Capítulo 38

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Poco a poco, los párpados de la pecosa se fueron cerrando. Estaba tan tranquila cuando estaba a su lado, que se podía quedar perfectamente dormida, y eso hizo. Finn continuó leyendo, ajeno a la realidad, hasta que un rato después se dio cuenta.

—Vicki.— La movió ligeramente. —Vicki, te has quedado dormida.

—No, no.— negó con la cabeza, aún medio dormida. —Estaba, simplemente, descansando la vista.

—Claro.

—Que sí, ya verás... pregúntame algo de lo que acabas de leer y te lo digo.— bostezó, tapándose la boca con la mano.

—Te sabes de memoria todo lo que pone en el libro, porque te lo has leído millones de veces, así que...

—Lo que tú digas...— volvió a bostezar.

Finn rió, a la vez que posaba el libro en la mesita. Victoria se levantó de la cama, pero al no estar completamente despierta, se tropezó y aterrizó en el suelo.

—Auch, menuda hostia.— masculló, formando una mueca.

—¡Vicki!— El pecoso se levantó de la cama y fue rápidamente hacia ella. —¿Estás bien?

—Mejor que nunca. Me lo estoy pasando de ensueño.— comentó sarcástica, a la vez que se levantaba. —¿Cómo voy a estar bien si acabo de hacerle una visita al parqué, idiota?

—¿Y qué quieres que te diga? Es lo típico que se pregunta.

—Es lo típico que se pregunta.— Lo imitó, mientras caminaba hacia el baño.

—¡Te he oído!

—¡Era mi intención!

Victoria se lavó la cara, para así refrescarse un poco y no estar tan dormida, aunque después de la caída ya no lo estaba mucho. Salió de baño y el chico estaba sentado en la cama, mientras leía entretenidamente.

—¿Te gusta?— miró al libro.

—Mucho.— Finn la miró. —Y el libro también.

La pelinegra rodó los ojos, intentando disimular la sonrisa que amenazaba por salir.

—Sí quieres te lo puedes quedar. Te lo regalo.

—Pero sí es tú libro favorito.— Estaba verdaderamente soprendido, ya que nunca le regalaba sus libros a nadie, y rara vez los prestaba. —¿En serio?

—Sí.— Se sentó a su lado.

Finn sonrió, al igual que un niño pequeño; cosa que hizo enternecer a la pecosa.

—Espero que lo cuides.— lo miró. —Es más, más te vale que lo cuides.

—Lo haré, lo juro.— sonrió y, acto seguido, unió sus labios en un cálido beso.

Poco después, se separaron y Finn, aún con la mano en su mejilla, habló.

—Creo que deberíamos ir a vestirnos.— Con el dedo pulgar dejaba suaves caricias sobre su mejilla. —O llegáremos tarde a la cena.

Ante la mención de la cena, Vicki rodó los ojos. No tenía ganas de ir, aunque la verdad, simplemente no quería ir por llevarle la contraria a Tommy, y ambos lo sabían.

—No quiero ir.— Formó un puchero con su boca.

Finn se levantó de la cama y la sujetó por la cintura, provocando que ella se levantase también.

—Finn...— Arrastró la última vocal.

—Vicki...— La imitó, mientras la miraba con una sonrisa burlona. —Es una simple cena. No durará mucho.

𝐖𝐈𝐄 (1) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora