Hey, Rojo

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Donde Frank está indeciso sobre sus pensamientos respecto a Rojo.

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Paso cernido hacia el frente, vista alta y espalda recta; no se trataba de alguien de la realeza, solo una mañana normal para Castle. El cielo estaba claro, nubes despejadas y el sol brillante pero, en la mente del pelinegro, estaba nublado y hecho un caos... una mañana normal para Castle.

¿Qué demonios estás haciendo aquí?, se preguntó a sí mismo cuando se vio frente al edificio donde el pelirrojo trabajaba.

Frank miraba hacia la ventana del cuarto piso, la persiana café no le permitía ver hacia dentro y, cuando se dio cuenta de que aquello le molestaba, no pudo evitar sentirse como un acosador. Pensamiento que se desvaneció cuando reconoció movimiento dentro de la oficina, sentado desde una jardinera trató de discernir entre las sombras y buscarlo.

Castle bufó cuando la persiana subió y solo se trataba del amiguete del pelirrojo, estana decepcionado. 

¿Por qué me importa tanto que no esté?, se cuestionó, no podía encontrar una razón lógica por la que deseara tanto verle. Aún así, sabía que al hacerlo su nerviosismo se calmaría, dejaría de ejercer presión en su pulgar y podría respirar tranquilo una vez más.

—¿No es muy temprano para que El Castigador merodee la ciudad? —preguntó alguien sentándose a su lado, el pelinegro sonrió.

—Hoy no hay Castigador, Karen, solo Frank —respondió volteando a ver a la rubia—. Estaba de paso y decidí que era buena idea...

—¿...quedarte a espiar desde el otro lado de la calle? —cuestionó burlona—. Si buscas a Matt, tienes mala suerte porque hoy no vendrá.

El pelinegro asintió, una parte de él se sentía mal por el hecho de haberse quedado tanto tiempo ahí sentado.

—Nadie dijo que venía a verlo a él.

Page rio por lo bajo y negó con la cabeza, argumentando que sabe muy bien que es así.

—Pues esta semana él estuvo hablándome mucho de ti y que estés aquí, ahora, me parece una señal bastante buena —arrugó la chica su nariz.

—Rojo... ¿habló de mí? —preguntó el extrañado hombre, no sabía bien que era aquello que sentía entre el pecho y el estómago. 

Tal vez sea la herida de bala, pensó. Pero el conocía bien que las heridas no le daban cosquillas en el abdomen ni elevaban su temperatura corporal, por lo menos no cuando ya casi sanaban.

—Vaya que lo hizo —ironizó Karen—. No estoy segura de lo que planees con él, pero tengo que decirte que no está funcionando bien.

—No estoy planeando na-...

Karen levantó el dedo índice para hacerle guardar silencio y después lo señaló.

—¿Ves? —argumentó la rubia—. Nunca en tu vida permites que alguien te calle y cuando estás en su territorio, te doblegas.

Frank bufó con desdén—: Eso no es cierto, le he dado palizas toda la semana.

—¡Y eso lo vuelve confuso! —replicó Page—. El pobre no sabe qué quieres de él porque, cuando usa el traje lo tratas con una frialdad y rudeza insufrible pero, cuando estás con él cuando lleva corbata y lentes lo tratas como a nadie en este mundo.

—¿El usó esas palabras? —inquirió— ¿frialdad y rudeza insufrible?

Cuando su amiga asintió y le aseguró que él uso todas y cada una de esas palabras, el pelniegro solo pudo pensar: Mierda.

—Frank, sé que es difícil para ti lo que estás intentando pero tal vez deberías darte un tiempo para pensar bien en ello y decidir qué es lo que quieres —aconsejó Karen poniendo su mano en el hombro del otro—. Porque solamente estás lastimándolo.

Ese era el problema, Castle ya había pensado demasiado en ello. Cada vez que se convencía de que podría avanzar, se retraía a sí mismo y un bucle se repetía: ellos estaban juntos solo para separarse, se retiraban solo para volver a estar juntos.

—¿Por qué Rojo no vendrá a trabajar hoy? —preguntó el pelinegro tras unir su ausencia con aquella última palabra de la rubia.

Karen resopló, como si recordara otra decepción—: Digamos que ayer fue una mala noche para Daredevil.

Castle se paró de inmediato, cerrando sus puños y temiendo lo peor.

—Claire dijo que estará bien, solo necesita descansar —continuó Page pero Frank le ignoraba, simplemente se alejaba sin siquiera despedirse— ¡Frank!

El pelinegro volteó solo para ver como Karen le veía con una sonrisa burlona, sus manos lo señalaban y el mensaje era claro en la mente de Castle: Mírate, pareces una estúpida colegiala.

Los pasos de Frank lo llevaron lejos de aquél edificio y más cerca al departamento de Murdock. Quería saber cómo se encontraba, enterarse de que realmente estaba bien pero no tenía ninguna excusa para entrar a su departamento sin asustarlo.

Matt yacía en su cama, envuelto en las sábanas y con algunas vendas cubriendo sus heridas de la noche anterior, le dolía el cuerpo pero aún así sonrió al sentir cierta presencia fuera de su apartamento.

La puerta estaba a milímetros de la mano de Castle, el pelirrojo podía escuchar los latidos de su corazón detrás de aquella puerta, podía oler su esencia y sentir lo nervioso que Frank se encontraba. La sonrisa de Matt desapareció cuando los pasos se alejaron por el pasillo.

Siempre es lo mismo, bufó Murdock, enfermo por el amor de Castle. Esa oscilación entre amor y frialdad le estaba cobrando mucho, más de lo que obtenía. Sin embargo, no podía negar que después de todo el pelinegro lo traía loco; tan loco como su forma de dar amor.

Matt cerró los ojos y hundió su cabeza en la almohada, dispuesto a descansar un rato más antes que lidiar con la indecisión del pelinegro. El sonido de la puerta lo sobresalto, no era la puerta de la casa sino la de su habitación.

—Hey, Rojo —dijo Frank con una sonrisa, feliz de que Murdock estuviera bien.

Pero, para él, Murdock siempre estaba más que bien.

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Canción: Hot N Cold

Artista: Katy Perry

Palabras clave: You change your mind; You're yes then you're no; We fight, we make up, we kiss, we make love; You don't want to stay but you don't wanna go; Someone call the doctor, got a case of love bipolar; stuck on a rollercoaster, can't get off this ride.

Fecha: 6 de Febrero

ᑭᒪᗩY: One Shots FrattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora