Utúlien aurë!

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-¡Corsarios! -volvió a gritar Legolas a todo pulmón. Por un milisegundo, su instinto lo puso en máxima alerta.

-¡Te equivocas amigo mío! -replicó Imrahil con voz fuerte y confiada, tratando de apaciguar la inquietud del Elfo. -No son corsarios lo que tus ojos ven, aunque esa flota sí les pertenecía.

Tauriel, quien hasta ese momento mantenía asidos a sus hijos a los costados, relajó el agarre para tratar de entender la situación.

-Después de la Guerra del Anillo, algunos sobrevivientes de los corsarios intentaron escapar tomando la ruta de Dol Amroth. Afortunadamente, mis hombres lograron interceptarlos cerca del cayo norte. Esos infelices seres permanecen en custodia en las celdas y bueno, los barcos... -Imrahil dirigió su mirada hacia las embarcaciones que tomaban ya su posición frente a la costa.

Repentinamente y como si se tratara de miles de luciérnagas, los barcos se cubrieron de brillantes luces. Las tonalidades variaban entre un naranja durazno, celeste pálido y verde acuoso. Pero eso no era todo, pronto descubrieron que las luces formaban varias figuras que fácilmente pudieron reconocer. En una de ellas, la imponente ciudad de Minas Tirith. A su lado, el emblema de Dol Amroth brillaba orgulloso, y al otro costado, las celestes luces bañaban las velas del barco, haciendo alusión a que la ciudad estaba arropada por el imponente océano.

-Decidimos darle un uso diferente -continuó Imrahil, -así que ahora brindan un espectáculo visual a nuestros visitantes.

-Es alucinante -admitió Legolas soñador, -pero este arte casi desata mis instintos de guerra.

-Lo siento amigo, no se los comenté porque quería que fuera una sorpresa...

-¡Y vaya que lo fue! -rió Tauriel.

-Esto nos deja claro que Legolas, siempre será Legolas -intervino Aragorn esta vez.

-¡Lo sabías! -replicó el aludido fingiendo ofensa.

-Oh mi querido hermano, me pasó casi igual que a ti la primera vez -admitió el hombre con una sonrisa burlona.

-Bueno, basta -dijo Amrothos exasperado -¿Acaso no van a disfrutar de lo que tienen frente a sí?

Unas risitas burlonas se escucharon en medio del grupo de amigos que, luego de haberse disparado del suelo en un salto por el susto, ahora yacían reclinados en la arena, ya más calmados. Legolas solo le dedicó una sonrisa cómplice a Aragorn y asintió levemente con su cabeza a Amrothos.

El reflejo de las luces en las embarcaciones sobre el mar era mágico. La dulce melodía continuó sonando en la playa. La noche calma, serena y oscura los cubría desde lo alto. Las estrellas brillaban con intensidad. La brisa soplaba de vez en vez acariciando con suavidad sus rostros. El sonido del vaivén de las olas relajó los corazones de los Elflings, quienes finalmente cayeron acurrucados en los brazos de sus padres; lo mismo le sucedió a Eldarion. Una de las mujeres que servía en la casa del rey se ofreció a llevar a los pequeños a sus habitaciones para que pudieran continuar con su descanso.

A medida que la noche avanzaba, varios hombres y mujeres que se habían reunido en la playa fueron abandonando el lugar para dirigirse a sus estancias. Bien entrada la noche, solo quedaban reunidos el grupo de amigos cercanos. El rey de Dol Amroth había mandado traer una botella de vino de Dorwinion, uno de los mejores de Arda. Cada uno disfrutaba de su propia copa y las conversaciones fluían y subían como un eco por encima de la playa.

Tauriel se encontraba en uno de sus lugares favoritos: los brazos de su amado esposo, quien aprovechaba los segundos en que sus amigos se distraían para susurrarle en el oído cosas que hacían que las mejillas de la Elfa se tiñeran de rojo.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2022 ⏰

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Tauriel, Hija del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora