💫○Las cadenas del pasado○💫

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—No me gusta así Gilly, me hace ver la cara redonda—

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—No me gusta así Gilly, me hace ver la cara redonda—

La enorme mansión donde la joven Neon Nostrade reside ya habia sido completamente amoblada y remodelada a su gusto, esas semanas de completo movimiento la habían puesto a la defensiva, su cuarto habia sido cambiado y ampliado unas 4 veces, hasta que el responsable de cuidarla le prohibió seguir por ese camino, Kurapika es un hombre inteligente, ya habían gastado demasiado en caprichos.

—Eliza, el vestido— Llamó, su voz infantil era diferente, emocionada.

Una mujer de no mucha altura se acercó con una larga prenda de bonitos tonos celestes pastel en sus brazos, resguardado en una bolsa transparente de bastante grosor. Eliza, al igual que las otras asistentes personales ayudaban a la jovencita a prepararse para sus invitados. Todo iba como ella quería, sus sirvientes y guardaespaldas ya recibían a las personas en las plantas inferiores, sería una reunión pequeña a comparación de las increíbles fiestas que solía hacer en su verdadero hogar.

Ese sería un caso especial, ese día quería demostrar ser capaz de llevar a cabo su trabajo por sí misma, sin ayuda de su padre o algún asesor que le esté susurrando cosas al oído. Las manos delicadas de sus asistentes le subieron el vestido de los tobillos hasta los hombros, atando el corset a su espalda con delicadeza; Mako, la más anciana de su séquito le daba toques de color a sus ojos y labios, Gilly le decoraba los mechones sueltos del cabello con diminutos diamantes y por último Eliza salía del cuarto para ir directamente hacia el hombre que mantenía la mansión en orden a la par de Neon.

Traía un kimono violeta con dibujos florales tradicionales, en tonos lilas y azules, junto a bordados blancos y dorados, como siempre, su cabello se movía con soltura. Sabía dónde encontrar a Kurapika, incluso con los años, el hombre siempre recurre a una habitación apartada para relajarse, los eventos de la familia Nostrade son grandes y muy concurridos, como uno de los apellidos más conocidos en el bajo mundo debía presenciar de primera mano aquellos horrores por los que las personas pagaban.

Aquella sala donde muertos ojos te vigilan.

Al pasar se dio cuenta de que Kurapika no estaba, ¿Había roto su rutina?, revisó por detrás de las estanterías llenas de frascos, en los sillones individuales que le daban la espalda e incluso en las esquinas, en varias ocasiones, en diferentes salas, allí se escondía momentáneamente el hombre. Definitivamente no estaba, se habia equivocado.

No supo dónde buscar ahora que aquel lugar se alejaba por cada paso, a pesar de no ser la monstruosa mansión habitual, esta seguía siendo bastante amplia, con variedad de pasillos repletos de ventanales, puertas y cuadros, decoraciones que le evitaban a Neon sentirse fuera de lugar, su ego le había hecho colgar cientos de pinturas suyas, opacando las de los demás inquilinos. Eliza se detuvo justo al borde las escaleras.

—"Tal vez esté en su propio cuarto, aunque no sé donde seria eso exactamente, hay un piso más arriba y 3 abajo, los invitados ya están en sus lugares según lo informado por Battera"— 

Un gato en el vagónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora