Tus monstruos me torturan

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Donde Matt llega a casa tras una decaída con Frank. Frank piensa que no es merecedor de su vida, cicatrices en repetición que no dejan de lastimarlo.

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Los pies de Mudock arrastraron su camino dentro de su departamento, no estaba cansado físiamente pero el desgaste de la madrugada lo había hecho decaer. La entrada se llenaba de lodo y los truenos fuera sobre la ciudad le hacían entender que en Hell's Kitchen nunca podría tener una noche tranquila.

Su corbata mal atada y su camisa entre abierta, su cabello humedecido y hecho un desorden de hebras cobrizas; nada de eso le importaba, nada le importó cuando se dejó caer sobre el suelo  sucio. Lluvia no era lo único en su rostro, había algo entre la sangre que emanaban de sus labios y la sal que escurría por sus mejillas: ese algo era la decepción.

Podía escuchar los regaños de Foggy decirle que no debió meterse con alguien como El Castigador. Podía escuchar las promesas de Castle asegurarle que sería mejor. Pero lo peor era que podía escucharse caer en sus mentiras una y otra vez.

Esa noche había tenido suerte de que solo su labio sangrara, ¿qué sería después?

No, no había tenido suerte porque si perdía a Castle, ¿qué le quedaría?

Murdock recargó su cabeza en sus rodillas y abrazó sus piernas. Lágrimas humedecían una vez más sus pantalones y el sabor metálico en su boca le recordaba que eso era lo que obtenía por haber elegido el camino inesperado.

Al otro lado de la ciudad, Castle miraba el espejo fragmentado, detrás de él todo su departamento estaba hecho un desorden tras haber perdido el control. Lo único que veía frente a sí era lo que todos decían de él: un monstruo, distorsionado por las grietas en su alma.

Su camiseta estaba rasgada, su mejilla morada por un puñetazo que comenzaba a manifestarse y sus brazos llenos de cicatrices antiguas. El pelinegro reprimía las emociones que buscaban borbotear a la superficie. Solo miraba sus propios ojos con esa misma mirada, aquella que lo culpaba de todo y sabía que, con él cerca, jamás podría tener un momento de paz.

¿Qué? ¿A caso ya has olvidado lo que hiciste?, preguntaba su demonio.

—Yo... ¿yo? —cuestionaba Frank devuelta—. Todo iba bien, todo estaba perfecto hasta que decidiste arrebatármelo.

Oh, Frankie... No hablo del abogado, hablo de ellos... la sangre en tus manos, la sangre de todos los que alguna vez te importaron.

—Pero lo he superado, cumplí mi misión —aseguró Castle cuando las lágrimas empezaron a amenazar su mirada fruncida—. Honré su muerte, no puedo hacer nada más.

El monstruo se reía en su cara, burlándose de su ingenuidad y cinismo.

¿Qué crees que le pasará a Murdock si se queda contigo? ¿Crees que realmente mereces a alguien como él después de lo que les hiciste a ellos?

—Lo voy a proteger, y aún así él no esté, no me necesita para eso —replicó el pelinegro apretando la mandíbula—. Yo no lo merezco, pero no porque yo les haya hecho eso, porque yo no lo hice.

Aquí es donde entra la ironía, Frankie. Si no eres el culpable de sus muertes, ¿por qué te empeñas en amar a alguien que puede defenderse?

—¡Ya te dije que yo no los maté! —gritó Castle al espejo—¡Yo no lo hice!

Entonces, ¿por qué amas a Murdock? ¿Porque realmente lo sientes o porque él no moriría por estar cerca de ti?

—Él es la única persona que me entiende, el único que en verdad me conoce —señaló el hombre al espejo—. Y acabo de arruinarlo todo por tu culpa, ¡tu maldita culpa!

El demonio chasqueo la lengua en desacuerdo: ¿No me ves? Soy solo un reflejo tuyo, alguien que realmente sabe cuál es tu naturaleza... asesino de mierda.

Las lágrimas del pelinegro habían aparecido, se odiaba por permitirse sabotear todo lo que amaba.

Si no quieres que Murdock muera por tu propia bala como Billy, aléjate de él.

—¡Basta! —gritó el agobiado hombre.

Si no quieres que su último respiro venga con una lágrima que escurra a tus brazos como el de María, entonces aléjalo de ti.

—¡No te atrevas a decir una palabra más! —exclamo con furia en sus ojos enrojecidos.

Si no quieres que te mire con felicidad antes de caer en un charco de sangre como lo hicieron Lisa y Frank, entonces no te atrevas a volver a sus brazos.

El hombre gruño guturalmente antes de soltar varios golpes al espejo en la pared, manchando este con su sangre y dejando caer fragmentos de cristal al suelo.

Un lote, dos lotes, uno y diez centavos.

—Un lote, dos lotes, uno y diez centavos —repitió Castle dejándose caer sobre sus rodillas.

Jadeaba cansado de tanto pelear consigo mismo, lloraba de tanto soportar la presión con la que llevaba años cargando. Estaba adolorido porque nunca dejaba de atravesarse en su propio camino. La catarsis prometida jamás había llegado.

No le importaba el cristal en el que sus piernas se hundían, no le importaba la sangre que ahora escurría por la pared, ni siquiera se preocupaba por sus nudillos hechos mierda entre vidrio, carne y sangre. 

Lo único que quería era que su sufrimiento se acabara, y sería imposible mientras él fuera parte de su vida. No se refería a Murdock, sino a los retazos del monstruo que alguna vez llegó a ser.

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Canción: Replay 

Artistas: Lady Gaga y Dorian Electra

Palabras Clave: toda la canción; your monster tortures me; psychologically is something that I can't explain; Am I still alive? Where am I? I cry.

Fecha: 5 de Febrero.

ᑭᒪᗩY: One Shots FrattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora