Capítulo 52

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No puedo creer que realmente me convenció de quedarme en casa, en vez de acompañarlo a declarar. Estúpido, idiota, manipulador... con esa cara de buenito y sus ojos mirándome con amor.

Camino de un lado al otro mientras espero a que llame como prometió que iba a hacerlo cuando terminara.

Han pasado solo tres días desde que se desató la locura por las noticias de corrupción en Atlanta. Donald Szifron y varios empresarios, políticos y policías, fueron detenidos en las últimas horas. Todo por la información que Caden le ha entregado al agente Smith. Jamás creí que su padre fuera un delincuente, pero las apariencias a veces engañan.

Mi teléfono comienza a sonar y corro a atender. Me decepciona un poco escuchar a mi madre del otro lado.

—Lo siento —me disculpo con ella cuando me reprocha el poco entusiasmo —Pensé que eras Caden.

—¿Dónde está él? —inquiere mamá.

—Fue a declarar de nuevo —suelto un suspiro y me dejo caer en el sillón —No quiso llevarme, dijo que podía ser peligroso involucrarme.

—Solo está cuidándote, cielo —dice con ternura. Pongo los ojos en blanco, porque para mi madre todo lo que hace Caden es maravilloso y perfecto.

—Sé que lo quieres más que a mí...

—Eso no es cierto —se ríe divertida —Solo estoy de acuerdo con él. No es necesario que vayas y te expongas a todo eso.

—Pero quiero acompañarlo, estar con él y... cuidarlo también.

—¿Por qué no vienes para casa? —pregunta luego de unos segundos de silencio —Tu padre trajo comida para un batallón. Ven para acá y dile a Caden que pase a buscarte luego.

—Bueno —acepto porque estoy aburrida de estar encerrada —En un rato estoy por ahí.

—Perfecto, cielo. Adiós.

Cuelgo y voy hacia mi habitación para cambiarme de ropa. Justo cuando termino de vestirme, mi celular empieza a sonar. Al ver la pantalla mi corazón da un brinco.

—¿Ya terminaste? —pregunto fingiendo estar enojada.

—Hola, mi amor —me saluda poniendo su voz de tonto —Te extraño...

—Estoy enojada contigo, no me llames amor —me hago la dura, pero amo cuando se pone romántico.

—Claro —acata mi orden —como tú digas, amor... —su risa me provoca un escalofrío. Cerca de él escucho otras risas masculinas —Estoy con Michael y Joey, iremos a tomar algo.

—Bueno, eso me alegra —le digo perdiendo mi propia batalla por permanecer fría —¿Cómo te fue?

—Muy bien, Frank dice que no hay posibilidad de que él salga de esta —me cuenta.

—Eso es bueno, cariño —puedo jurar que él sonríe —Quise decir, Caden...

—Amo cuando quieres fingir que estás enojada —murmura, como si no quisiera ser escuchado por sus amigos —Sabes que no quise que vinieras por tu seguridad.

—Bla, bla, bla, lo sé —lo interrumpo antes de que comience de nuevo con esa charada de mi seguridad —Aun así, estoy enojada.

—Admite que me amas —exige por lo bajo —Vamos, dilo.

—No.

—Por favor —suplica como un niño —Me duele el corazón si tú no me amas.

—¿Estás haciendo esa cara de pobrecito? —puedo imaginármelo a la perfección en este momento —Ya puedo imaginarte, manipulador a la distancia —no puedo evitar la sonrisa que tira de mis labios —Te amo.

Peligrosa AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora