Perdí mi oportunidad

782 51 14
                                    

-Legolas, p- perdón mi señor Legolas, eh, Lady Arwen no está por aquí de seguro debe estar allá afuera en la fiesta porque aquí no está.- En ese momento me sentí realmente tonta... ésto es lo que me provoca este hermoso elfo, hace que me olvide en donde estoy parada.

- No estoy buscando a Arwen, te estoy buscando a ti.

Miré hacia atrás y hacia mis lados aun para cerciorarme de que me estaba hablando a mí.

-¿A mí, mi señor?

-Sí Tauriel a ti y por favor solo dime Legolas.

- ¿ Hay algún problema? ¿Necesita que cumpla con alguna tarea?

-No, no está relacionado con nada de la guardia, es solo que necesito hablar contigo.

- Bueno, en qué puedo ayudarle

-Ven acompañame, aquí no podemos hablar, alguien puede entrar y pensar muchas cosas de nosotros.

-Pero, no es prudente que yo me vaya contigo, es tu fiesta de compromiso... debo volver al salón... quizá en otro momento podamos hablar con más calma en un mejor lugar...

Salí del baño dejando atrás a Legolas, arrepentida por no haber ido con él, lo que no sabía es que nadie le dice que no a Legolas...

- Ven para acá Tauriel. - Me agarró del brazo, me dio la vuelta, me cogio en sus brazos y me tiró encima de su hombro, ahora estaba boca abajo luchando para que me bajara.- Cuando te digo que necesito hablar contigo, es porque necesito hablar contigo.

- Legolas ¡Bájame! ¡Nos verán y yo me meteré en un gran lío!

-Qué bonito cuerpo tienes Tauriel, me está gustando verte enojada.

- Legolas esto no es un juego, Bájame o haré un escándalo aquí mismo.

Legolas apresuró el paso, no podía ver bien hacia donde nos dirigíamos pues mi cabeza estaba boca abajo. Después de un momento supe que era inútil protestar, él no me iba a bajar y para ser sincera, me encantaba que sujetara mis piernas y sentirme tan cerca de él y así fue, me quedé callada disfrutando el recorrido.

Por fin me bajó, cuando recuperé el juicio me di cuenta de que estábamos en el gran puente que atraviesa el río, el paisaje era sobrecogedor... el sonido de la corriente del río era suave y agradable al oído, los pequeños insectos hacían sus murmullos y unas revoltosas luciérnagas revoloteaban cerca de nosotros, pero lo mejor de todo era ver la luz de la luna reflejada en el rostro de mi bello amor, parecía casi una alucinación, no sabía si estaba soñando pero tener a Legolas así en frente mío era algo que no sucedía muy a menudo.

- Primero que todo Tauriel hay algo que he querido decirte toda la noche. -Tomó mi cara con sus suaves manos y cerré mis ojos, fue casi como un reflejo, dentro de mí sentí como mis latidos se aceleraban y como casi mi corazón se sale de la emoción. - Estás muy hermosa, ni siquiera la luna se asemeja a toda tu belleza esta noche, tus ojos, tus mejillas, tus labios, oh... tus labios, como quisiera. - Hizo una pausa, yo abrí mucho mis ojos y el tenía los suyos fijos en mis labios, rodeó mis labios con sus dedos, sentí como ardía de deseo mi interior, solo quería que me besara de una vez y que acabara con la exquisita tortura de quedarse a milímetros de mi boca. Se acercó mucho más y yo cerré mis ojos, lista para unirme a su boca y explorar aquel mundo de fantasías que me esperaban en él. Pero no, no fue así. -¿Te gusta? ¿Te gusta aquel elfo con el que estabas bailando allá afuera? -No puede ser ¡Legolas! ¿Por qué no me besaste?

-¿Quién, Link? Acabo de conocerlo y me agrada mucho.

-¿Te gusta?

-Mis asuntos personales no te incumben.

- Tauriel...

- Bueno sí, me parece atractivo pero nada más.

- ¿ Y yo? ¿Te parezco atractivo?

Me puse roja como un tomate.

-Eh, yo no sé qué decirte. ¿Por qué me estás preguntando eso?

-Simple curiosidad.

- ¿ Curiosidad?

-Me he dado cuenta en como me miras, como me hablas, como te pusiste celosa cuando supiste que Arwen sería mi esposa, y hace un momento no hiciste nada por apartarme de ti cuando te iba a besar, dime Tauriel, ¿ Acaso sientes algo por mi?

No es cierto, no me está preguntando esto, es un sueño, es un sueño, es un sueño... no, maldición, no es un sueño, es real ¿Qué hago? ¿Le digo que lo amo desde hace mucho tiempo? ¿que sueño por el por las noches? ¿que me encantaría ser yo su esposa? No puedo... el es un príncipe y yo soy su capitana, lo nuestro nunca podrá ser, aunque me duela en el fondo de mi corazón no puedo fantasear con algo prohibido y para mi Legolas está prohinido, siempre lo ha sido y siempre lo será, para nosotros no hay futuro.

-No Legolas, estás confundido, entre nosotros solo hay amistad, ni más ni menos, te veo como un hermano, a quien quiero mucho pero solo eso no más.

Retrocedió dos pasos se dio la vuelta y se marchó.

- Ey ¿adónde vas? Espera debes llevarme...

- Me voy con mi futura esposa Arwen, ella si me ama y me amará por siempre- Gritó muy ofuscado en la distancia.

No corrí más, era imposible alcanzarlo, me desmorone en el césped y comencé a llorar... no, no, no, no, no, no, no y no. Que tonta fui, ¿por qué no le dije de una buena vez todo lo que siento por él? Esa oportunidad jamás se volverá a repetir, él se casará y yo me quedaré sin él, con el corazón roto y las esperanzas desvanecidas. Lloré, lloré mucho, aun así me puse de pie y caminé hasta llegar de nuevo al palacio. La fiesta continuaba pero yo me dirigí a mi habitación ni siquiera le avisé a Reindel ni a Link, de seguro estaban preocupados pero no me podía aparecer así en la fiesta. Me recosté en la cama y lloré, lloré hasta quedarme dormida.

Tauriel, Hija del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora