¿Felicidad?

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Felicidad ¿Y eso de qué se trata? ¿Una emoción? ¿Un sentimiento? O tal vez solo se trata de un invento formado por la sociedad para evitar sentirse miserables. Después de todo ¿Alguien en este mundo podía considerarse genuinamente feliz?

El pelirrojo veía el techo de su cuarto sin dejar de hacerse estás preguntas.

Langa ya se había ido hace algunas horas. Aquello provocó un vacío en el corazón de Reki.

Había sonreído al despertar esa mañana y encontrarse con el rostro de su mejor amigo. Disfrutó el desayunar con él y su familia. Rio cuando, debido a una carcajada provocada por su hermana menor, Langa sacó jugo de naranja por su nariz.

¿Cómo es que todos esos pensamientos de alegría se esfumaron justo al momento de que cruzó la puerta para irse?

Sus ojos estaban húmedos. Quería llorar, pero no encontraba una razón exacta para hacerlo ¿En qué clase de ser patético se había convertido?

Quería enviarle un mensaje, pero sería demasiado pronto ¿Y si Langa se sentía asfixiado? ¿Y si poco a poco empezaba a cansarse de él? ¿Qué tal si ya no le gustaba más?

Aunque en un principio debía admitir que los sentimientos del mayor lo incomodaban, con el paso del tiempo debía admitir que se terminó acostumbrando. Incluso comenzó a disfrutarlos.

La atención que recibía era tierna y la manera en que lo miraba lo hacía sentir como si algo en su insignificante existencia valiera la pena.

Quería estar con él. Que acariciara su cabello como siempre lo hacía cada que lo veía nervioso. Quería escuchar mimos que lo ayudaran a sentirse mejor. Quería sentirse nuevamente como el único que le pudiera dar en ese momento lo que Langa quería. Quería ser el dueño de sus pensamientos.

Sabía que sus deseos eran egoístas, pero quería... No, no quería. NECESITABA a Langa. Él era su felicidad.

Como Tatsu lo fue en alguna ocasión.

Tatsu...

Él siempre sabía como hacerlo sentir mejor. Tal vez su relación no fue la mejor de todas, pero había algo en el peli morado que siempre lo ayudó a calmarse. O al menos la mayoría de las ocasiones.

La primera lágrima resbaló por su mejilla.

Odiaba recordarlo. Odiaba admitir que en ocasiones hasta lo extrañaba. Pero ¿Era acaso por que sus recuerdos con él estaban ubicados en un tiempo donde la mayor parte de sus días eran alegres? ¿O por qué enserio pensó que podía cambiarlo y falló de manera colosal?

Aún recordaba el momento en que empezó a sentir que el deseo de Tatsu por él se apagaba. Fue un día en el que notó como su ex novio miró con atención a otro chico.

¿¡Por qué lo había hecho!? ¿Qué acaso él ya no era suficiente? Se había descuidado los últimos días ¿Había engordado? ¿Acaso se veía asqueroso para su, en ese entonces, novio?

Esos pensamientos poco a poco se apoderaron de él y terminó por creerselos.

Era asqueroso.

Era patético.

Era un estorbo.

Hubo un tiempo en el que incluso le estuvo agradecido a Tatsu por estar a su lado. Ya que estaba seguro de que nadie más querría hacerlo.

Cuando terminaron, Reki no pudo llorar. Se sentía usado y la rabia no lo dejó pensar bien en su momento.

Tuvieron que pasar tres días para que las lágrimas fluyeran. Nunca supo si fue porque le dolió el rompimiento o por que no fue él el que terminó todo.

Tatsu lo salvó de acabar con su vida. Iluminó sus días y le enseñó a ver la vida con más color. Por lo tanto, el día en que lo dejó, quedó roto.

Roto.

Pero qué palabra tan más exacta para describirlo.

Cayó la segunda lágrima. Esta fue de coraje, pues se había prometido a sí mismo no llorar por quien no valiera la pena.

Tercera.

No podía controlarse ¿Por qué no podía dejar de llorar?

Se abrazó y se hizo bolita.

"Lugar feliz, lugar feliz" se repetía.

Turu turu turu tuuu– murmuró en voz baja.

Reki Kyan en el cuarto.

Sintiéndose patético.

La cuarta, la quinta, la sexta, sus ojos no dejaban de escurrir.

¿Quién se creía él para sentirse miserable? Un hombre privilegiado. Con un hogar y comida para cada día ¿Cómo podía ser tan egoísta con el resto del mundo?

–Solo quiero ser feliz– masculló.

¿Pero siquiera se merecía esa felicidad? Era una persona horrible. Ofreció su cuerpo a temprana edad para no ser abandonado por su pareja ¿Y a qué costo? Estaba seguro que Langa era demasiado amable para admitir el asco que sentía cada que lo veía.

¿Miya Chinen? ¿Quién rayos se creía que era como para rechazarlo o ignorarlo? ¡Es el deseo de toda la secundaria! Era su deseo hasta hace poco. Debió haberse dejado tocar. Debió incluso acostarse con él.

¿Ahora que le quedaba? No podría ni verlo en los pasillos por la vergüenza.

Lo sacarían del grupo sin duda alguna. Y detestaba siquiera pensar en esto. Pues él sabía que el grupo estaría bien sin él. Pero Reki volvería a estar solo.

¿Acaso valía la pena seguir así?

De nuevo esos pensamientos.

¿Importa si sigo existiendo o no? ¿Alguien lloraría por mí?

Hace ya un tiempo que no los tenía.

Si yo desapareciera ¿Alguien me extrañaría?

–Langa lo haría– se respondió –Él sufriría por mí– chilló.

Una persona. Parece poco, pero realmente era todo el impulso y motivación que el chico tenía para seguir viviendo.

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