Capitulo 33.

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La vie en rose

Marena
Estaba casada. Estaba casada con Alexander Meyer Schwarz, el hombre que atormentaba mis peores pesadillas años atrás, actualmente era mi esposo. La vida realmente se estaba riendo en mi cara.

Mi ansiedad se había calmado, pero el nudo que estrangulaba mi garganta no desaparecía. No era miedo, no. Era algo un poco más extraño en mí, duda.

Bajo la mirada y me concentro en los anillo de mi mano izquierda. Mi anillo de compromiso ovalado de esmeralda de oro y mi banda dorada. El nudo en mi garganta no desaparece por más champan que ingiera. No hay un solo día de mi vida en el que no te haya amado. Sus palabras pesan en mi mente como una tonelada de ladrillos. Aun no podía descifrar que tan honesto había sido en sus votos, pero tan real como falso, sus palabras me ponían los pelos de punta. Por un lado tenía la posibilidad de que sean falsas, lo cual extrañamente me molestaba e irritaba, si eran mentiras no quería escucharlas; pero por el otro tenía la posibilidad de que sean verdad, y eso me asustaba, porque si fue honesto, había mucho más en nuestra historia que no conocía. Y también estaba el pequeño detalle de que hablo en francés, sabiendo que no todos nuestros invitados comprenderían el idioma, haciéndolo aun más... ¿Privado? ¿Personal? ¿Romántico?

Sacudo mi cabeza e intento disfrutar de la fiesta. Por más que quisiera acorralar a Alexander y jugar a las veinte preguntas, sabía que no era el momento y que en el fondo no quería escuchar su respuesta, ya que de cualquier forma iba a molestarme.

- Marena. – Eva me devuelve al mundo, salvándome de mi propia mente, o como me gusta llamar a la perra: mi peor enemiga.

- Eva. – sonrío honestamente.

- Björn esta bebiendo una copa con Jens, pero de parte de ambos, queremos darte oficialmente la bienvenida a nuestra familia. – noto los rastros de lagrimas secas en su mejilla y mi corazón se contrae con la simple inocencia del acto.

- Gracias Eva. – presiono su mano en la mía

- Quiero que sepas que a pesar de la alianza que realizaron como clanes Alex y tu, mi familia siempre te recibirá con los brazos abiertos cariño. – aprecio el brillo de felicidad en sus ojos. – Quiero que sepas que para mi Marena, tú eres una hija más, y absolutamente nadie toca lo que es mío cariño.

Veo el fuego en sus ojos y la seriedad de sus palabras y no puedo evitar el orgullo que toma mi pecho. Eva es una de esas mujeres que a primera vista uno categoriza como dulce e inocente, pero en el segundo en que alguien intenta pasarla por en cima, ella saca las garras. Eva es una mujer admirable, ella sabe cuándo debe jugar a la amada esposa y madre delante de la alta sociedad europea, pero también sabe cuándo debe jugar a la dama de la mafia alemana. Eva es la flor más peligrosa de todas, esa que te atrapa por su belleza pero te encierra con su inteligencia.

Si pudiera llorar, creo que ahora lo haría; pero me negaba a dejar caer una mínima gota, la muerte de mi padre había sido mi último momento de completa debilidad y esperaba que eso se quedara así, por lo tanto me limito a sonreír con honestidad.

- Gracias Eva, aprecio mucho tus palabras.

Ella asiente y se arregla el maquillaje de debajo de sus ojos.

- El lugar es hermoso. – comenta.

- Es mi lugar de en sueño, Alessandra hizo un estupendo trabajo. – sonrío mirando el salón Angelo Bianco, en el hotel Di Rinaldi, nombrado por mi padre, en honor a mi madre. El solía decir que el día de su boda, mi madre descendió del cielo como un ángel, y esa imagen se gravo en su retina. El salón consistía de paredes y suelos de mármol blanco y negro, con mínimos detalles dorados.

Iluminame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora