Capítulo 36

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La pecosa se sentó y esperó a que el ojiazul hablase. Éste cerró la puerta del despacho y se apresuró a hablar.

—He localizado al señor Changretta.— comentó. —No ha sido fácil. Pero uno de nuestros agentes lo ha visto instalarse en el barrio Chino.

—¿En el barrio Chino?— Frunció el ceño.

—Lo sé. Por eso nadie lo había vuelto a ver desde lo de sus hijos.

—Se ha instalado en territorio enemigo para que así no lo encontremos.— Unió todo la pelinegra, mientras negaba la cabeza. —No puede ser que haya sido tan idiota como para no darse cuenta de que tenemos negocios allí.

—Se aloja en la 33 de la calle Frinter.— Le entregó una foto. —Cuando entres allí tienes que buscar a ese hombre. Él te dará la llave de su casa.

—Bien. Lo tengo todo bajo control.— Se levantó de la silla. —Iré mañana.

—No irás sola, Victoria.

Ella lo miró y frunció el ceño. Tommy asintió levemente con la cabeza y esta entendió a lo que se refería.

—Oh, no. Claro que no.— Se acercó a él. —Ni de coña.

—Finn irá contigo.

—Finn no irá conmigo. Yo empecé esto y yo lo terminaré.

—No puedes ir sola.

—Claro que puedo. Es lo que voy a hacer.— Se guardó la foto en el abrigo. —No quiero que Finn se meta en esto. Y mucho menos que pueda salir mal parado.

—No hay más opción. Además, Michael también irá.— La pelinegra volvió a negar con la cabeza y caminó hasta la puerta. —Por mucho que te resistas...

—No se te ocurra terminar la puta frase. No quiero que ninguno de los dos vaya.— Posó su mano en la manilla de la puerta. —Te juro que como vea a alguno de los dos por allí, vamos a tener problemas.

—Los tendremos sí ellos no te acompañan.

Ante esto, lo fulminó con la mirada. Acto seguido, abrió la puerta y salió del despacho, cerrando la puerta bruscamente.

—Vicki, tienes que hacerle caso a Tommy.— Lizzie se acercó a ella. —En esto tiene razón. Puede ser muy peligroso que vayas tú sola.

—¿Tú también, Lizzie?

—Es por tú bien.

—Esto lo tengo que solucionar yo. Y sí tanto se preocupa por mi, que no mande a nadie.

—Pero...— Lizzie no pudo terminar la frase, ya que la pecosa salió del lugar, dejándola con la palabra en la boca.

Comenzó a caminar por la calles de Birmingham, mientras pensaba en lo ocurrido
Tras pasear, durante un largo período de tiempo, decidió volver a casa. Abrió la puerta y Tommy se encontraba a la entrada.

—Genial.— Cerró la puerta a sus espaldas.

—¿Dónde estabas?— preguntó Finn, acercándose a ella.

—Por ahí, dando una vuelta...— Se encogió de hombros, restándole importancia.

Colgó su abrigo en el perchero y entró directamente al gran salón, dejándolo con la palabra en la boca. Finn miró a Tommy, pero éste desvió la mirada, evitando la suya.

—Ya estamos todos.— informó Arthur, bajando las escaleras.

—Bien. Vayamos todos al salón.

Todos los que no se encontraban en el salón, acudieron a este.

—Hoy vendrá a cenar el alcalde, y necesito que os comportéis correctamente para que podamos cerrar el negocio.

—Oh, claro que sí.— Vicki se encontraba sentada frente a él. —Lo que el señor, Tommy Shelby, desee.

—Como decía, el señor Woods vendrá a cenar hoy. Será una simple cena de negocios y quiero que todo salga perfecto.

—¿Es necesario que estemos todos?— inquirió Michael.

—Bueno...

—Eso es que no.— interrumpió la pelinegra. —Así que no contéis conmigo.

Se levantó de la silla y caminó hasta la puerta, a la vez que todas las miradas estaban puestas en ella.

—Victoria Helm, haz el favor de volver a sentarte.— Tommy dijo.

—Tommy Shelby, haz el favor de irte al infierno.— Cerró de un fuerte portazo y salió de la casa.

Abigail miró a Finn y éste hizo lo mismo. Ella asintió con la cabeza, dándole a entender que fuese él.

—Iré a por ella y estaremos aquí para la cena.

Arthur rió. —Buena suerte con eso.

John miró a Tommy y éste no le devolvió la mirada, ya que seguía con la suya fija en la puerta, por la cual acababa de salir la pecosa.

El pecoso salió a las calles de Birmingham en busca de la chica. No tardó mucho en darse cuenta de que estaría en el establo, junto a Lyn, el nuevo caballo. Caminó hasta allí y divisó a Charlie.

—En el establo.— Se limitó a decir éste, mientras lo señalaba.

Asintió con la cabeza y caminó hasta allí. Victoria se encontraba reponiendo la comida de los caballos, mientras se encontraba ajena al mundo exterior.

—Vicki...

—¿Qué quieres, Shelby?— Posó el cuenco con agua. —¿Os habéis puesto de acuerdo toda la familia Shelby para tocarme hoy los cojones? ¿O cómo va la cosa?

—Para el carro y déjame hablar.

—Está bien.— Se acercó a él y ambos se miraron a los ojos. —Habla.

—Sé que tienes un mal día, pero no puedes pagarlo con los demás. No al menos con la gente que no te ha hecho nada.

La pelinegra sabía que él tenía razón, pero no iba a concederle el placer de admitirlo.

—Vale.— respondió entonces, y volvió a darse la vuelta para seguir rellenando los cuencos con agua.

—¿Me has escuchado?

—Perfectamente.

—Sabes que tengo razón, pero no quieres admitirlo.

—¿Y qué si no quiero admitirlo?— Se giró sobre sí misma, y caminó hacia él.

—Haz lo que quieras. Pero con esto lo acabas de admitir.

—Vale.— Se encogió de hombros, restándole importancia.

—Iremos a esa cena y mañana iremos a...

—Mañana tú no irás a nada.— Interrumpió, posando un dedo sobre su pecho. —Ni tú, ni Michael.

—Sabes que iremos.— Agarró su mano. —Nos irás sola.

—Está bien.— Soltó el agarre. —Hacer lo que queráis.

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¿Qué opináis del enfado de Victoria con Tommy?

𝐖𝐈𝐄 (1) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora