Epílogo

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Las primeras dos horas de la mañana son las únicas en las que no hay ruido en casa. Solo hay paz y tranquilidad, y yo puedo hacer aquellas cosas que no logro hacer cuando los niños están despiertos.

Cuando termino de hablar por teléfono con mi cuñada, Hope, ingreso en puntas de pie al baño y tomo una respiración profunda antes de ver el resultado del test de embarazo que me hice hace veinte minutos.

Positivo

Una sonrisa nerviosa se escapa de mi control. Siento aquellas emociones incomprensibles recorrer mi cuerpo. Es alucinante.

Me miro en el espejo y ya noto los cambios. Debo tener unos dos meses, he evitado hacerme la prueba antes por miedo a desilusionarme. Pero está aquí, otro bebé más. Y no puedo esperar para decírselo a Caden.

Observo la hora en el reloj de pared y me apresuro a salir del baño para despertar a mis hijos para que vayan a la escuela. Primero levanto a los más grandes, Dante y Ashton. Mis preciosos gemelos.

Ashton es el primero en levantarse, él tiene el sueño liviano. Apenas oye mi voz, se levanta. Mientras que me lleva un poco más de tiempo levantar a Dante. Éste último rodea mis caderas con sus brazos y apoya su cabeza en mi vientre, todavía lucha con el sueño. Con una sonrisa, acaricio su cabello castaño.

Los acompaño hacia el baño y me cercioro de que laven sus dientes. Cuando ya sé que pueden continuar solos, voy hacia la habitación de Lola, mi pequeña. Ella se levanta con una sonrisa y me da un fuerte abrazo. Beso su rostro y en silencio imploro que el bebé en camino sea otra niña. Solo me queda levantar a Teo, el bebé de la familia, hasta ahora. Teo llora un poco al levantarse, lo alzo en brazos y con su cabeza apoyada en mi hombro voy a ver que los demás estén vistiéndose.

Mi hijo más pequeño cabeza mientras le pongo la ropa, pero se despierta del todo al escuchar las voces de sus hermanos mayores.

—Ve a jugar un poco. Iré a preparar el desayuno —le digo y beso su frente antes de dejarlo ir.

En la cocina termino de calentar la leche para todos y me fijo que los waffles ya están listos. Coloco todo en la mesa y voy por ellos. Me detengo al ver que Dante está practicando sus patadas de karate en el rostro de su hermano pequeño. Ashton está tarareando una canción de Metálica mientras toca la batería imaginaria, ya que no puede tocar la suya a estas horas.

—Shhh, no hagan tanto ruido —los calmo. Los tres me miran. Es increíble que todos tengan los ojos de Caden —Su padre está durmiendo... Ashton, mi vida, ven aquí. Déjame acomodarte el cabello.

—No, mamá —me hace un leve puchero —Así estoy bien.

Con un dedo le señalo que se acerque y él viene con el ceño levemente fruncido. Me río y le acomodo el flequillo hacia un costado.

Noto que Dante ha vuelto a intentar sus patadas.

—Dante, deja de dar patadas de karate al aire, vas a lastimar a tu hermano, cariño —él se detiene y me mira con cierta culpabilidad.

—Lo siento, ma.

—Estoy bien, él no me ha pegado, mamá —dice Teo parándose derecho al lado de su hermano. Evito sonreír.

—El desayuno está en la mesa, vayan a comer rápido. El autobús llegará en cualquier momento —los tres desaparecen de allí.

Suelto un suspiro y comienzo a levantar los pijamas que han quedado esparcidos por todos lados.

—Mami, ¿sabes dónde está Rosie? —levanto la mirada para ver a mi hija parada en la puerta con una expresión preocupada.

—¿Te fijaste debajo de tu cama, Lola? —inquiero.

Peligrosa AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora