Tormentas Placenteras.
(Primera parte)Alexander.
Observo cómo su respiración se vuelve más profunda a medida que el tiempo pasa, los movimientos de avión parecen relajarla. Algunos rizos rubios caen sobre su frente y quedo completamente embobado con la imagen. Marena se negó a continuar utilizando su vestido, y todo su equipaje se encontraba en el avión, y mi maleta era la única que estaba en el hotel, por lo que ahora, su pequeño cuerpo se encuentra cubierto por mi sudadera y unos de mis pantalones grises deportivos.
Mía.
Algo completamente primitivo en mi grita mía cada vez que la veo. Nunca fui una persona posesiva, pero los anillos en su mano izquierda y mi ropa en su cuerpo, generan que la sonrisa en mi rostro, se agrande un poco más de lo que debería.
Tomo la imagen frente a mí y respiro profundamente al recordar los sucesos de esta noche.
En el segundo en que respondió mi llamada, supe que algo estaba terriblemente mal. Llevaba unos minutos buscándola y el sentimiento en el fondo de mi estomago me indicaba que algo no iba bien. Al descolgar la llamada, la voz de Marena sonaba completamente lejana y apagada, la forma en la que me hablaba no era remotamente parecida a la mujer que había sostenido entre mis brazos minutos antes. En el segundo en que la vi, mi corazón se partió; su vestido blanco bañado en sangre generaba una imagen devastadora. Marena es la mujer más fuerte que alguna vez podría haber conocido. He visto como asesina hombres sin siquiera parpadear, pero podía sentir que algo no estaba bien con ella. Sabía que no era del tipo de mujeres que soñaba con el día de su boda, no por ser diferente, sino porque le robaron esa posibilidad desde muy pequeña. Marena creció en un mundo cruel y supo sobrevivir y conquistar a cada paso que daba, pero algo de lo que sucedió hoy, cambio eso. Tal vez nunca tuvo la posibilidad de soñar con su boda, pero sé que aun así Marena se estaba permitiendo disfrutarla, pero en el segundo en que esos hombres intentaron atacarla, su realidad volvió y la abofeteo en la cara, recordándole que en este mundo, Marena jamás será una mujer normal que puede disfrutar de lo que ocurre a su alrededor, sino que tiene que ser la puta Don de Italia; impenetrable, cruel y despiadada. Mi pequeña pudo saborear por unos minutos la normalidad y esos hijos de puta se la arrebataron tan rápido como llego. Soy completamente consciente de que mi esposa se puede defender sola, pero soy capaz de ir hasta el mismísimo infierno con tal de ver esa sonrisa de nuevo en su rostro. Me importa muy poco quién se supone que Marena deba ser, si mi esposa quiere ser normal y respirar por cinco putos minutos, ella lo será.
En el momento en que escuche como rotamente me pedía que la sacara de allí, lo hice sin siquiera pensarlo. No sabía cómo conocía mis planes, y en estos momentos no me interesaba descubrirlo.
Lo único que me permitía respirar en estos momentos, era tenerla frente a mí, sana y salva.
Aun no sabía que me había incitado a llevarla a una luna de miel en primer lugar, pero algo en lo más profundo de mí, sabía que lo necesitábamos. Semanas atrás, nuestro viaje a Alemania había sido algo que nos acerco y empujo hacia un nuevo tipo de relación. Actualmente me encontraba bastante complacido con que tan lejos habíamos llegado, pero aun así sabía que este viaje era necesario.
Simultáneamente, en el segundo en que nuestro vuelo despego, cinco jets más partieron desde Sicilia, hasta lugares remotos del mundo. Madrid, Singapur, Maldivas, Melbourne y Nepal. Volkov estaba detrás de nosotros, y quería darme la oportunidad de experimentar cuatro días de paz con mi esposa. Por lo tanto había decidido que iríamos a mi cabaña en los Alpes Suizos.
Marena tolera el calor, puede soportar un día de playa y hasta disfrutarlo; pero detesta ir de vacaciones allí. Mi pequeña adora el frio, y en especial la nieve. Ella pretende que su corazón está hecho de hielo, cuando la verdad es que se encuentra hecho de magma pura, recubierta por una gruesa capa de roca.
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Iluminame.
Romance"Ninguna gran historia de amor comenzó con una buena decisión." - En serio, ¿Que quieres Meyer? - digo con molestia. - Nada, solo estaba yendo al baño y una niña mimada iba demasiado distraída consigo misma como para ver por dónde camina. - ¿Cómo me...