Si lo Amas, Déjalo Ir

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Lo besó.

El peli celeste abrió los ojos como platos y lo separó con dulzura.

–¿Reki?– suspiró.

–Lo siento por todo– lo abrazó –Me comporté como un idiota aquella noche. Sé que solo querías cuidarme.

–No, yo lo siento. No debí gritarte de aquella manera y mucho menos decir esas cosas.

–Eso no importa ahora– le sonrió –Te perdono, porque sé que SIEMPRE estarás ahí para mí ¿Cierto?

–Pero claro que sí– acarició su mejilla.

–Entonces– se mordió el labio –¿Crees que pueda darte otro beso?– lo miró con dulzura.

–Pero ¿Por qué querrías eso?

–¿Qué no es obvio?– enredó sus brazos alrededor de su cuello –Por que te amo, Langa Hasegawa– susurró –Eres lo que siempre he soñado. Ahora dime ¿Yo soy lo que tú quieres?– lo miró.

–Sin duda alguna– suspiró.

Sus labios volvieron a unirse.

Las manos de Langa bajaron a la cintura de Reki. La acariciaron como si se tratara de la más fina porcelana. Sin darse cuenta, el pelirrojo ya estaba totalmente pegado a él. Este metió con discreción sus manos debajo de la playera del mayor y recorrió su pálida piel con sus rasposas yemas.

Mientras más longevo se mantenía el beso, sus cuerpos se calentaban. Fue entonces que Langa pudo sentir un bulto en el pantalón del menor.

–Reki...

–Está bien– plantó un corto beso en sus labios –Puedes hacer conmigo lo que quieras.

–Pero...

Tomó las manos del peli celeste y las colocó sobre su trasero.

–Langa, insisto– lo miró.

Su mirada estaba pintada con lujuria y pasión y sus ojos poseían el brillo del deseo.

El mayor tan solo accedió y volvió a besarlo mientras lo movía hacia su alcoba. Se trataba de la primera vez de Langa, por lo que decir que estaba hecho un manojo de nervios era poco. Temía lastimarlo o decepcionar de alguna manera.

Reki se deshizo de sus prendas con rapidez y ayudó a su compañero con las suyas. Así quedando los dos en ropa interior.

El peli celeste se quedó observándolo por unos segundos.

–¿Todo bien?– preguntó el menor.

–Si, es solo que eres muy hermoso– suspiró con una sonrisa torpe –¿Seguro que quieres hacer esto? Yo soy vírgen y...

–Langa– lo tomó por la mejilla –Si no estás listo está bien, pero si lo que tienes es miedo, yo te ayudo– acarició su entrepierna por encima de la ropa interior.

Este asintió y dejó que el pelirrojo tomará el control.

Ninguno podía decir que se trataba de algo perfecto, pero tampoco que no disfrutaban del momento.

Langa tomó prestado uno de los condones de Joe.

Debía admitir que estaba nervioso al principio, pero al acostumbrarse al ritmo, todo pareció ir mucho más fácil. Reki tan solo se aferraba a la sábanas mientras intentaba contener sus gemidos. Aunque esto no fuera muy efectivo, cosa que le parecía adorable al mayor.

Intentó voltearlo.

–¿Qué haces?– se sonrojó Reki.

–No he podido ver tu cara durante todo este tiempo– besó su mejilla.

–No lo hagas, es vergonzoso– miró a un lado.

–Pero si es parte más bella de ti– tomó su mano para poder besarla –Entonces ¿Puedo?

–No hagas nada raro– susurró.

Rio y continuó con las embestidas.

El tiempo voló y no les quedó de otra que caer rendidos. Y aunque Reki no lo admitiría en esos momentos, nunca se había sentido tan amado durante el sexo como en aquella ocasión.

–¿Lo hice bien?– preguntó Langa.

–Lo hiciste excelente, para ser tu primera vez– le sonrió.

–Me alegró– lo abrazó por la cintura –Por cierto, Reki ¿Puedo preguntarte algo?

–Lo que quieras.

–¿Por qué te decidiste a venir hoy?

–Porque te amo, ya te lo había dicho.

–Sí, eso lo entiendo, pero ¿Por qué de repente?

–Hiromi me ayudó a darme cuenta– lo miró.

–¿De verdad?– se sorprendió.

–Sí, pero en estos momentos estoy molesto con él.

–¿Por?

–Me dijo que necesitaba un psiquiatra ¿Quién se cree?

El mayor se sobresaltó.

–Creo que deberías escucharlo.

–¡Claro que no! Estoy bien. Desde que te conocí lo estoy. Tú eres toda la felicidad que necesito.

–Reki...

–Además, él no quiere que tú y yo estemos juntos– frunció el ceño.

–¿El te dijo eso?

–Lo dio a entender. Mencionó algo de dependencia emocional o algo así– se apoyó en su pecho –Qué tontería ¿No?

Soltó un pesado suspiro y lo separó –Creo que deberías hacerle caso– lo miró con firmeza –Reki, yo te quiero muchísimo, pero no creo que...

–No estarás de acuerdo con él ¿Verdad?

–Reki...

–Ugh, eres asombroso– se levantó.

–¿Puedes escucharme por favor?

–Creí que querías estar conmigo– empezó a vestirse.

–¡Por supuesto que quiero! Pero no de esta manera. Quiero que me quieras por quien soy, no por que solo yo te hago feliz– lo tomó por los hombros –Reki, la felicidad ya está dentro de ti, solo debes saber como encontrarla y...

–¡No es cierto!– chilló –No soy feliz. No es así desde hace tiempo y quién sabe si alguna vez podré volver a serlo. Pero cada vez que estoy contigo me siento menos miserable ¿Eso no es suficiente?

Langa se quedó callado buscando consolarlo con la mirada. Pero sabía que sería inútil, pues estaba al tanto de cuál era la respuesta correcta.

–No, no lo es– lo soltó –Creo que será conveniente que no nos veamos por un rato– bajó la mirada.

El pelirrojo tan solo hizo un mueca y se fue azotando la puerta.

El contrario se dejó caer sobre la cama y revisó su celular.

Joe: Me quedaré a dormir en el apartamento de Kaoru esta noche

Joe: Pasé por el apartamento y tomé un cambio de ropa rápido

Joe: Por cierto ¡TE DIJE QUE ME AVISARAS SI IBAS A LLEVAR A ALGUIEN! Espero que al menos usaran condón

Entonces estaría solo esa noche.

Asombroso, podría llorar cómodamente.

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