Capítulo 33

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Lo miro al instante, totalmente pasmada.

En esos pequeños segundos de completo shock, pierdo el control del volante y mi cuerpo se sacude un poco en el asiento, pero no salgo de mi lugar gracias a que me puse el cinturón de seguridad.

—¿Has perdido completamente el juicio? —mi corazón late acelerado tanto por la frenada, como por su pregunta.

—No, estoy muy cuerdo —dice con completa seguridad y observo que se frota la mano en dónde se ha golpeado.

Debería preocuparme por ese hecho, pero a penas logro pensar.

Creo que él ha perdido la cabeza o estoy es una especie de realidad paralela.

—Caden, no podemos casarnos —trago y un pequeño escalofrío me hace estremecer.

Mantengo la mirada en la suya. Él no se ve nervioso, ni nada.

—¿Por qué no? —inquiere con un toque de despreocupación, como si lo que acabara de preguntar fuera la hora.

—Porque es una locura —no puedo evitar la risa nerviosa que se me escapa. Su semblante se vuelve más serio aún —Tú no eres de los que se casan.

—Yo no era de los que se enamoran, y ahora lo soy. Te amo —hay fuerza y convicción en sus palabras. Comienzo a creer que de verdad está pensando en casarnos —¿Por qué no puedo ser de los que se casan?

—No puedo creer que estés diciéndome esto —intento controlar las emociones que me recorren.

Tengo que apretar los labios para no soltar un enorme sí y ayudar a su idea, pidiéndole que vayamos a Las Vegas y lo hagamos ya mismo. Pero la realidad es que él no lo está analizando en verdad. Como siempre, mi amor, tan impulsivo.

Me fuerzo a poner en marcha el auto.

—Gwen, no me has respondido —su voz suena bastante amenazadora.

Una punzada de enojo me toca, no se supone que esas cosas se respondan bajo amenaza.

—No voy a responderte —lo miro rápido y sé que tendremos una discusión seria si no le respondo —No estás pensándolo bien, Caden.

—Detén el auto —sentencia.

—¿Qué? —vuelvo a mirarlo, mis nervios están a flor de piel. No quiero pelear con él, no quiero discutir —¿Por qué?

—Detente.

No pudo creer que se esté comportando como un niño caprichoso que no puede escuchar un no en medio de la juguetería.

Hago lo que quiere. Detengo el auto en una esquina.

—Caden...

—Dime que sí quieres casarte conmigo o me bajo.

Lo miro fijo, preguntándome si me veo tan sorprendida como me siento. Abro la boca para decirle que su amenaza es infantil y estúpida, pero me callo al ver la necesidad que brilla en sus ojos.

—¿Por qué quieres que me case contigo? —le pregunto con una calma que no siento. Los latidos de mi corazón se intensifican mientras espero su respuesta.

—Porque quiero tener una familia. Y para comenzar una familia, primero tienes que ser mi esposa.

Me derrito por completo ante sus palabras. Definitivamente deberíamos ir a Las Vegas y casarnos junto a un Elvis falso. Pero mi parte cuerda me dice que no necesitamos eso, no por ahora.

—Cariño —le digo suave, para que no lo tome a mal. Levanto una mano y acaricio su mejilla —No necesitamos ningún papel para ser una familia. Claro que me gustaría casarme contigo, pero no ahora.

Peligrosa AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora