Capítulo 11

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—Siéntate, Vic.— le dijo Tom, indicando una de las sillas vacías.

Esta lo miró y se sentó donde le estaba indicando.

—Victoria, has rajado a Ángel Changretta.— comentó. —A pesar de que Arthur, e incluso Finn, te dijeran que te disculparas.

La pelinegra formó una mueca con la boca, mientras sentía todas las miradas puestas en ella.

—Y Polly te propuso un término medio.— Ella asintió con la cabeza. —Pero no hiciste caso a los señores Disculpa, ni a Doña Término Medio. Y ahora tengo a un italiano merodeando en mi territorio, diciendo que te va a hacer lo mismo que a tu madre.

La chica se levantó y volvió a caminar hasta la puerta, pero Finn se puso en medio y la bloqueó.

—¿Nos disculpamos o buscamos un término medio, Victoria?

La pecosa se dió la vuelta y resopló, ya que no sabía qué decir.

—Va, fue algo que Vic dijo de broma.— argumentó John.

—Pero es de la familia también, John.

—Ya. Pero no veo que se declare una guerra, por algo que Vic no dijo en serio.— interrumpió Arthur.

—¿Entonces debería disculparse en italiano o en qué?— respondió. —¿O les preguntamos que puto idioma prefieren? No lo tengo claro.— le sostuvo la mirada a la pelinegra.

—Dijiste que mientras estuvieses en Londres, querías paz en casa.— intervino Polly.

—Y la única forma de tener paz, es que la posibilidad de una guerra les parezca peor. Si te disculpas una vez, lo harás otra y otra, y otra vez más. Es como quitar ladrillos a la fachada de tu casa.— comenzó a decir Thomas. —¿Queréis demoler la casa, Arthur? ¿Finn?

—Bah.— resto importancia, el mayor de los hermanos.

—Si eres blando con la rebelión esta crecerá. Has hecho lo que debías, Vic.— La señaló. —Y ahora volvemos a la ofensiva. Tomáremos dos tabernas de Changretta, esta noche.

—Por el amor de Dios.-a dijo Polly.

—Te estás ablandado, Arthur.— Tommy lo miró seriamente. —Deja la biblia para el domingo.— Dicho esto, se marchó.

—Bien hecho, enana.— le dijo John, con una sonrisa.

Arthur, Polly y John, se fueron. En el salón solo quedaron ambos adolescentes.

—Soy demasiado impulsiva.— comentó, pasándose la mano por la cara.

—Está todo bien. Ya escuchaste a Tommy.

La pelinegra negó con la cabeza e hizo algo que ninguno de los dos se esperaba. Lo abrazó. Ocultándo la cara en la curva de su cuello, mientras él la rodeaba con sus brazos. Acarició su pelo y también su espalda, mientras esta mantenía sus ojos cerrados y disfrutaba de sus caricias.

☾☾☾☾

—Quieres darte prisa.— le dijo Finn, mientras caminaban hasta el desguace.

—Quieres callarte la boca.— contraatacó, a la vez que llegaba a su altura.

Ambos llegaron a su destino y avisaron a Charlie de que iban a estar practicando en la parte trasera del desguace.

—Como rompáis algo, Tommy lo sabrá.— comentó Charlie.

—Nos encargaremos de que no sea necesario.— dijo Vicki, mientras comenzaban a caminar.

Llegaron a su sitio y la pecosa miró al chico.

—¿Pero cuánto tiempo has estado aquí?— preguntó, ya que estaba todo colocado.

Enfrente a ellos, había una especie de mesa con un revólver y, a unos metros de esta, había colocadas unas latas para poder disparar.

—Llevas todo el día durmiendo, Vic.

—¿Qué pasa? ¿Me echabas de menos?— inquirió burlona.

—Más quisieras.

—Discutible.— habló. —Bien. Empecemos con esto.

La chica agarró la pistola de la mesa y la observó detenidamente. La idea de poder empuñar un arma no le disgustaba, pero a la hora de agarrala la inquietud habitó en su cuerpo.

—Bien. Tienes que quitar el seguro, y escucharás un pequeño sonido.— comenzó a explicarle el pecoso.

Esta asintió con la cabeza y levantó los brazos hacia delante. Inspiró hondo y visualizó su objetivo. Las latas. Soltó lentamente el aire que habitaba en sus pulmones, y apretó el gatillo. No le llegó a dar completamente, si no que rozó la lata.

—Has puesto el brazo muy tenso.

—¿Y como coño se supone que tengo que ponerlo?— respondió a la defensiva, ya que la paciencia no era su punto fuerte.

—A ver, no te alteres.

Caminó hacia ella y apoyó el pecho en su espalda. Envolvió su mano con la de la pecosa, mejorándo así el agarre. Esta se sorprendió, un poco, ante la acción.

—Bien. Relájate y haz lo mismo con tu brazo.— susurró. —Solo tienes que...

—Finn.— interrumpió en el mismo tono. —Que estés así de cerca no ayuda a relajarme.

—¿Te pongo nerviosa?

—Igual que yo a ti.— Se dio la vuelta, quedando ambos cara a cara.

El pecoso, aún con su mano en la cintura de la pelinegra, posó el arma sobre la mesa y la volvió a mirar fijamente. Sin darse cuenta, ambos comenzaron a acercarse lentamente, hasta el punto de que sus narices chocaban.

—No sabes cuanto he esperado esto.— musitó, atrayéndola por completo a su cuerpo.

Dicho esto, estampó sus labios contra los de la chica y esta se quedó un poco impactada, pero unos segundos después le correspondió el beso. Las manos de Finn recorrían su cintura y esta, tenía una mano en su mejilla y la otra en su nuca; profundizando el beso.

—Bueno, bueno.— se escuchó una voz conocida, por lo que ambos se separaron inmediatamente. —Con qué veníais a practicar, ¿no?

—No dijeron lo que venían a practicar, hermano.— contestó, en el mismo tono, Arthur.

—La práctica de lengua bien entonces, ¿no?

—Muy graciosos. Ambos.— comentó Victoria, esbozando una falsa sonrisa. —Seguimos mañana, Finn.

—Espero que no sea en casa.— contestó John.

—Sí. Y Esme también se apunta.— dijo, mientras comenzaba a correr.

—Ven aquí, enana de mierda.— Copió su acción y comenzó a correr.


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•¿Qué os parece la amistad de John y Victoria?🌙

𝐖𝐈𝐄 (1) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora