Vuelvo a mi casa, después de llamar a un taxi. Danielle se quedó esperando conmigo hasta que el vehículo llegó y después se fue hacia su habitación. Ella vive en el campus. Entro en el departamento que está sospechosamente en silencio. Quizás Verónica se ha ido, como suele hacerlo, sin avisar. Pero entonces aparece en la cocina y me entrega una pequeña sonrisa.
—Pensé que llegabas más tarde, Dolly —me dice.
—No, siempre suelo llegar a esta hora —dejo mis cosas sobre el sillón y voy hacia la cocina. Saco un poco de agua y bebo —¿Cómo te sientes?
—Bien, estoy mucho mejor, gracias —no le creo del todo. Se ve demasiado pálida y parece estar sudando.
—¿Comiste?
—Sí, sí —está nerviosa y eso me hace sospechar.
—¿Llamaste a alguien para que te trajera droga? —le pregunto.
Traga saliva y se pasa la lengua por los labios. Comienzo a sentir el enojo preparándose para salir a flote pero entonces ella se pone a temblar.
—No, no llamé a nadie —su voz sale agua y quebrada —No llamé a nadie. Sólo que... que necesito, necesito irme.
—No, no te vas a ir.
Ahora entiendo qué está sucediendo. Ella está sufriendo la abstinencia. El miedo en sus ojos es reemplazado por furia. Ya he pasado por esto, y estoy preparada para su ataque.
—No puedes retenerme aquí en contra de mi voluntad.
—Si no quieres que llame a la policía para denunciar a los tipos que te violaron, te quedarás aquí.
Se frota las manos, parece ansiosa y mira hacia la puerta a cada segundo. Me acerco despacio porque sé que en este momento es como un gato asustadizo. Tomo sus manos entre las mías y la conduzco hacia mi habitación.
—¿No me dejaras ir, Dolly?
—No, Verónica, no esta vez.
Corro a través del enorme pasillo de la Universidad porque estoy llegando tarde una vez más. Ha sido una pésima noche. Tuve que lidiar con Verónica y su sed por calmar el vicio, pero ella lo logró. Logró salir de ese estado, y la falta de sueño valió la pena.
Abro la puerta del salón de clases y me disculpo con el profesor para ir hacia el lugar vacío de la fila del frente. Me sorprendo un poco cuando la puerta vuelve a abrirse y Joey entra agitado. Dice algo por lo bajo, creo que es una disculpa y sube hacia su lugar en el fondo.
Cuando la clase termina salgo y voy directamente hacia la biblioteca. Dani ya está allí y nos saludamos con un pequeño abrazo. Tomamos asiento en una de las mesas cerca de la recepción en dónde la bibliotecaria está concentrada leyendo y disfrutamos de la calma que hay en el lugar.
—Dani, no quiero parecer entrometida pero... ¿Pasa algo entre Michael y tú? —le pregunto. Al instante su rostro se pone rojo.
—¿Michael? —se aclara la garganta —No, él... él sólo viene a buscar libros a veces y yo se los doy.
—¿Segura? —inquiero arqueando una ceja —Sé que no nos conocemos demasiado, pero puedes confiar en mí.
—Es que... —se muerde el labio con nerviosismo —No sé qué es lo que pasa en realidad. Él es muy amable y lindo conmigo. Yo no tengo demasiada experiencia con los hombres, no estoy segura de cómo debo tomar eso.
—Estoy segura de que le gustas a él —le digo entusiasmada. Creo que voy a auspiciar de cupido entre ellos. Siempre quise hacerlo.
Estamos hablando realmente serio sobre Michael cuando noto que alguien se está acercando. Mi cuerpo se pone tenso al reconocerlo. No tengo ganas de tratar con él. Pero entonces me percato que lleva lentes oscuros y tiene un moretón en la mandíbula. La preocupación me toca, porque es claro que alguien lo ha golpeado.
ESTÁS LEYENDO
Peligrosa Atracción
RomanceGwen sabe qué es lo que quiere. Es inteligente y está preparada para asumir las responsabilidades de convertirse en una graduada universitaria. Pero detrás de toda esa perfección que siempre quiere mostrar se esconde una chica insegura que ha sido...