La veía desnudarse sensualmente para él, mover sus hombros finos y bañados de pecas mientras se quita esa camisa blanca que parecía transparente, pero es que Leorio no era capaz de sentir lo más mínimo por esas pronunciadas curvas, podía admirarla, pero desde la lejanía, se sentía fuera de lugar, incluso algo incómodo.
Cuando la mujer de bellos y radiantes cabellos rojizos volteó, dejando a sus exuberantes pechos rebotar frente a él, sonriendo sensualmente con ese pintalabios también rojo Leorio tuvo que pedir un paro, su rostro estaba rojo sutilmente, pero no estaba nervioso por lo sucedido en esa habitación de hotel, más bien, eran nervios por no comprender una inquietud muy pesada en su pecho, la mujer lo miró extrañada no sabía muy bien qué decir, era la primera vez que alguien la rechazaba.
—Por favor, vístete, yo... no creo poder seguir con esto...— Leorio se levantó de la cama para ir a buscar su camisa, le dio la espalda a la paralizada mujer, de sus finos labios no salieron palabras, se sintió humillada hasta que vio los ojos destrozados de Leorio, allí logró comprender solo un poco la miseria de ese ser, bajó la cabeza y se vistió lo más silenciosamente posible, no queriendo interrumpir los pensamientos del moreno.
Antes de marcharse le entregó un fraternal abrazo que Leorio correspondió casi sin ganas, como si no quisiese estar allí, la mujer salió primero del hotel, extrañada, pero a la vez intrigada por esa forma de actuar, no iba a obligarlo, como tampoco iba a armar una escena, sintió una fuerte empatía por su compañero de trabajo.
—"¿Qué estoy haciendo aquí?"— Se pregunta Leorio mientras se abrocha el pantalón, agradeciendo a esa mujer por comprender al menos un poco su estado, deseando que al menos puedan seguir siendo amigos luego de tan extraña situación. Una vez estuvo preparado salió del cuarto con dirección a la mesa principal del pasillo, con el dinero en mano.
—Su compañera ya pagó por la habitación, que tenga buena noche— Le negó el empleado con una sonrisa de pura cordialidad, se veía en sus ojos unas fuertes ojeras, Leorio asintió y salió del hotel, yendo hasta la cuadra de enfrente para comprar dos cafés cargados, una vez el líquido terminó de reposar en los vasos le llevo uno al chico del hotel, que lo miro con un sutil sonrojo por el gesto.
Ambos se sonrieron y despidieron luego de que el café fue entregado, el humo de la bebida le empaña un poco los lentes pero aun así sigue caminando, unas calles no muy llenas pero tampoco desoladas, se sentía fatal, como si quisiese dormir por días o estar comiendo kilos de comida basura sin parar, inconscientemente sacó su teléfono, por la hora no quería molestar a nadie, pero se sentía extrañamente vacío, cansado de dar vueltas se sentó en una banca del parque más cercano, debatiéndose entre llamar a alguno de sus contactos o no.
—Pero... ¿Qué se supone que quiero decirles?— No se comprendía a sí mismo, se encontraba mal, pero no era un dolor físico, sentía como si alguien estuviera apretando su corazón, pero bien sabía que eso solo era mental, intentó buscar una razón lógica para su estado anímico, pero solo pudo resumirlo en "Estrés, con unas gotas de ansiedad".
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Un gato en el vagón
Fiksi Penggemar-"Reedición de una historia propia"- -Nacido por el bosque y el mar, se encontrará ahora otra alma que como la suya, parece "Maldecida" por la vida. Extraños con experiencias completamente contrarias que lograran crear un lazo irrompible en el lugar...