Capítulo 28

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—Tranquila. Enfócate en tu respiración.— Grace le dijo, agachándose a su altura.

—Vicki, por favor.— Un leve sollozo salió de la boca del pecoso. —Te vas a poner bien.

Esta seguía haciendo presión en su herida, aunque cada vez se encontraba más dolorida.

—Ya me jodería morirme así.— bromeó la pelinegra.

—No digas eso, no te vas a morir.— Finn acarició su mejilla, aún con ella entre sus brazos. —No digas eso...

Los párpados de la pecosa amenazaban con cerrarse, poco a poco.

—No cierres los ojos.— comentó Grace. —Victoria, mantén los ojos abiertos.

—Victoria.

Tommy retiró un poco el pañuelo y presionó su dedo sobre la herida, de manera que la chica no pudiese cerrar los ojos.

—¡Me cago en la hostia!— exclamó. —Tommy, te reviento.

—Denada.— contestó.

Finn miró a Grace, ambos con lágrimas en los ojos, y rieron ante el comentario de la pecosa.

—¡¿Dónde está la puta ambulancia?!— exclamó John.

Ada entró corriendo al salón, siendo seguida por Polly.

—No hay ambulancias disponibles en la zona. Y la más rápida tardará en llegar mínimo 2 horas.— explicó Ada.

—Tenemos que atenderla nosotros.— comentó Arthur.

—Llevarla a una de las habitaciones de arriba.— añadió Tommy.

Finn alzó a la pelinegra, y comenzó a subir con ella hacia la planta superior.

—Por aquí.— Le indicó Michael, mientras abría la puerta de una de las habitaciones.

Entró a la habitación, seguido por Ada y los demás. La apoyó sobre la cama y esta soltó un pequeño quejido de dolor.

—Lo siento.— susurró Finn, con los nervios a flor de piel.

—Necesito alcohol y gasas.— Ada se colocó al otro lado de la chica. —Unas pinzas, también.

John y Michael volvieron a bajar hasta la planta inferior, para buscar lo necesario.

—Te vas a poner bien.— le dijo Ada, acariciando su pelo.

—Espero que Tommy no vea cómo están quedando sus sábanas.— bromeó, presionando la herida con ayuda del pecoso.

—Será un secreto entre nosotras.— añadió Ada, intentando hacer lo posible por mantenerla despierta.

—Te estás desangrando y en lo único que piensas es en las putas sábanas... Eres la hostia.— Polly dijo.

Todos rieron, para intentar animar a la pecosa y pretender que esta no pensase en lo que estaba ocurriendo realmente.

—Aquí están.— John entró por la puerta y le entregó el alcohol, junto a las gasas.

—Las pinzas.— extendió Michael.

La pecosa le quitó la botella de las manos al ojiazul y bebió un gran trago de vodka, para luego entregársela a Ada.

—Necesito que te estés quieta. No te muevas lo más mínimo.

—Joder, yo que me iba a correr una maratón.— ironizó.

Finn agarró su mano y esta la apretó fuertemente. Michael le entregó un trozo de paño, el cual ayudó a colocárselo entre los dientes, para que así no se hiciera daño.

𝐖𝐈𝐄 (1) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora