Capítulo 21

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Tres días después estoy en mi casa, esperando la confirmación de Allie de que Caden ya está en libertad. He estado trepando las paredes por toda esta situación. No he ido a verlo, y estoy segura que debe pensar que estoy enojada por lo de Amanda y esas estupideces que nos dijimos.

El portero eléctrico suena y contesto. Uno de los de seguridad me dice que Verónica está abajo y quiere subir.

—Déjala pasar —digo entonces.

No he tenido noticias de ella, así que me sorprende que esté aquí. Me recuerdo que la policía está buscándola y no debería dejarla pasar por eso… pero veré que quiere. Abro la puerta cuando el timbre suena.

—Hola.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto sin moverme de la puerta.

Ella se ve enfermiza. Su piel está muy blanca y tiene ojeras marcadas… seguro la falta de consumo la está arruinando.

—La policía ya no me busca —me cuenta con una sonrisa nerviosa —Yo mandé a un conocido a que averiguara. El hombre que me denunció atacó a otra chica y está detenido.

—Eso es bueno —asiento —Pero aun así no sé qué haces aquí. Te dije que no quería volver a verte.

—Dolly, por favor…

—No, Verónica, ya no más,

—Estoy desesperada, Dolly —sus ojos acumulan lágrimas —Lo he perdido todo. Me embargaron mi casa… no tengo a donde ir.

—Verónica —murmuro su nombre porque no quiero caer de nuevo en esto. Ya lo ha hecho antes, me ha mentido.

—No es mentira, te lo juro —se acerca a mí y hace algo desesperante, se pone de rodillas —Por favor, ayúdame. Tú eres mi hija.

Mis ojos acumulan lágrimas. La hago ponerse de pie y la dejo entrar. Ella me abraza por unos instantes y luego me pregunta si puede acostarse a dormir un poco, ya que ha estado durmiendo en la estación de trenes, por dos días.

Cuando me quedo sola de nuevo, me llega un mensaje de Allie.

A: Nena, Caden, ya salió. Iré a verte esta noche para hablar sobre lo de Matt. Sigo pensando que está completamente loco y que tú no debes hacer lo que te dijo.

Le respondo que no estaré en casa esta noche. No quiero que se cruce con Verónica. Aunque llamaré a mi madre para informarle lo que está pasando. Me prometí que jamás volvería a mentirle u ocultarle algo.

Saber que él ya está afuera, es tranquilizador. Pero ahora tendré que verme en la difícil tarea de mantener las distancias. Será tan difícil hacerlo.

Me sobresalto un poco cuando mi celular comienza a sonar. Mi corazón se acelera al ver su nombre en la pantalla. Toco rechazar y dejo el teléfono a un costado. Espero que vuelva a sonar, pero me sorprende cuando un correo de voz comienza a titilar. Me apresuro a escucharlo.

>Hey… soy yo. Sólo quería saber cómo estabas. Emmm, por favor, llámame cuando puedas. Ya salí… Adiós.

Repito el mensaje unas cinco veces. Él suena triste, nervioso. Quiero ir corriendo a su casa y estar con él. Simplemente quiero pasar unos instantes con él para asegurarme que está bien.

Para distraerme, me pongo a limpiar. Reviso a Verónica un par de veces, y ella duerme profundamente. Al parecer de verdad estuvo durmiendo en la estación de trenes. Llamo a mi madre y le cuento que Verónica que está aquí.

—Es una oportunista —dice enojada.

—Mamá, sólo serán un par de días. Cuando se reponga, se irá. Siempre lo hace.

Peligrosa AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora