Capítulo 39

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—Vosotros.— John se hizo presente. —Tenéis que ir entrando.

Victoria dejó de reír, y lo miró. Éste enseguida apartó la mirada.
Abigail y Ada asintieron con la cabeza y caminaron hacia la puerta principal.

—¿Vamos?— Finn la miró.

—Dame un segundo.— Caminó hasta John y lo agarró suavemente por el brazo, provocando que éste dejara de andar. —John.

Se giró sobre si mismo para mirarla.

—¿Qué?

—¿Qué te pasa?— Verdaderamente le dolía no hablar con él. —Sí es por lo del otro día...

—No me pasa nada, Victoria.— interrumpió.

Lo dijo con un tono tan cortante que hasta él mismo se sorprendió.

—Ah... vale.— Soltó su agarre y comenzó a caminar.

John se dio cuenta de lo que acaba de decir y, sobretodo, de como la había llamado.

—Vic, espera.— Se apresuró a alcanzarla. —Espera.

Esta dejó de caminar y se giró sobre si misma.

—No me pasa nada...— contestó. —Simplemente tengo mucho trabajo.

La pecosa asintió con la cabeza, a la vez que lo abrazaba. Éste le devolvió el abrazo mientras se aferraba a ella. Ambos necesitaban ese abrazo.

—Deberíamos entrar.— Se separon.

John asintió con la cabeza y los dos entraron a la casa.

—Sr. Shelby, el alcalde llegará con unos minutos de retraso.— La criada informó.

—Está bien. Gracias, Mary.— John le indicó que se retirase. —Vicki, díselo tú a Tommy.

—¿Y por qué no se lo dices tú?— Frunció el ceño.

—Tengo que ir a por Jack.— comenzó a subir las escaleras.

—Como no, John Shelby, escaqueándose.— bufó, a la vez que comenzaba a buscar al ojiazul. —¿Has visto a Tommy?

—Está en su despacho.— le indicó Michael.

—Gracias.— siguió caminando, pero un segundo después se dio cuenta de una cosa, por lo que retrocedió hasta donde el chico. —No sabes ponerte la corbata, ¿no?

—¿Tanto se me nota?— rió avergonzado.

—Ven, yo te ayudo.— Éste se acercó.

Deshizo el nudo que había hecho y, bajo la atenta mirada de éste, comenzó a abrocharle la corbata. Levantó el cuello de la camisa y la colocó.

—Ya está.— Le colocó la camisa. —Perfecto.

—Gracias, Vicki.

Esta le lanzó un beso y siguió caminando pasillo adelante, antes de que él pudiese añadir algo más. Llamó a la puerta y escuchó un "adelante" por lo que entró.

—El señor Woods se retrasará unos minutos.

—Vale, ¿puedes asegurarte de que todos estén ya en el comedor?— Tommy guardó unos papeles.

—Claro.— Cerró la puerta a sus espaldas, a la vez que volvía a poner rumbo hacia el salón. —Tú.— Agarró levemente la corbata de Finn. —Tenemos que ir todos al salón.

—Lo que usted diga, bella dama.— sonrió burlón.

—Eres idiota, ¿lo sabías?— Tiró suavemente de su corbata y unió sus labios en un efímero beso. —Vamos, anda.

Ambos fueron avisando a los demás y poco después, todos se encontraban en el salón. El único que faltaba por llegar era Tommy.

—Bien, espero que estéis todos listos.— El último nombrado entró por la puerta.

—Sr. Shelby, el Sr. Woods ha llegado.— Mary apareció en escena.

Tommy dio una mirada de advertencia a todos los presentes, en especial a la pecosa, quien lo fulminó con la mirada.

—Bienvenido, Sr. Woods.— Tommy lo invitó a adentrarse en el salón.

—Llámeme Cedric.— asintió con la cabeza.

En cuanto el hombre entró en el lugar, Victoria notó algo raro. "Algo no cuadra" pensó.

—Encantada.— Abigail saludó, aceptando su mano.

—Y esta de aquí es Victoria.

La última nombrada estaba tan sumergida en sus pensamientos, que ni se dio cuenta de que la habían nombrado. Finn la miró con el ceño frunció y le asestó un leve codazo, provocando que esta reaccionase.

—¿Qué?— Finn le indicó que mirase hacia delante. —Oh, soy Victoria, encantada...— estrechó su mano.

Cedric rió ante esto y siguió saludando a los presentes.

—Bueno, cuando quiera podemos empezar la cena.— Tommy se sentó.

—Cuando quiera, es su casa.— imitó su acción.

Tommy le hizo un gesto a los criados, que estaban alrededor, y estos comenzaron a traer la cena. De vez en cuando, Vicki observaba al hombre. Había algo que no le cuadraba. Lo había visto antes.

—Oh, fue terrible. Vi la noticia en el periódico.— Cedric metió otro pedazo de verdura en su boca.

El cerebro de la chica hizo un clic y se dio cuenta de que le sonaba.

—Si me disculpan..., tengo que ir al servicio.— Se levantó de la mesa, y conectó miradas con el hombre, quien pareció ponerse nervioso.

Salió del salón y caminó en dirección a su habitación. Comenzó a buscar entre todos los papeles de periódicos que tenía en una carpeta; los había utilizado para localizar a Luca Changretta.


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𝐖𝐈𝐄 (1) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora