejo de pensar en todo al ver lo hermoso que es. Caden se acerca a la recepción y pide hablar con un tal Sam Hamilton. Después de unos cuantos minutos, un hombre bien parecido, de unos treinta años, aparece.

—Mi querido amigo Caden —dice contento y ellos comparten un abrazo masculino, palmeándose las espaldas. Cuando lo suelta, su mirada va hacia mí —Cambiaste la compañía de Joey y Michael por una bella señorita.

Saber que ha venido con Joey y Michael, me calma.

—Ella es Gwen Hudson, una amiga —me presenta.

—Mucho gusto —él estira su mano hacia mí y la tomo —¿En qué puedo ayudarlos?

—Nos hemos escapado de la rutina —comienza a decirle Caden —Y sé que para hospedarse en este hotel hay que hacer reservaciones con un mes de anticipación...

—Ya lo tengo, amigo —lo interrumpe con una sonrisa —No te preocupes, te conseguiré una habitación.

Cuando Sam se va, me giro a verlo. Él tiene una expresión inocente, pero hay una sonrisa escondida detrás. El hombre vuelve, y nos conduce hacia el ascensor. Nos da las llaves para que ingresemos en una suite.

No. Puedo. Creerlo.

Aquel lugar es simplemente increíble. Por Dios, esto sin dudas ha sido lo mejor que he hecho en mucho tiempo. Irse sin planearlo, puede convertirse en un estilo de vida. Cuando Sam se va, comienzo a dar saltitos como una loca. Caden me mira divertido.

—¡Esto es increíble! —exclamo acariciando el tapizado de uno de los caros sillones.

—¿Te gusta?

—¿Gustarme? —inquiero como si él fuera idiota por preguntarme eso. Me acerco a las ventanas y abro las cortinas para encontrarme con la maravillosa vista del inmenso Océano Atlántico —He ido a un montón de lugares con mis padres, pero este lugar tiene algo distinto.

Peligrosa AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora