Capítulo 53

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Bajó rápidamente del cubículo y se dispuso a abrir la puerta. La cual, para su desgracia, se había quedado atrancada.

—Joder.— musitó, haciendo fuerza. —Vamos, ábrete.

Se dio cuenta de que si seguía tirando se quedaría con el pomo en la mano, por lo que pasó al plan B. Encontrar algo puntiagudo.
Abrió los diversos cajones, pero no encontró nada. Hasta que se dio cuenta de una cosa.

—Las dagas, gilipollas.— habló para sí misma, desatando una de su muslo.

Desatornilló cuidadosamente las brisas de la puerta y logró abrirla. La apoyó en el suelo. Más tarde la colocaría, ahora tenía algo mucho más importante que hacer.
Bajó corriendo las escaleras, hasta la planta inferior.

—¿Adónde se...?— John la miró.

—Quita.— Lo apartó bruscamente, provocando que éste se tuviera que agarrar a algo.

Abrió la puerta principal y tras ello su sonrisa se ensanchó. No lo podía creer. Cruzó el umbral de la puerta y comenzó a correr hasta el jardín.

—¡Abi!— corría con una sonrisa.

Cuando se encontraba a escasos metros de ella, su sonrisa se esfumó rápidamente. Estaba herida.

—Abigail.— ahora dijo, con desesperación, llegando hacia su hermana.

A la ojiazul no le dio tiempo a emitir ni una sola palabra, ya que cayó desplomada al suelo. Estaba perdiendo mucha sangre.

—¡Abi!— La cogió entre sus brazos, para que ésta no impactase contra el suelo. —¡Abigail, por favor!

—Shhh, tranquila.— susurró, débilmente.—Las dos sabemos que esto acaba aquí. Así que necesito que me escuches atentamente.

—No, no, no... No digas eso.— Lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. —Abi por favor.

—Vicki, escúchame. No tengo mucho tiempo.

—Por favor, ya nos separaron una vez, no hagas que nos separen otra.— sollozaba. —¡¡Ayuda!!

—Victoria.

—No, no. Te vas a poner bien.— intentó convencerse. —No te puedes ir ahora. No te puedes ir.

—Tienes que...

—Aún nos quedan un montón de cosas por hacer. Tienes mucha vida por delante.— Su voz se desgarraba cada vez más. —Lo siento mucho, de verdad. No tenía que haberte metido en todo esto.

—Vicki.

—Te amo, Abi.— dijo. —Por favor, quédate conmigo.

—Yo también te amo, pero tienes que dejarme ir.

—Nunca...

Las mejillas de Abigail se encontraban empapadas, al igual que las de la pelinegra. Vicki sabía que esto había llegado a su fin, pero aun así lucharía hasta el final. No podía irse ahora. Su hermana no podía morir. Era lo único que le quedaba.

—Escúchame, por favor.— Alzó débilmente su mano y la posó en su mejilla. —Han aceptado el trato.

—¿Qué? ¿Qué estás diciendo?— Frunció ligeramente el ceño.

—Vicki, están con él.

—¿Quiénes, Abi? ¿Quiénes están con quién?— Presionaba la herida, aún con ella entre sus brazos. —¡Abi!

Ésta no contestó. La pelinegra la zarandeó, mientras gritaba desconsoladamente su nombre. Incluso su garganta comenzaba a arder por ello, pero en ese momento no le importaba. Solo le importaba su hermana.
La ojiazul aún se encontraba entre sus brazos, pero ya no respiraba. Ya no respondía. Ya no estaba.

—¡Por favor!— gritó de nuevo, acariciando su mejilla. —Quédate conmigo. Haré lo que sea, por favor.

Se agachó hasta posar la mejilla sobre su corazón. Éste ya no latía. Se había ido definitivamente. Su hermana se había ido.

—Te juro que seré una buena hermana.— Lloraba desconsoladamente. Tanto que le costaba articular las palabras. —Te lo juro. Pero vuelve, por favor.

En ese momento su cabeza hizo click, en cuanto a lo que le había dicho. "Han aceptado el trato." "Están con él."
No entendía nada, pero su intuición le estaba intentando decir algo. Arthur salió rápidamente de la casa al escuchar el griterío.

—¡Victoria!— Se acercó corriendo a ella, con el arma en su mano.

Ésta seguía en shock. No podía creer que esto estuviera pasando. Algo en su interior le indicó que se levantara. Tenía que ponerse en pie. Y eso hizo.
Posó suavemente a su hermana sobre el césped y, no sin antes besar su frente, se incorporó.

—¿Cómo...?— Arthur no pudo terminar la frase, ya que la chica comenzó a correr hacia el interior de la casa.

Le daba igual estar cubierta de sangre. Le daba igual tener las mejillas empapadas por las lágrimas. Le daba igual su aspecto. Ahora le daba igual todo. Solo necesitaba respuestas. Necesitaba saber a qué se refería su hermana.
Llegó hasta el despacho de Tommy y comenzó a golpear fuertemente la puerta. Tenía intención de seguir aporreando la puerta, pero alguien se lo impidió. Michael la había sujetado.

—¡Suéltame!

Antes de que pudiese contestar, Tommy se hizo presente en la escena.

—¡¿Qué puto trato habéis aceptado, Tommy?!

Éste vaciló un segundo. Parecía sorprendido. Echó un vistazo a su aspecto y pareció darse cuenta de lo que estaba pasando. Y la pelinegra también.

—Tommy...

—Michael, súbela a su habitación para que se tranquilice.— dijo, firmemente, aunque pudo ver en sus ojos todo lo contrario.

—¡¿Cómo?!— comenzó a forcejear.

Michael se dio cuenta de que no iba a ser posible subirla en esa posición, por lo que la subió a su hombro. Cuidándose de que la chica no lo golpease.

—¡Suéltame! ¡Que me sueltes, joder!— gritaba, mientras intentaba zafarse del agarre.

Logró subirla a su habitación y con cuidado la dejó en el suelo. Ésta aprovechó el momento y le asestó un fuerte puñetazo en la boca, provocando que ésta le comenzase a sangrar.

—Estate quieta.

—Que te follen.— Intentó volver a golpearlo, pero la bloqueó, tirándola al suelo.

—Vicki, para. No quiero hacerte daño.

—Ya lo has hecho.— intentó levantarse, pero seguía bloqueándola.

Se distrajo un momento, y él lo aprovechó para salir corriendo de la habitación. La cerró con llave. Dejándola completamente aislada.

—¡Abre la puerta, Michael!— gritaba al otro lado. —¡¡Abre la puta puerta!!

—No puedo hacerlo, Vicki.— dijo. —De verdad que no.

—No me llames así. Estás muerto para mí.— escupió con rabia, a la vez que golpeaba fuertemente la puerta. —¡Te odio!

—Sé que no lo dices en serio.

—No he dicho algo tan en serio en mi vida. Os odio a todos.

—Cuando te tranquilices vendré a por ti.

—¡¡Hijo de puta!!— sollozó fuertemente, golpeando una y otra vez la puerta.

Michael miró nuevamente la puerta. Su corazón le decía que tenía que abrir la puerta. Pero su cerebro le decía todo lo contrario.
Vaciló unos segundos, pero finalmente desistió y bajó las escaleras, dejándola encerrada en la habitación.

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Vicki siempre está para todos... pero nadie está para ella.

•"WIE" es el primer libro de una bilogía. El segundo libro se llamará "KIEL" y tendrá un montón de cosas nuevas. (Tengo la info en las destacadas de instagram (as_pasiia). Si tenéis alguna duda podéis escribirme.)

𝐖𝐈𝐄 (1) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora