Eres mía

988 28 23
                                    

Legolas y Tauriel se quedaron en trance, ¿habían escuchado bien? ¿embarazada? ¿bebé? ¿pero... cómo? Nada parecía tener lógica. Después de varios segundos de desconcierto que para el doctor parecieron una eternidad, lograron articular su primera expresión después de la increíble noticia.

-Eso es imposible. Yo tomé esa cosa y usted mismo dijo que era efectiva... disculpe, pero creo que usted se ha equivocado de diagnóstico o de paciente -la voz de Tauriel se escuchaba nerviosa.

-Doctor, díganos qué pasó. Mi esposa y yo simplemente no podemos creer que estemos esperando un bebé. La poción no pudo haber fallado... ¿o sí? 

-El rontdezer tiene un 100% de efectividad sus altezas. Yo he estudiado mucho la composición de este método y es infalible; pero, ni todo el conocimiento del mundo ni toda la medicina pueden superar el poder de la divinidad.

-¿Cómo? -inquirió la elfa. 

-Soy amante del mundo medicinal mi señora, pero soy más creyente de sucesos que se dan por la intervención de seres espirituales como los Valar, el mismísimo Ilúvatar o elfos que han pasado a las salas de Mandos. 

-¿Qué tiene que ver eso con nosotros? -preguntó Legolas. 

-Con todo el respeto que ustedes merecen, me atrevo a afirmar, me atrevo a apostar mi propia cabeza a que esto fue obra de algún ser que deseaba que concibieran un hijo. Todo apunta a que lo logró. 

Los ojos de Tauriel se desviaron al suelo, ¿quién sería capaz de haber obrado de esa forma? ¿quién quería que tuviera un bebé? Todavía no lograba asimilar que estaba embarazada, ¿sería posible? Dentro de su cuerpo, una nueva vida había comenzado. El fruto del amor entre ella y su esposo crecía lentamente en su vientre. 

Pero no, ella no estaba lista ni tampoco lo estaba Legolas. Aún no era el momento indicado, ni las circunstancias propicias; ella consideraba que le faltaba mucho por madurar al igual que a su esposo. ¿Qué harían ahora? Dentro de poco serían nombrados reyes, una responsabilidad enorme. Un bebé demandaría toda su atención, su tiempo, sus recursos, sus fuerzas, su paciencia y sobre todo su amor. 

Ninguno sabía ni un poco acerca de maternidad o de paternidad. ¿Darlo en adopción? ¿Encargárselo a una niñera? De ningún modo, Tauriel quería ser ella quien cuidara a su hijo en todo momento. Pero, ¿cómo? era la pregunta que no salía de sus cabezas, ¿cómo se encargarían de la crianza de un bebé si ellos todavía se comportaban como elflings? 

Tantos pensamientos recorrieron sus mentes en cuestión de segundos. El miedo a experimentar algo que no tenían planeado comenzaba a torturarlos. No era un sueño ni producto de su imaginación. Estaban en la enfermería y se acababan de enterar que dentro de un año llegaría a sus vidas un elfling mitad Legolas y mitad Tauriel. 

-Aunque -dijo el doctor sacándolos del ensimismamiento- si no quieren tener al bebé yo podría...

-¡Ni siquiera lo mencione! -exclamó la elfa con potente voz, se había enojado.- Es cierto que ni mi esposo y yo lo esperábamos. Honestamente, no estaba en nuestros planes todavía; pero eso no quiere decir que no lo queramos tener ¡por Eru! Es nuestro bebé, nuestro hijo, nuestro nuevo mundo. Tengo miedo, lo acepto. Creo que toda elfa, mujer, enana o hobbit que se entere que está embarazada, sentiría miedo. Pero eso no significa que no queramos tener a nuestro bebé. 

"Ahora es parte de mí, lo llevaré dentro de mí por un año, y ya no veo la hora de tenerlo entre mis brazos -las lágrimas comenzaban a aflorar de sus ojos- todo lo que quiero ahora es que crezca bien. Lo protegeremos más que a nuestra vida, desde ya sabe que tiene a sus padres que lo esperan con ansias. Desde ya lo amamos y desde ya debe saber que estaremos con él hasta el final. 

Tauriel, Hija del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora