Capítulo 37

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—Vicki.— Acunó su rostro entre sus manos. —No pasará nada. Sabes de sobra que estamos preparados para esto.

—Lo sé.— Cerró los ojos. —Pero no quiero que os ocurra nada malo. No podría soportarlo.

—No pasará nada, te lo prometo.— Unió sus labios en un cálido beso.

Ambos caminaron de vuelta a casa, mientras por el camino hablaban sobre diversos temas.

—Imagínate tener una casa con vistas al mar y dentro de ella, tener una biblioteca inmensa con millones de libros.— Los ojos de la pecosa brillaban. —Y poder sentarte a leer desde la terraza, mientras de vez en cuando admiras el mar.

Finn simplemente la escuchaba. No porque no quisiese hablar o porque no le interesase el tema, si no porque disfrutaba admirar como la chica se entusiasmaba, ante el simple hecho de hablar sobre libros.
Algo que había cautivado verdaderamente su corazón, era la forma en que se expresaba acerca de los temas que la apasionaban. Amaba escucharla hablar sobre filosofía. Amaba escucharla hablar sobre música. Amaba todas y cada unas de sus pasiones. Y lo más importante, la amaba a ella.

—Algún día me gustaría ser escritora.— Con su dedo pulgar acariciaba sus manos entrelazadas.

Una sonrisa apareció en el rostro del chico, al ver como acariciaba su mano.
Ambos siguieron hablando, durante un largo período de tiempo, hasta que llegaron a casa.

—Eso hubiera sido gracioso, la verdad.— La pecosa abrió la puerta, riéndose.

—Gracioso se queda corto.— le respondió Finn, cerrando la puerta a sus espaldas.

Arthur bajaba por la escaleras y se quedó inmóvil, cuando llegó hasta donde estaban los pecosos.

—¿Cómo lo has conseguido?— miró a su hermano.

—Muy gracioso, Arthur.— Victoria rodó los ojos y caminó hasta el salón principal.

—Es la única salida.— se escuchó decir a Tommy.

—Creo que deberíamos...— Polly enmudeció de inmediato, al ver como la pelinegra entraba en el lugar.

Ella frunció el ceño, ante el repentino silencio por su presencia y se sentó al lado de su hermana, bajo la atenta mirada de los presentes.

—¿Qué?— Los miró.

—Nada. Hablábamos sobre la cena...— Abigail compartió una mirada con Tommy.

Narra Victoria:

Entro al salón y lo primero que hacen es dejar de hablar de lo que estuvieran hablando. Y ahora Tommy y mi hermana comparten miradas... Algo está pasando aquí, y no me quedaré de brazos cruzados. Tengo que averiguarlo.

Miré a John y a Michael, los cuales ya me estaban mirando, y rápidamente desviaron sus miradas e hicieron como que estaban hablando.
Vale, ahora sí que no entiendo nada.
Miré a Polly y está hizo lo mismo... ¿Qué estaba pasando? ¿Qué había hecho mal?
Tragué saliva e intenté no parecer incómoda, aunque no lo había estado tanto en toda mi vida.

[...]

El pecoso entró al salón y Vicki agradeció a los dioses por ello. No sabía cuánto más aguantaría fingiendo.

—¿Qué pasa?— Se sentó a su lado.

—Nada, ¿por qué lo preguntas?— Tommy se apresuró a contestarle.

—Estábamos hablando sobre la cena.— añadieron John y Michael.

La pecosa no daba crédito. ¿Ahora se había vuelto invisible y por ello hace unos minutos la habían estado ignorando?

—Bien. La cena comenzará, más o menos, en cuatro horas.— Tommy se levantó del asiento. —Espero que estéis listos para entonces.

Acto seguido, abandonó el salón, no sin antes cruzar una mirada rápida con la pecosa, quien frunció el ceño. Victoria miró a los presentes, uno por uno, pero ninguno le devolvió la mirada.

—¿Se puede saber qué coño está pasando? ¿Por qué estáis haciendo como que no estoy?

Polly y John, junto a Ada y Abigail, se levantaron y abandonaron el salón, sin emitir ni una sola respuesta. La pecosa comenzaba a sentirse mal, porque no entendía lo que estaba pasando. ¿Había hecho algo mal? Esa pregunta rondaba por su cabeza desde que entró al lugar.

—¿Qué cojones?— Finn frunció el ceño, ya que se había dado cuenta de la situación.

Ambos miraron a Michael y éste intentó evitarlos, pero no pudo.

—Oh, no, querido.— Victoria cerró la puerta. —De aquí no te vas hasta que hables.

Finn se colocó a su lado, provocando que Michael no pudiese salir.

—De verdad que no quiero hacer esto, pero me estás obligando a ello.— Desenfundó una de sus dagas. —Michael, habla.

—¿Por qué todos habéis ignorado a Vicki?

—Escucharme.— Se acercó a ellos. —No es nada malo. Solo estábamos pensando en cómo convencerte para que mañana te acompañemos Finn y yo.

Victoria frunció el ceño. Conocía a Michael perfectamente y estaba segurísima de que estaba ocultando algo y, sobre todo, de que lo que estaba diciendo no era del todo verdad. En cambio, guardó su daga y volvió a hablar.

—Vale. Podéis venir.— Abrió la puerta del salón. —Lo ibais a hacer igual.

Dicho esto, salió del salón, sin mirar a ninguno de los dos. Subió a su habitación y fue directamente al servicio. En lo único que podía pensar ahora era en un baño con agua caliente, y eso hizo. Llenó la bañera y se introdujo en ella, no sin antes reproducir sus canciones favoritas.

"Je te laisserai des mots. En dessous de ta porte. En dessous de les murs qui chantent." — cantaba, a la vez que sumergía su cabeza en el agua. —"Tout près de la place où tes pieds passent. Cachés dans les trous de ton divan. Et quand tu es seule pendant un instant."

Poco después, ya se encontraba colocándose el pijama. Había pensado que antes de la cena, para la cual quedaban más de dos horas, se metería en la cama y leería un poco.
Agarró el libro, no sin antes ponerse las gafas, y comenzó a leerlo. Leyó varios capítulos, pero antes de que pudiese comenzar a leer el siguiente, un ruido en su puerta obligó a que levantara la vista del libro.

—¿Puedo pasar?— Finn se encontraba apoyado en el marco de la puerta.

—Cariño, sabes que eso se pregunta antes de entrar, ¿no?— Sonrió, dejando las gafas en su mesilla. —Pasa.

Finn cerró la puerta detrás de él y caminó hasta la cama.

—¿Qué haces?

—Leer.— contestó, volviendo su vista al libro.

El pecoso dudó unos segundos, pero finalmente habló.

—¿Puedo leértelo?

Victoria volvió a sonreír, aunque ahora enternecida, y le entregó el libro. Apoyó la cabeza sobre su pecho y dejó que él le leyera el libro.

"Pero creo que yo sí me he preocupado. He estado preocupándome sobre este tema desde que me lo dijo. Miro a la gente que va de la mano por los pasillos e intento pensar en cómo funciona todo. En los bailes del instituto me siento al fondo, marco el ritmo con el pie y me pregunto cuántas parejas bailarán «su canción». En los pasillos, veo a las chicas que llevan puestas las chaquetas de los chicos, y reflexiono sobre la idea de propiedad. Y me pregunto si alguien es realmente feliz. Espero que lo sean. De verdad."— narraba. —"Bill me vio mirando a la gente y, después de clase, me preguntó en qué estaba pensando, y se lo dije. Me escuchó y asintió con la cabeza e hizo ruidos «afirmativos». Cuando hube terminado, su cara se convirtió en «cara de tener una conversación seria». ¿Siempre piensas tanto, Charlie?..."

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La preciosa canción que escucha Vicki cuando está en la bañera, la tenéis arriba del todo (en multimedia), por si la queréis escuchar.

𝐖𝐈𝐄 (1) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora