Capítulo 31

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—¿Es una declaración de amor? —inquiero con un toque de humor mientras me apoyo contra su pecho.

—Es una declaración —asiente, su voz retumba contra mi oreja —Desde el momento en que te vi, algo cambió. Al principio quise cambiarlo porque, ya sabes, soy un ególatra sin remedio. Pero mírame ahora, todo en mí te necesita. Y no sé si esto es amor... —frunzo el ceño y siento una punzada de miedo ante lo que va a decir —...porque creo que es más que eso. El amor es tan efímero. Lo que me pasa contigo no se siente así. Y perdona si me comporté como un mal nacido egoísta, estos días, no sabía como manejarme.

Dios, él es tan lindo.

­—Te perdono lo que sea —le digo mirándolo a los ojos y siento las famosas mariposas revolotear en mi estómago —Yo sabía.

—¿Qué cosa? —pregunta con tono curioso mientras sus brazos rodean mi cintura y sus manos se entrelazan en la parte baja de mi espalda.

Estoy descalza y me siento más bajita de lo que soy, entre sus brazos. Pero me gusta la sensación, me gusta cuan segura me hace sentir.

—Cuando me besaste por primera vez —recuerdo ese día con claridad. Es increíble que sólo hayan pasado cuatro meses —Yo sabía que serías mi perdición, por eso te ataqué. Revolucionaste mi mundo, Caden.

—Que cursi eres —dice burlón pero me doy cuenta, por la forma en la que sus ojos brillan, que ama que yo sea cursi.

—Oh, mira quien habla... —le digo divertida.

Él inclina su rostro hacia el mío y comienza a besarme por todos lados, haciéndome reír cuando llega a mi cuello.

Dejamos de jugar y puedo asegurar que toda la tensión de las últimas horas cae sobre mi cuerpo en forma de cansancio. Recorremos el departamento, apagando las luces que están prendidas y vamos a mi habitación. Acomodamos las almohadas y nos metemos bajo las sábanas. Me acomodo de costado, rodeada de oscuridad, pero al instante Caden me abraza y nuestros cuerpos encajan a la perfección.

Suspiro y cierro los ojos mientras siento una felicidad y una paz absoluta. Caden, me abraza un poco más y deposita un beso en mi nuca. Unos minutos después, lo siento dormirse.

El sueño llega un poco después para mí, con la idea de que por la mañana tendremos que hablar de lo que ha pasado con él antes de que llegara... aquí.

Siento el momento exacto en el que mi cerebro se despierta, pero mantengo los ojos cerrados. Quiero volver a dormirme, siento como si apenas hubiese dormido diez minutos.

Una fría brisa cae sobre mis piernas cuando alguien mi quita las sábanas. Quiero recuperar el calor en el que estaba sumergida, pero entonces siento una mano apoyándose en la parte baja de mi espalda. Al instante, recuerdo que no me he acostado a dormir sola. La mano comienza a bajar, hasta instalarse en mi trasero. La mano comienza a hacer una caricia circular sobre mi piel.

Abro los ojos y lo veo de soslayo.

—¿Por qué estás importunando mi sueño? —le pregunto a Caden, sintiendo un terrible malhumor.

—Buenos días —dice risueño.

—Pásame las sábanas, pervertido —le doy un golpe en la mano, alejándome de su toque e intento recuperar las sabanas para cubrirme —Es muy temprano.

—No sé qué hora es —dice él con voz adormilada y sexy.  No me deja taparme y siento que lo odio —Pero yo quiero jugar un rato.

—¿Jugar un rato? —repito molesta —¿Por qué no juegas a irte y dejarme dormir?

Peligrosa AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora